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CAPÍTULO 4 El mapa del cerebro El tiempo es cerebro

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La sangre llega al cerebro desde el corazón por medio de las dos arterias carótidas ubicadas a ambos lados de la tráquea en la zona anterior del cuello y por las dos arterias vertebrales que corren en el cuello por dentro de orificios específicos que tienen las vértebras cervicales. Las arterias carótidas suplen las áreas más anteriores de ambos hemisferios cerebrales y las arterias vertebrales se juntan en la base del cerebro para formar la arteria basilar que da lugar a las ramas que irrigan el tronco cerebral y las porciones posteriores y más profundas de los hemisferios cerebrales.

En medio del cerebro todos estos vasos se comunican entre sí en lo que se denominó “el polígono de Willis” (por el científico que lo describió). Estas comunicaciones permiten que en caso de la oclusión de una de estas arterias que llevan sangre a diferentes partes del cerebro, la sangre proveniente de otra de las arterias que no se haya tapado pueda suplir el área de la arteria afectada. Esto lleva a que los déficits neurológicos esperables por la oclusión de una arteria muchas veces no se presenten de forma típica gracias a este sistema de colaterales que permite una compensación en el flujo sanguíneo.

El tipo de circulación descripta tiene varias diferencias con la circulación de las arterias coronarias que nutren al corazón. Una gran diferencia con la circulación cardíaca es que en el cerebro se puede ocluir una de las principales arterias que lo irrigan sin que ocurran síntomas. En efecto, hace varios años tuve una paciente que tenía ambas arterias carótidas y una arteria vertebral ocluidas. Todo su cerebro funcionaba sobre la base de la irrigación provista por ¡una sola arteria vertebral!

En el corazón la oclusión de una de las arterias principales se asocia siempre con síntomas. En el cerebro el número de vasos es mayor que en el corazón y se hace indispensable definir con precisión el territorio vascular afectado para poder decidir un tratamiento efectivo. Además, el tejido cerebral es extremadamente sensible a la falta de oxígeno, por lo que cada segundo cuenta desde el momento en que una arteria cerebral se tapa si no tiene colaterales que compensen esa oclusión. Literalmente millones de neuronas mueren en poco tiempo a partir de la oclusión arterial y por eso es tan importante que ante un déficit neurológico la consulta se haga de forma inmediata ya que como solemos repetir: “el tiempo es cerebro”.

A mí no me va a pasar

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