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Dolor de pecho: el estudio “ISCHEMIA”
ОглавлениеEn los EE.UU. 9,4 millones de personas sufren angina (dolor) de pecho y ocurren 500 mil nuevos casos de angina por año. Este dolor de pecho refleja una alteración severa en el flujo de sangre dentro de las arterias coronarias debido a procesos oclusivos causados por aterosclerosis. Como se ha confirmado: la lógica es a veces enemiga de lo verdadero, es decir, debía comprobarse que “abrir” esas arterias con un stent o cirugía coronaria era la decisión correcta para recuperar el flujo sanguíneo y así mejorar los síntomas de dolor e incluso prevenir que la progresión de esa isquemia coronaria llegara al punto de causar un infarto.
Hasta este momento existía evidencia limitada —discutida por los estudios citados en párrafos previos— que sugería la efectividad del tratamiento con medicamentos que no necesariamente “destapaban” las arterias, pero sí lograban una mejoría de los síntomas.
La hipótesis entonces es: ¿puede la simple toma de medicamentos para colesterol, hipertensión, diabetes y otros factores de riesgo cardiovascular tener la misma eficacia que las intervenciones con stent y cirugía para disminuir los síntomas de la isquemia coronaria y el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o muerte cardiovascular?
Hacia fines de 2019 en el congreso norteamericano de la American Heart Association se esperaba —con la ansiedad de una final de copa del mundo deportiva o evento similar— la presentación de los resultados del estudio ISCHEMIA. En este se evaluó nuevamente, pero con una metodología superior a la de los estudios ORBITA y COURAGE, si en pacientes con isquemia coronaria y síntomas existía diferencia entre efectuar una cirugía de bypass coronario, colocar un stent o usar el tratamiento médico más moderno: controlando la hipertensión, diabetes, reduciendo el colesterol y usando aspirina o algún otro tipo de antitrombótico.
Y los esperados resultados del estudio ISCHEMIA confirmaron lo que los análisis previos y la experiencia clínica cotidiana ya han mostrado repetidas veces: el tratamiento realizado exclusivamente con medicamentos no tuvo diferencias con los resultados logrados colocando un stent o haciendo una cirugía en pacientes con enfermedad coronaria moderada a severa.
¿Cómo puede ser posible? Los eventos que el tratamiento debía prevenir fueron: muerte cardiovascular, muerte por infarto de miocardio, internaciones por dolor de pecho inestable, internaciones por insuficiencia cardíaca y muerte súbita. Las curvas que mostraban la cantidad de eventos cardiovasculares en el grupo de pacientes que recibió un stent o cirugía no tuvieron diferencias significativas con la curva de eventos en los pacientes que fueron tratados con medicación en forma óptima.
El procedimiento invasivo con stent se asoció con una disminución significativa en los episodios de angina (dolor de pecho), por lo que es aceptable que exista una conversación entre médico y paciente para una toma de decisión individualizada. Es decir, el paciente debe entender que el stent (o la cirugía) no van a resultar más efectivos en prevenir muerte u otros eventos cardiológicos severos, pero sí probablemente se asocie con menos episodios de dolor de pecho.
En el estudio ISCHEMIA se incluyeron casi 5200 pacientes en los que se descartó que tuvieran un bloqueo del tronco de las arterias coronarias porque en este caso la enfermedad es muy grave —de ahí su nombre coloquial “la hacedora de viudas”— y necesita cirugía. Descartada la enfermedad del tronco coronario, se confirmó que tuvieran un compromiso significativo de las ramas coronarias afectadas.
Obviamente estos resultados no aplican a pacientes que hayan tenido un infarto de miocardio reciente, a aquellos que tienen una sintomatología muy severa (por ejemplo, que el dolor no los deje llevar una vida normal) y los que tienen una función deteriorada en el ventrículo izquierdo.
Con todas estas particularidades, en el seguimiento promedio de 3 años no se observó diferencia en los resultados entre el grupo de cirugía y stent y los que exclusivamente recibieron medicamentos.
El estudio ISCHEMIA mostró que pacientes con enfermedad obstructiva coronaria moderada y severa, es decir, con isquemia coronaria pero con síntomas estables —dolor de pecho sin cambios significativos en el tiempo y sin dolor en reposo— que tengan un resultado anormal en estudios de circulación coronaria (ergometría, SPECT, cámara gamma, eco-estrés, etc.), no tienen un mayor beneficio si se les indica la revascularización coronaria con un stent o con cirugía versus el tratamiento solo con medicamentos.
Si el tratamiento médico adecuado —y aquí es clave asegurarse de que el paciente está efectivamente recibiendo el tratamiento médico más intensivo— no controla el dolor de pecho o síntomas coronarios del paciente, entonces ese individuo se podría beneficiar con la recanalización arterial con stent o cirugía.
Lo que salva a las personas es que el médico o sistema de salud les detecte el problema a los 40 años para prevenir el dolor de pecho a los 50. Y si se les “escapó”, a los 50 quizás le tengan que poner stents, pero lo más importante es el seguimiento de cerca con expertos en diversas áreas de la prevención vascular. Aun el paciente más rebelde va a, por lo menos, ajustar su estilo de vida cuando percibe que un sistema médico lo acompaña, le explica y se preocupa por su salud.