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LA OBRA DE POINCARÉ

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Poincaré estaba muy familiarizado con los problemas para medir el tiempo y determinar la simultaneidad. En 1898 publicó un crucial ensayo titulado «La medida del tiempo» en Revue de métaphysique et de morale. ¿Por qué un artículo sobre la medición del tiempo encajaba en una revista consagrada a la metafísica y la moral?

El artículo se rescató luego como el segundo capítulo de su famoso libro El valor de la ciencia. En ese ensayo, Poincaré señalaba que no había un solo procedimiento de coordinación temporal que pudiera considerarse un método absoluto para determinar el tiempo. De 1898 hacia delante, Poincaré escribió a menudo sobre cómo hacer frente a relojes separados que marcaban tiempos dispares47. En cada situación específica debería adoptarse el procedimiento más conveniente. En cuanto a Einstein, no era un problema que se tuviera que resolver revolucionando las leyes de la física existentes.

Otra tesis importante del ensayo de Poincaré era que «no tenemos una intuición directa de la simultaneidad, ni tampoco de la igualdad de dos intervalos temporales»48. Al criticar nuestra intuición del tiempo, ¿estaba atacando a Bergson? A fin de cuentas, Bergson era conocido por muchos como un defensor de la intuición. Una vez dijo de su filosofía que «apelaba al sentimiento, la intuición y la vida interior»49. Al negar que pudiera intuirse directamente la simultaneidad, ¿Poincaré no estaría adoptando una postura contraria a Bergson?50 Sí y no.

Dentro del «reino de la conciencia», Poincaré admitió que «la noción del tiempo era relativamente clara», pero no lo suficiente como para basar en ella las mediciones científicas51. Su opinión era similar a la de Bergson, que usaba el concepto de la intuición de un modo diferente a como lo usaban muchos psicólogos para referirse a una estimación, una suposición o una corazonada. La tesis de Poincaré no era que las intuiciones sobre el tiempo no fueran relevantes para la ciencia, sino que no eran lo bastante coherentes como para ser referencias sólidas a fin de medir el tiempo precisa y cuantitativamente. Su argumento contra la «intuición directa» iba dirigida al concepto psicológico, no al filosófico.

Cuando Bergson remarcaba la importancia de la intuición, no decía que pudiera usarse para cuantificar el tiempo. La intuición del tiempo que quería remarcar eran precisamente los aspectos de nuestro sentido temporal menos repetitivos, rítmicos y homogéneos. Era la intuición de la «condición móvil de la realidad» la que subrayaba, no una intuición de simultaneidad o una clara serie de sucesos52. Nuestra intuición de la duración, según Bergson, percibía su condición de constante cambio. Un autor lo explicó con claridad: «Esta duración, que percibimos de inmediato, se manifiesta en nosotros y a nuestro alrededor mediante un rejuvenecimiento incesante: no hay dos instantes iguales»53.

El físico y el filósofo

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