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Factores externos e internos de la independencia

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Aunque hay diversas teorías sobre la influencia externa a la independencia de Sudamérica, las versiones más fundamentadas se inclinan a considerar que las causas foráneas no fueron las principales. Sigamos los razonamientos de Víctor Andrés Belaunde17: «La invasión de España por Napoleón creó un sentimiento de lealtad hacia el rey, tanto en España como en Sudamérica».

Al contrario, «durante la ocupación de España por los franceses, los realistas sudamericanos tuvieron éxito en contener el movimiento revolucionario. Tan pronto como España fue liberada, envió una expedición formidable liderada por Morillo, el ejército más grande que jamás había cruzado el Atlántico. La verdadera Guerra de la Independencia comenzó después de 1814, cuando España disfrutaba de una condición diplomática muy favorable a Europa. Francia estaba obligada a ayudarla, e Inglaterra, a pesar de su interés económico en el libre comercio con Sudamérica, adoptó una actitud de neutralidad, promoviendo una política de mediación para reconciliar a la madre patria con sus colonias».

Y «la independencia económica, sin importar cuán grande sea su importancia, no fue un factor creativo o decisivo». Tanto más cuanto que «en el año 1818, los países de Europa decidieron ayudar a España en su lucha contra sus súbditos rebeldes. La revolución sudamericana fue políticamente aislada. Solo disfrutó la solidaridad platónica o romántica de algunos liberales como Clay18 en los Estados Unidos o Mackintosh19 en Inglaterra. No existió nada similar a la alianza francesa de la revolución norteamericana, y nuestros agentes en Washington y en Inglaterra fueron incapaces siquiera de conseguir un simple reconocimiento». Por último, «es verdad que tuvimos ayuda de los corsarios, tanto norteamericanos como ingleses, pero este fue un factor de influencia no decisiva».

José Agustín de la Puente enseña que «tenemos que restaurar la propia calidad de la Independencia del Perú. Frente a la imagen militar y política, al lado de la batalla y de la conspiración, urge ubicar el origen espiritual de nuestra autonomía, cuestión que no es de eruditos y que sí pertenece al anhelo de todo peruano sensato que se pregunta por la legitimidad de nuestra Emancipación».

De la Puente insiste en que «el problema de nuestra autonomía política es en primer lugar –antes que problemática de la guerra o del Estado– tema espiritual, afirmación de un propio estilo de vida, de una manera de ser, de ser peruano, que requiere, por su singularidad espiritual, la necesaria singularidad jurídica. Así, la emancipación se convierte en el testimonio del Perú, de lo peruano y de la forma de vivir de los peruanos. La Independencia se realiza porque el Perú existe y es el Perú –la comunidad peruana y los peruanos– quien rompe con España y obtiene la soberanía»20.

La segunda independencia

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