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LORENTZ Y EINSTEIN

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Lorentz fue un firme admirador y defensor de Einstein en lo personal y lo profesional; y, en general, simpatizaba con su ideología política, salvo en lo tocante a la Sociedad de las Naciones. Mientras que Einstein apenas tuvo relación con Poincaré, con Lorentz sí tuvo una relación estrecha y personal que se prolongó muchos años. Ambos se escribieron un sinfín de cartas sobre ciencia y política y se avinieron, aunque alguna vez afloraron ciertas tensiones. Cuando murió Lorentz, Einstein estuvo a la altura de las circunstancias y fue a hablar de forma solemne y generosa en su funeral. «Os venero de forma desmesurada», le escribió una vez Einstein. Durante toda la vida, Einstein siguió elogiando a su colega y sus parientes6. La admiración era mutua. Lorentz usó toda su influencia para conseguir que Einstein fuera a trabajar a Utrecht, aunque él rehusó. Al estallar la Gran Guerra, Einstein y Lorentz congeniaron aún más, compartiendo muchos objetivos políticos. Lorentz abanderó varias iniciativas antibélicas desde Países Bajos y, cuando comenzó la contienda, Einstein le contactó de inmediato para transmitirle su postura internacional y su oposición a la guerra7.

Pero debajo de estos foros públicos subyacía una relación un tanto rígida, dificultada por la cercanía de Lorentz con Bergson. Y también por su afinidad con Poincaré. Lorentz y Poincaré parecían tan íntimos que un científico neerlandés describió al primero como «el Poincaré neerlandés»8. Cuando Poincaré habló sobre la teoría de la relatividad en uno de sus últimos discursos, atribuyó algunas de sus propiedades esenciales a Lorentz9.

Ambos se apoyaron mutuamente con gran firmeza. En 1902 Poincaré nominó a Lorentz para el Premio Nobel, que acabaría ganando. En su nominación, Poincaré concedió al neerlandés el mérito de introducir el concepto de la dilatación temporal. La carta de Poincaré al Comité de los Nobel apoyando a Lorentz hablaba de su «ingeniosa invención del “tiempo reducido”», en el que «todo pasa como si el reloj de un lugar se ralentizara en comparación con el otro». Según Poincaré, Lorentz también había reparado en que «no existe ningún experimento que pueda llevarnos a descubrir» una diferencia entre un reloj en movimiento y uno estático, de modo que ningún experimento puede ayudarnos a decidirnos por un tiempo y no por otro. También le atribuyó el haber cambiado nuestro concepto de la simultaneidad. El sorprendente descubrimiento de Lorentz explicaba por qué «dos fenómenos que ocurren en dos sitios diferentes pueden parecer simultáneos aunque no lo sean»10. El propio Lorentz dijo más tarde, en una célebre afirmación, que «Einstein solo postula lo que nosotros hemos deducido, aunque lo hace con cierta dificultad y de forma algo insatisfactoria»11.

Su valoración del trabajo de Einstein no era anómala. Tras ser publicada en 1905, su obra pasó casi desapercibida. Una de las pequeñas notas que la mencionaron advirtió desabrido: «Conduce a resultados formalmente idénticos a los de la teoría de Lorentz»12. Al principio, Einstein agachó la cabeza y puso el nombre de Lorentz a la teoría, llamándola «la teoría de Lorentz y Einstein»13. No se separó de la postura de Lorentz hasta 1907, cuando se refirió por separado a «la teoría de H. A. Lorentz y el principio de la relatividad»14. En esa misma publicación, refirió con más detalle sus diferencias con Lorentz. Einstein afirmó que había tomado el «tiempo local» de Lorentz como el tiempo en general: «No obstante, curiosamente lo único que hacía falta para vencer esa dificultad era una concepción del tiempo lo bastante nítida»15. Lorentz se había referido a una de las magnitudes alteradas como «tiempo local» (y en las ecuaciones de longitud similares lo llamaba «longitud aparente»), pero Einstein terminó por creer que no había nada único en ello; y menos aún algo «local» o «aparente».

La nueva «y suficientemente nítida concepción del tiempo» de Einstein sumó el apoyo de Hermann Minkowski en una famosa conferencia de septiembre de 190816. Minkowski había sido profesor de matemáticas de Einstein en la Politécnica de Zúrich, donde el alemán había completado su doctorado, y luego se convirtió en uno de sus incondicionales más influyentes. De hecho, fue clave a la hora de articular las diferencias entre la obra de Lorentz y la de Einstein a la luz de la reinterpretación del segundo del tiempo local17. En el famoso discurso proclamando los logros de su alumno, Minkowski ni siquiera mencionó los méritos de Poincaré18. Minkowski también fue vital para rebatir una de las principales acusaciones contra la teoría. Argumentó que la relatividad no era una hipótesis artificial, sino que era fruto necesario de esta nueva concepción del tiempo19.

En comparación con Einstein o Minkowski, Poincaré y Lorentz nunca atribuyeron el mismo significado y relieve a estas conclusiones. ¿Por qué? ¿Cuál fue el papel de Bergson en estas discusiones?

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