Читать книгу La soportable gravedad de la Toga - Eugenio Moure González - Страница 8

El mes de agosto toca a su fin y con él mis vacaciones, si se pueden llamar así, pues contando los días que todavía faltan habré trabajado 12, y si por trabajo entendemos contestar algún que otro correo electrónico habrán sido todos los días.

Esto no es novedad desde hace un cuarto de siglo, por lo tanto no me quejo, simplemente lo cuento para recordar lo que soy: un abogado en ejercicio libre de su profesión y gestor de un equipo de 8 profesionales, antes con una BlackBerry (otra hora teléfono móvil de referencia), y ahora con la blackberry (sustantivo inglés utilizado para llamar a la bola de hierro encadenada al pie de los esclavos en Estados Unidos); esa bola figurada se llama compromiso vocacional, y en otro sentido condiciona tanto como aquella que llevaba Kunta-Kinte1.

Aunque mis compañeros de despacho sí disfrutan vacaciones de verdad (30 días al año), de lo cual me alegro porque tienen que descansar, sobre todo de mí, pues he de reconocer que mi ritmo vital (que ojalá aguante otro cuarto de siglo de actividad profesional) y mi perfeccionismo patológico conllevan un evidente estrés, en particular para ellos.

La ventaja de esta forma de vacacionar es que nunca he padecido el síndrome post-vacacional, sencillamente porque no me ha dado tiempo a acomodarme a eso que los italianos llaman “dolce far niente” (no hacer ni el huevo, dicho en castellano), para luego terminar aterrizando abruptamente en la mesa del despacho.

Si apenas me he ido el aterrizaje será suave, aunque tampoco espero que mis clientes se pongan a aplaudir con entusiasmo como los pasajeros de cierta aerolínea “low cost”. Mañana veremos.

1. Famoso esclavo que vivió a caballo de los siglos XVIII y XIX cuya historia popularizó una popular serie de TV en mis años de infancia, “Raíces”.