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Presidencia de Marcelo T. de Alvear (1922-1928)

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Yrigoyen fue siempre despreciado por los sectores más ricos a pesar de no afectar demasiado sus privilegios y menos su riqueza. Sin embargo, y a pesar de haber sido elegido como su sucesor por el “Peludo”, Alvear fue muy bienvenido por la elite, de la que él mismo procedía. Si hubiera existido una nobleza en Argentina, la familia del presidente seguramente sería una de las más representativas. Su abuelo Carlos María de Alvear, hijo del noble español Diego de Alvear y Ponce de León, fue el segundo Director Supremo de la Provincias Unidas en 1815, primero amigo y compañero en la Logia Lautaro de San Martín (incluso hay serias sospechas que sean medio hermanos), pero luego el ego de Carlos María y otros intereses lo distanciaron del Libertador convirtiéndose en enemigos. A diferencia de San Martín, siempre fue el “prócer” mimado junto a Rivadavia de la historia oficial, sobre todo porteña. En eso también tiene mucho que ver Torcuato de Alvear, hijo de Carlos y padre de Marcelo, primer intendente de la ciudad de Buenos Aires cuando es federalizada. Él fue quien puso el nombre a la avenida más aristocrática de la ciudad.

El 12 de octubre de 1922 en la ceremonia habitual de traspaso del mando en el Congreso Nacional, Alvear destaca y se compromete a continuar la obra realizada por su partido y (en segundo término) por la gran personalidad del presidente saliente. A esta altura, luego de ser el elegido por Yrigoyen unos meses antes, ya todo el mundo comenta, sobre todo los diarios opositores, del distanciamiento del líder radical y su sucesor. La ruptura definitiva se dio cuando Alvear anunció su gabinete (véase el capítulo XII: “Almanaque 1916-1930”), con personas nada gratas para Yrigoyen sumado al hecho de haber prescindido de su consulta para formarlo. Hasta los diarios oficialistas como La Época cuestionan algunos nombres, mientras el otrora acérrimo opositor, La Nación, elogia a Alvear por los hombres elegidos para acompañarlo en su gobierno. Inclusive circulan versiones que Yrigoyen presionaría con sus partidarios para forzar la renuncia de Alvear para que asuma el vicepresidente Elpidio González.

De los ministros elegidos por Alvear para conformar su gabinete solamente uno era de entera confianza de Yrigoyen, Eufrasio Loza, de Obras y Servicios Públicos. El resto, incluso, se había manifestado en contra del personalismo del ahora expresidente. De todas formas, en los seis años de mandato el gabinete va a sufrir constantes cambios, cumpliendo su mandato solamente Ángel Gallardo en Relaciones Exteriores, Celestino J. Marcó en Justicia e Instrucción pública y Manuel Domeneq García en Marina.

A pesar de las diferencias con Yrigoyen, su política interior va a darle cierta continuidad en los métodos. Durante el mandato de Alvear son diez las intervenciones federales y sólo tres cuentan con la aprobación del Congreso. Tucumán, Mendoza y San Juan contarán con las leyes correspondientes. Por decreto interviene Jujuy, Catamarca, Salta y dos veces a La Rioja (1924 y 1925) y otras dos a Santiago del Estero (1924 y 1928). Aunque fueron menos que en el gobierno anterior, continuaron y además se sumó el intento de intervenir Buenos Aires, bastión yrigoyenista.

Las mayores diferencias con el gobierno de Yrigoyen tuvieron que ver con el enfrentamiento entre personalistas y antipersonalistas. Por ejemplo, Alvear, puso el gasto público bajo control del Congreso, aunque se logró limitarlo relativamente. De esta forma se intentó quitarle a Yrigoyen una de sus principales herramientas de control partidario. El enfrentamiento se dio tanto en los conflictos entre el presidente y el vice como en el parlamento, donde cada proyecto presentado era motivo de arduas discusiones entre los propios legisladores radicales. Los partidarios de Alvear quisieron controlar el partido desde el gobierno e intentaron intervenir la provincia de Buenos Aires. Desde el diario yrigoyenista La Época se criticaba al gobierno con más dureza que los diarios tradicionalmente conservadores. Vicente Gallo ocupó el Ministerio del Interior en lugar de Matienzo y trató de controlar los comités partidarios.

El enfrentamiento llegó a tal punto que en las elecciones de la Capital Federal de 1924 la UCR presentó dos listas, permitiendo que ganara el socialismo y los antipersonalistas obtuvieran el segundo lugar. Este grupo encabezado por Leopoldo Melo, Segundo Gallo y José Tamborini, constituyeron la Unión Cívica Radical Antipersonalista y recibieron el apoyo de agrupaciones conservadoras de varias provincias. De todas formas, el alvearismo no pudo controlar el aparato partidario, sobre todo después de la derrota electoral de 1924.

Almanaque Histórico Argentino 1916-1930

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