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7 BERGSON ESCRIBE A LORENTZ

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HAARLEM, PAÍSES BAJOS

En 1928 Einstein visitó Países Bajos para dar un conmovedor discurso en un funeral. Su colega y amigo Hendrik A. Lorentz acababa de morir a los setenta y cuatro años. Un viernes, exactamente al mediodía, el telégrafo estatal y los servicios telefónicos del país se suspendieron durante tres minutos como «homenaje al mayor prohombre que Países Bajos haya dado en nuestro tiempo»1. Pese a ser un íntimo amigo, un científico reputado y el autor de las ecuaciones que Einstein usó en su teoría de la relatividad, el neerlandés no aceptó nunca sus conclusiones. ¿Por qué?

Lorentz recibió el ansiado Premio Nobel de Física en 1902. En 1895 propuso que las longitudes podían contraerse con el movimiento. Unos años más adelante, sugirió que los relojes podían ralentizarse en esas mismas circunstancias. Los motivos por los que la relación de Einstein con Lorentz fascina a los expertos son los mismos que alimentan el interés de su relación con Henri Poincaré. ¿Por qué estos dos científicos no propugnaron la teoría que revolucionó la física? Einstein tenía una relación cercana y afectuosa con Lorentz, que representaba una especie de figura paterna para el joven físico2. Al inicio, su trabajo sobre la relatividad era tan similar que costaba mucho discernir las contribuciones de cada uno; tanto, de hecho, que se solía llamar la teoría de Einstein-Lorentz. Pero su relación no fue siempre fluida, sobre todo en lo concerniente a ciertas interpretaciones de la relatividad.

Abraham Pais, un colega que acabó escribiendo la biografía de Einstein, le describió como alguien incapaz de «liberarse» de las viejas teorías, algo en lo que se parecía mucho a Poincaré3. ¿Bergson pudo tener algún efecto sobre la opinión que le merecía Einstein a Lorentz? Unos años después del encuentro en París, Bergson empezó a hablar mal de Einstein a Lorentz a espaldas del alemán. En una carta a Lorentz, explicó por qué los físicos estaban recibiendo su filosofía con tanta aversión. Especuló con que Einstein y muchos otros físicos simplemente no le entendían y compartió con Lorentz un retrato muy negativo del físico:

En general, los físicos de la relatividad me han malinterpretado. Valga decir que no acostumbran a conocer mis opiniones si no es por medio de rumores, por relatos inexactos e incluso completamente falsos. Este es tal vez el caso del propio Einstein, si lo que cuentan de él es cierto4.

La argumentación de Bergson difería de la de Lorentz en varios aspectos, pero aceptaba y usaba plenamente sus ecuaciones. Como Lorentz, él defendía que la interpretación de Einstein de la relatividad no era la única viable.

Bergson también conoció a Albert A. Michelson, el autor del experimento que devino crucial para la relatividad, y estudió encarecidamente su trabajo. Los historiadores se han planteado muchas veces por qué Lorentz, Poincaré y Michelson —los tres hombres cuya investigación se aproximaba más a la de Einstein— no bendijeron incondicionalmente la teoría de la relatividad. El papel de Bergson como persona, colega, mentor, amigo y confidente —además del papel y el impacto de su filosofía— fue clave. ¿Cómo se acoplaban las tesis de Poincaré, Lorentz y Michelson con las de Bergson? Los tres coincidían en que la teoría de la relatividad tal como la concebía Einstein podía ser aceptada, pero no tenía por qué serlo. Su aceptación o rechazo era algo que, a fin de cuentas, debía dejarse a juicio de los propios científicos.

Las pruebas sugieren que Lorentz y Bergson compartían punto de vista sobre muchas cuestiones de calado de su época. Bergson consideraba que sus argumentos en Duración y simultaneidad eran compatibles con los de Lorentz (aunque no eran ni por asomo idénticos). Mientras que Lorentz esperaba que devolverían la creencia tradicional hacia una noción universal y absoluta del tiempo, Bergson no albergaba tales expectativas. Bergson no respaldaba a Lorentz hasta este extremo. No llegaba a defender la controvertida hipótesis de la contracción, la fe en el éter o la esperanza de que la hipótesis de las estrellas fijas pudiera usarse como punto de referencia estable para las leyes de la física.

Las discusiones sobre la física del tiempo fueron especialmente tensas porque los tres hombres participaron en el CIC, una de las secciones más prestigiosas de la Sociedad de las Naciones. Lorentz fue llamado para sustituir a Einstein después de que este, enojado, dimitiera del comité. Después, Bergson, que presidía la institución, apoyó al científico neerlandés hasta tal punto que lo nombró su sucesor. Lorentz lo relevó como presidente en 1925. Apenas un año antes, Bergson había mandado una carta a Lorentz invitándole a cenar y prometiéndole lo siguiente: «Estaremos absolutamente solos». En esa misma carta, le daba las gracias por haberle enviado una nota sobre «los dos relojes»: «Mi primera impresión es que vuestro argumento es irrefutable». Luego añadió un apartado final para explicar por qué sus dos argumentos eran compatibles: «Y por esa razón el mío sigue siendo correcto»5.

El físico y el filósofo

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