Читать книгу El físico y el filósofo - Jimena Canales - Страница 27

EL VERANO PASADO

Оглавление

En invierno de 1921, Bergson y Einstein no se conocían, pero algunos científicos y filósofos en Francia ya estaban preparando el terreno para el debate que iba a tener lugar en primavera. Langevin y Édouard Le Roy —uno defensor de Einstein, el otro de Bergson— volvieron a medir las armas en público, esgrimiendo argumentos que volverían a aflorar en primavera. Ante una «gran concurrencia» en la Sorbona, llovieron las objeciones a Einstein. Bergson presidió una de las sesiones. La más interesante, sin embargo, no fue la suya, sino una sobre Einstein, que volvió a contar con el amparo de su amigo y discípulo Langevin.

Ese invierno, tanto filósofos como científicos ya estaban «planeando encontrarse en las conferencias de París que Einstein iba a dar pronto». Estaban cogiendo forma dos posturas claras: una a favor y otra en contra del científico. «La reunión que atrajo una mayor atención del público y provocó más “revuelo”» fue la defensa de Einstein a cargo de Langevin. Planteó sus argumentos contra Paul Painlevé, uno de los matemáticos más renombrados de Francia, que usó algunos de los mismos argumentos que Bergson volvería a sacar a colación en Duración y simultaneidad. Su discrepancia «fue un espectáculo fascinante para los presentes», sobre todo por el contraste entre los dos hombres intervinientes: la «elocuencia ardiente y brillante» de Painlevé contra «la simplicidad sonriente y tranquila del señor Langevin»13.

El debate entre Painlevé y Langevin mantuvo en vilo a los participantes: «Tal vez la más animada de las asambleas generales de la tarde fue aquella que versó sobre la Relatividad. En ella, dos famosos matemáticos franceses, Langevin y Painlevé, se batieron en duelo, encontrando el primero más relevante, y el segundo menos, la teoría de Einstein»14. Un asistente dijo que la ciencia fue el tema de mayor interés durante esta reunión de filósofos:

De particular interés, no obstante, fue la séance generale para la sección de lógica y filosofía de la ciencia, presidida por monsieur Painlevé, del Instituto… […] Debatieron con extraordinaria fuerza y viveza el profesor Langevin y monsieur Painlevé. Langevin habló en defensa de la teoría de la relatividad y Painlevé habló sin cuartel en contra. Cuesta imaginar un ejemplo más brillante de esta clase que esta asamblea general15.

Einstein siguió estos sucesos en París desde la lejana Berlín. Le inquietaban tanto que, en una cena a la que asistió antes de irse hacia París, habló con el conde Harry Kessler, un emprendedor y diplomático mundano que acababa de regresar de la capital francesa. Kessler había hablado con Painlevé y Einstein quería enterarse de todos los pormenores. Le pidió que repitiera «en más de una ocasión y literalmente» cualquier comentario que Painlevé le hubiera hecho16. El físico tenía que estar preparado.

El físico y el filósofo

Подняться наверх