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Un paciente especial
ОглавлениеUn paciente en especial llamó la atención de los residentes que acompañaban diariamente a Miller Fisher en su recorrido por el hospital. El paciente les repetía sorprendido: “debo tener algo mal con mi cerebro porque durante mis ataques pierdo la vista en el ojo derecho y la fuerza en el brazo izquierdo”. Miller Fisher conocía la suficiente anatomía como para entender que la carótida irrigaba el ojo ipsilateral (en el mismo lado) a través de su rama, la arteria oftálmica, y más arriba llegaba al hemisferio cerebral que controla el lado opuesto del cuerpo.
Cuando llegó un lunes y preguntó por el paciente, sus residentes le informaron que había muerto durante el fin de semana y la familia lo había llevado a su casa para velarlo. Inmediatamente se dirigió a la casa donde ocurría el velorio y pidió permiso a la familia para extraer la arteria carótida. Una vez que la estudió confirmó que estaba ocluida con trombo en su porción cervical y esto, junto con el mismo hallazgo en unos pacientes más, lo llevó a publicar el trabajo que apareció en 1951 donde proponía que llegaría el día en que los cirujanos pudieran sortear el segmento de arteria ocluido.