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2. EL SURGIMIENTO DE LOS GIGANTES DE INTERNET

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Google se crea en 1998. No sufrió la crisis ya que era una empresa aún incipiente, sin un modelo de negocio claro, que tenía como misión ordenar y dar acceso a la información existente en el mundo. Frente a los modelos portal, tipo Terra o Yahoo, Google representaba el minimalismo de una caja vacía con un cursor parpadeando. Centrada en un modelo de ingresos basado en la publicidad, cambió para siempre el modo de acceso a la información y a la gestión de los datos como principal activo de aquellas empresas que empleando técnicas de inteligencia artificial fueran capaces de extraer patrones y anticipar comportamientos.

Wikipedia se crea en 2001. Cambió el modo de aprender, accediendo a contenidos de calidad elaborados de manera colaborativa. Posteriormente se ha expandido por incontables campos y actividades con un eje en común la explotación de las grandes bases de datos que generan los usuarios con el empleo de sus servicios.

Linkedin, la gran red de contactos profesionales se funda en 2003. En años en que el concepto de red social comenzaba a desarrollarse, la finalidad empresarial aparece como una de las prioridades. Sigue encima de la mesa esa idea del Business to Business, generando un marketplace con un foco muy claro en el empleo y en los contactos profesionales.

Facebook, como red social en el ámbito universitario, se crea en febrero de 2004, expandiéndose muy rápidamente con un enfoque generalista centrado en las relaciones sociales. Supondrá el surgimiento de uno de los grandes conglomerados de Internet basado en la explotación de los datos y la publicidad, como así ocurriera con Amazon, a la que mencionamos anteriormente.

YouTube se crea en 2005, siendo adquirida por Google en 2006 por 1.650 millones de dólares.

2005 se convierte en el epicentro de la Web 2.0, hasta el punto de que al año siguiente la revista Time, nombraba como personaje del año a “ti”, a “vosotros”. Rezaba la portada: “Vosotros controláis la era de la información. Bienvenidos a vuestro mundo”.

WhatsApp, servicio que supuso la disrupción más importante de la mensajería instantánea, se creó en 2009. En 2014 Facebook anuncia su compra por 21.800 millones de dólares, con el objetivo de integrar sus datos. En 2010 se funda Instagram, la red de moda entre muchos jóvenes, por encima de Facebook. Solo dos años después Facebook la compra por 1.000 millones de dólares.

En 2016, Microsoft compra LinkedIn por 26.200 millones de dólares.

Cada uno de estos movimientos representa cambios de titularidad de los datos que tenemos en nuestras aplicaciones y ordenadores, desde los más personales hasta los más profesionales.

La gestión de la información ha cambiado radicalmente en 15 años. No estoy hablando de servicios especializados sino de servicios generalistas que nos hemos apropiado o, desde otro enfoque, que nos utilizan, mediante procesos de Big Data y la aplicación de inteligencia artificial, para conocer nuestros gustos, nuestras preferencias, para vender, para vendernos.

Sin embargo, aunque estamos centrándonos en los servicios en red y sus implicaciones empresariales y sociales, no podemos obviar que la historia de los dispositivos de acceso corre paralela a esta. Quizá el punto en el que interseccionan de forma más clara es con el lanzamiento del primer iPhone el 27 de junio de 2007. Si bien el mundo de los teléfonos inteligentes, conectados a Internet, llevaba años desarrollándose y gozaba de buena salud, este movimiento cambió el mercado en cuanto a experiencia de usuario, accesibilidad y modelo de negocio, al crear una plataforma multinivel empleando un sistema operativo propio denominado iOS. No obstante, el cambio de concepto que introduce Apple está limitado por su modelo de integración exclusiva con los dispositivos de la propia marca.

En esta historia otro hito lo constituye el primer móvil con el sistema operativo Android, el HTC Dream, en 2008. Android dispone de una cuota de mercado superior al 80% en todo el mundo, dado su enfoque de software libre e innovación abierta, frente al modelo Apple. Ambas acabaron con el modelo de negocio de grandes empresas que todos conocemos y que hasta hace no mucho constituían iconos de la innovación: Nokia, Motorola, Alcatel, o RIM (BlackBerry).

La revolución móvil es clave para entender la profundidad de la transformación digital, particularmente en países como España, con tasas de penetración de teléfonos inteligentes por encima incluso de Estados Unidos. También es un excelente ejemplo para hablar de la Economía de Plataformas.

La Economía de Plataformas ha desplazado el modo de control de un mercado del lado de la oferta al lado de la demanda. Hace apenas 10 años, para controlar un sector, las empresas buscaban la integración a través de adquisiciones y fusiones. Si quieres controlar el mercado de los móviles la estrategia más habitual habría sido intentar hacerte con los competidores. Sin embargo, los modelos basados en plataformas se centran en agregar la demanda, en convertirse en espacios donde las empresas del sector deben de acudir para prestar servicios a los clientes, que viven dentro de ecosistemas de los que en ocasiones es complicado escapar.

Si nos fijamos en otros sectores, la transformación digital de los modelos de negocio ha sido también radical. Por ejemplo, en la industria musical, en 1999 se crea Napster como un servicio pionero para compartir archivos de música. Puso en pie de guerra a las grandes multinacionales del sector y fue cerrada en 2001 tras un litigio judicial. Pese a todo, desde entonces persistieron otros modos de compartir música en Internet, generando en ocasiones, a través de servicios pirata, hábitos de consumo que la industria era reacia a aplicar por la transformación radical de los modelos de negocio y de las fuentes de ingresos que suponían. Así en 2008 se lanza Spotify cuyo modelo está asentado en este momento compitiendo con otras plataformas que la siguieron posteriormente. Una enseñanza que podemos colegir es que si la tecnología lo permite, los oligopolios, los sectores protegidos o altamente regulados, acabarán viendo socavados sus cimientos. En el caso de la música, muchos artistas volvieron a salir a la carretera para rentabilizar su música.

Si pensamos en el sector audiovisual, bajar cine o series a día de hoy parece algo del siglo pasado. Disponemos de plataformas como Netflix, HBO, Amazon, Prime Video, Disney Plus o Filmin, entre otras, para ver cine o series a demanda en televisiones inteligentes. Netflix sin embargo es una empresa creada en 1997 que llevaba las películas directamente a casa sin necesidad de ir al videoclub. De ahí, a llevar el cine a casa a través de datos y a convertirse en una de las principales productoras hay toda una aventura quizá improbable de anticipar pero que responde a una idea de radical orientación al cliente.

Estamos también ante el auge de la denominada Economía Colaborativa y de algunos de sus efectos perversos, particularmente en el ámbito del trabajo. En 2008 se crea Airbnb, en 2009 Uber. Hoy Airbnb puede mover tantos alojamientos como mueven hoteles o plataformas como Booking. Uber pone en pie de guerra al sector del taxi. La uberización de la economía supone en muchos casos una precarización de los ingresos y de los derechos laborales de personas que trabajan como falsos autónomos en condiciones que, si no fuera por la pátina tecnológica e innovadora de estos nuevos modelos, se podrían calificar de indignas.

Estos años se han configurado nuevas prácticas profesionales que todos podemos identificar: nos comunicamos continuamente a través del teléfono móvil (en muchos casos, solo a través de servicios de mensajería); se comparten carpetas online con clientes, proveedores o personas del propio equipo; se editan documentos online en tiempo real; se dispone de software cada vez más sofisticado integrados en paquetes ofimáticos; se trabajan en múltiples dispositivos (ordenadores fijos, portátiles, Tablets, móviles) y con diferentes sistemas operativos y plataformas.

De la economía digital a la sociedad del e-work decente: condiciones sociolaborales para una Industria 4.0 justa e inclusiva

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