Читать книгу Autonomía, dependencia y servicios sociales - Carmen Alemán Bracho - Страница 27
8. ATENCIÓN INTEGRAL
ОглавлениеUno de los grandes retos de la UE, y de los países miembros es la atención integral en los cuidados de larga duración. La atención integral o integrada “consiste en un acuerdo equilibrado de negociaciones, reglamentaciones e incentivos que orienten a las distintas partes en la provisión de los cuidados hacia la coordinación, la cooperación y el consenso en un sistema bien organizado de atención en el que se cuide al usuario de un modo continuado, comprensible, flexible, y que responda a sus necesidades particulares” (Vaarama y Pieper, 2005: 32)14.
El nivel de integración adecuado para la promoción de la atención integral es la “plena integración” de todos los recursos con los que cuenta cada persona en situación de dependencia. En la actualidad, los sistemas socio-sanitarios se basan mucho más en el uso secuencial de un servicio tras otro, modelo útil para enfermedades bien definidas y problemas sencillos y transitorios de salud. Sin embargo, está demostrado que, cuando existen diversas patologías, el abordaje óptimo es desde una perspectiva amplia que incluye diagnóstico, buena delimitación de la atención y los protocolos, gestión flexible de los problemas y los recursos disponibles, educación del enfermo y adopción de medidas preventivas o sistemas de información abiertos dentro de los sistemas de servicios (Nies, 2006 y Leutz, 1999).
Otros aspectos a tener en cuenta son la integración de cuestiones como el cuidado a largo plazo, los recursos asistenciales y el tipo de vivienda de la persona en situación de dependencia. El objetivo último de una atención integrada es encontrar modos de dar respuesta a la cada vez mayor demanda de servicios, conjugando la participación de los usuarios, los vínculos sociales, el sentimiento de utilidad y el nivel óptimo en los ingresos, así como una vivienda digna para la persona en esta situación. Una perspectiva holística de cada mayor dependiente es el modo de enfocar, mediante la atención integral, los problemas sociales derivados de la dependencia (Nies, 2006 y Castón, Ramos y Martínez, 2009).
Igualmente se debe pensar en la dinámica completa implicada en los cuidados de cada persona dependiente. No tiene las mismas implicaciones sufrir una dependencia contando con una sólida red de relaciones que estar aislado (Jöhri, Beland y Bergman, 2003), o tener una dependencia muy grave, en donde el enfermo es más vulnerable al internamiento y al distanciamiento de su familia propia a causa de la enfermedad y del estrés del cuidador (Nies, 2006). En este sentido, consideramos de especial relevancia la configuración de modelos estándar en la elaboración de los Programas Individuales de Atención (Ley de Dependencia, artículo 11) que recojan la atención integral de la persona en situación de dependencia, considerando siempre al cuidador principal, por su alto riesgo de exclusión social (Castón, Ramos y Martínez, 2009).
A los cuidadores informales también les afectan la falta de atención integral de los servicios. Es necesaria una mayor comunicación entre los profesionales de los ámbitos formal, informal, público y privado. Hasta hace muy poco los cuidadores informales han sido “invisibles” para las administraciones públicas e, incluso, para el mercado como potenciales clientes de servicios. Sin embargo, cuando el cuidador principal ya no puede cuidar más, recae el cuidado directamente sobre los sistemas públicos y, en muchos casos, es el propio cuidador quien ya se ha convertido en dependiente. Cuidar a los cuidadores ya se ha convertido en una necesidad para la supervivencia del propio sistema, sobresaturado si no tiene se consideran las necesidades a corto, medio y largo plazo de los cuidadores informales (Binstock, Cluff y Von Mering, 1996).