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Golpe de Estado

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Sin duda una de las principales causas de la primera interrupción del orden constitucional en la Argentina, el 6 de septiembre de 1930, fue la crisis de Wall Street de 1929. Los terratenientes exportadores, a pesar de no haber sufrido pérdidas por la política económica del radicalismo, no vieron a Yrigoyen con el compromiso que ellos necesitaban para enfrentar la crisis. En realidad, ni siquiera el sistema democrático era válido para defender sus intereses y aprovechando un desprestigio mundial de las democracias liberales, criticadas por derecha por el auge de los nacionalismos fascistas y por izquierda por el crecimiento del comunismo, a partir de la creación de la URSS, crearon las condiciones a través de sus voceros periodísticos, para desprestigiar primero a Yrigoyen, a pesar de su enorme popularidad en las elecciones de 1928, pero también al sistema constitucional, logrando crear en la opinión pública la pasividad e inclusive un importante apoyo al golpe.

Como dice Alberto Rossi:

“Sectores nacionalistas y conservadores coincidían en que Yrigoyen no era la persona adecuada para superar la crisis económica externa, que parecía no tener fin, y provocaba la caída de las exportaciones, lo que comprometía los ingresos fiscales, la balanza comercial y la de capitales.

Al mismo tiempo en que los intereses latifundistas, y los sectores comerciales y financieros entraban en crisis, comenzaba el deterioro de la imagen de Yrigoyen, donde los medios que respondían a los intereses del capital concentrado nacional y a los intereses externos radicados en el país, cumplieron un papel importante en el direccionamiento de la opinión pública en este sentido.

Los problemas presupuestarios provocaron atrasos en el pago de los sueldos a empleados del Estado, policías y militares, produjeron una caída en el consumo que afectó económicamente a comerciantes, pequeños talleres y aquellos asalariados vinculados a estos últimos, restándole apoyos al gobierno radical.

Dentro de las filas de la propia UCR, los antipersonalistas que seguían a Alvear se sumaron a las críticas al presidente, restándole apoyos.

Este clima fue propicio para realizar el golpe de Estado, y los sectores que históricamente se enfrentaron al yrigoyenismo (Liga Republicana, Liga Patriótica), comenzaron a buscar un líder para realizar un levantamiento militar.

Uriburu, quien se había desempeñado como Inspector General del Ejército en el Gobierno de Alvear, cargo con el que se designaba a la máxima autoridad del arma, poseía estrechos vínculos personales con la mayoría de la oficialidad, y también con la elite política tradicional, por lo que parecía el indicado para este cometido.”5

Por otra parte, las Fuerzas Armadas, por iniciativa de Julio A. Roca, habían iniciado el siglo XX con algunas reformas con la intención de profesionalizar a los oficiales con una carrera militar y despolitizar el tema de ascensos, promociones, destinos y retiros que se hacían desde las diferentes facciones de la elite gobernante por afinidad. Si bien estas medidas lograron una mayor eficacia en la organización castrense, también le otorgó una autonomía al poder militar, que con el pasar de los años se va a transformar en factor de poder que va a sufrir también las internas típicas de las corporaciones.

Si a esto se suma, en la misma época, la instauración del servicio militar obligatorio, donde todos los ciudadanos hombres pasaban al menos un año de su juventud dentro del régimen castrense, el poder que iban tomando las Fuerzas Armadas era cada vez mayor. El servicio militar no sólo mantenía una importante cantidad de personas bajo el mando militar, lo que aumentaba considerablemente sus fuerzas, sino que los soldados reclutados, sobre todo en los sectores más pobres y del Interior del país, vivían una retroalimentación de sentir el prestigio de portar un uniforme, conocer otros destinos del país y estar bien alimentados e instruidos, al menos durante un año. Retroalimentar el prestigio porque no sólo el soldado sentía el orgullo de pertenecer a un ejército históricamente “glorioso”, sino que familias y vecinos sentían lo mismo, pero recíprocamente convertían en prestigiosas y dignas a las instituciones militares.

Ya vimos cómo durante la primera presidencia de Yrigoyen el Ejército manifestó su descontento en varias ocasiones y reclamó mayor participación a partir de su utilización en las represiones obreras, provocando la formación de la Logia San Martín, donde Agustín P. Justo era uno de sus principales referentes. Cuando asume Alvear su candidato para el Ministerio de Guerra era Uriburu, pero desde su propio entorno surgió la propuesta de Justo, antiyrigoyenista, pero con gran influencia en la fuerza.

El propio Alvear creó un nuevo cargo en 1923, el de inspector general del Ejército y lo nombró a Uriburu. Desde esta posición el futuro golpista va a recorrer e inspeccionar todos los cuarteles teniendo un estrecho contacto con oficiales y tropa, otorgándole un conocimiento del estado de ánimo de la fuerza y consolidando su liderazgo en amplios sectores de la misma.

En 1927 se corrieron rumores de que Justo estaría por encabezar un movimiento castrense para impedir que Yrigoyen volviera a la presidencia. El propio ministro tuvo que salir a desmentirlo. Esos rumores fueron alentados por los medios periodísticos voceros de los grupos de poder económico, que ya buscaban alternativas para evitar que Yrigoyen mantenga su liderazgo.

El Ejército se había convertido en una alternativa de poder y no es un dato menor el prestigio que va a acrecentar a partir del servicio militar obligatorio, que va a convertir a las FF.AA. en un partido político más, durante los siguientes 60 años.

Pero las empresas periodísticas son las que preparan a la ciudadanía para aceptar el golpe de Estado, como ocurrirá durante todo el siglo XX. “En enero de 1929 los diarios opositores acusan a Yrigoyen de arbitrario, denunciando que se cierne el fantasma de la dictadura e invitando a oponer todas las fuerzas para evitarlo”.6

Las elecciones legislativas de marzo de 1930 muestran la pérdida de votos con respecto a 1928. El radicalismo personalista obtiene 215.469 votos menos que en la elección anterior. Pero además pierden la elección en la Capital Federal, en manos de los socialistas, después de 15 años de sucesivas amplias victorias radicales. “El periodismo porteño aprovecha la derrota radical en la Capital, y en alguno de ellos llega a afirmarse que Yrigoyen es un monstruo que hay que matar”.7

El primer golpe de Estado de la República Argentina ya estaba en marcha y se va a concretar el 6 de septiembre de 1930.

Almanaque Histórico Argentino 1916-1930

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