Читать книгу Tocando el cielo - Gaia Tempesta - Страница 9
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ОглавлениеAún con algo de miedo en el cuerpo, por si me encuentro con el revisor, cojo mi monedero y mi móvil y voy a la cafetería. Es casi la hora de la cena y se nota porque al entrar solo veo a una persona en la barra: Tristán Lago.
Un escalofrío me recorre la nuca y eriza mi vello rubio al recordar sus ojos claros en los míos. Cierro la puerta y justo cuando voy a sentarme en uno de los taburetes me suena el teléfono, ¡mierda, es mi jefa! ¿No se ha enterado aún de que estoy de vacaciones? Sé que es una pesada y que si no lo cojo ahora no parará hasta que pueda hablar conmigo, así que descuelgo sin dejar que suene demasiado.
—Alexandra, ¿estás en el tren nocturno?
—Pues sí, de camino a mis más que bien merecidas vacaciones.
Tristán, que hasta el momento parecía distraído anotando cosas en una moleskine de tapas oscuras, levanta la vista al oír mi voz. ¿Le habré molestado?
—¡Perfecto! Oye quiero que me averigües si en ese tren viaja también el cantante Tristán Lago, ¿sabes quién es?
—Sí y sí.
¡Por supuesto que está en el tren y por supuesto que sé quién es! Es el hombre que, con una sonrisilla en los labios, parece querer desnudarme ahora mismo con sus penetrantes ojos azules. Al pensarlo me pongo nerviosa y no puedo evitar enroscarme el pelo de la nuca entre los dedos, un gesto inconsciente que me delata por completo. ¿Cómo estaría él sin esos tejanos desgastados, que tan bien se adaptan a su trasero y esa camiseta blanca de rayas azul marino?
—¿Le has visto?
—Sí.
—Alexandra, tienes que conseguirme algo por favor, ¿crees que podrías sacarle alguna fotografía?
—Sí.
—Y si me consigues una entrevista te doblo las vacaciones.
—¿Solo eso?
—Está bien, y te pago las horas extras.
—No sé.
—Alexandra, no tientes a la suerte.
—Está bien, está bien. Veré qué puedo hacer teniendo en cuenta que estoy en mi tiempo de vacaciones.
—Vale, vale… En cuanto tengas algo me lo mandas. Lo estaré esperando. ¡Ciao!
Cuelgo el teléfono y por fin me siento frente a la barra. No me atrevo a mirarle, noto aún sus ojos clavados en mí. ¿Cómo se supone que tengo que conseguir una entrevista con él si ni siquiera puedo hablarle directamente? Quizás, ahora que vuelve a estar enfrascado en sus cosas…
• Está bien, iniciaré yo la conversación (ve a "6").