Читать книгу Arboleda - Esther Kinsky - Страница 12
dying
ОглавлениеDurante los primeros días en Olevano tuve un sueño.
Voy al encuentro de M. Está inmóvil en un pasillo. A su espalda hay un espacio de luz blanca. M. está como antes, tranquilo, discreto, casi rollizo de nuevo.
–There’s nothing terrible about being dead –dice–. Don’t worry.
En la duermevela me vienen a la memoria los sueños protagonizados por mi padre después de muerto. Mi padre siempre aparecía a plena luz. Hacía señas. Reía. Yo estaba en la sombra. Al principio, alejada, luego cada vez más cerca. En uno de esos sueños, él montaba en trineo conmigo, pero se quedaba atrás, en la tierra blanca, riendo, mientras yo seguía deslizándome hacia un valle sin nieve.
Aquella misma tarde vi que, más abajo en el pueblo, sacaban a un muerto del interior de una casa. Dos enfermeros conducían una camilla rodante con el cuerpo tapado hasta la cabeza, llevándola del portal a la calle, donde esperaba la ambulancia. La puerta de la escalera del edificio, de varias plantas, había quedado abierta tras su paso. Nadie seguía a los enfermeros, las persianas de todos los pisos que daban a la calle permanecían bajadas. En los balcones no había nadie que levantara la mano diciendo adiós. La ambulancia bloqueaba el tráfico en la empinada calle al pueblo y hacia el túnel que comunicaba con las tierras de más allá. Se formó un pequeño atasco, había conductores que pitaban. La camilla me pareció extrañamente alta, como deformada, un adulto habría llegado con la cabeza justo por encima de su borde y se habría sentido como un niño al contemplar al difunto. Me imaginé que, junto a la camilla, uno estaría al nivel de los ojos del muerto, a quien ya habían cerrado los párpados, pues ésta es la primera misión de los médicos o enfermeros una vez que han comprobado la muerte. El párpado del difunto se convierte entonces en una puerta falsa, como las que existen en las cámaras funerarias egipcias y protoetruscas.
La manta sobre el muerto tenía un brillo mate, parecía de un material sintético negro y pesado, como la cortina de un cuarto oscuro.