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TOMA 7

La peluquería está en la calle Pasco y por lo que me contaron, Don José llegó a principios de los cincuenta y nunca dejó de trabajar.

Estaba terminando un corte así que me senté a esperar.

Cuando terminó con el escobillón le pregunté si se acordaba del pibe.

—¿Qué si le conocí? ¿Y usted por qué lo quiere saber?

Como pensé “un gallego jamás te va a contestar una pregunta si no es con otra”.

Le empecé a explicar que estaba escribiendo una nota para el diario… pero me interrumpió como si no me escuchara.

—Era un chico normal, como cualquiera de los de aquí del barrio. Venía a cortarse el cabello muy corto una vez al mes. Muy callado, muy correcto. No como el padre que era una muy mala persona.

“¿Por qué? Bueno porque todo el barrio lo sabía. Alguien que le pega a la mujer sin ningún motivo es una mala persona. ¿A usted qué le parece? La madre era una buena mujer. Demasiado buena diría yo. Aguantaba todo lo que hacía ese tipo. Supongo que por eso este chico se fue de la casa tan joven.

“No. Por aquí no vino más y nunca lo volví a ver.

“No le puedo decir nada más porque no sé más que lo que le cuento” —terminó.

Le agradecí con un apretón de manos, le dejé mi tarjeta y me fui.


Se acercó a la puerta para asegurarse que el tipo se hubiera ido, cerró con cuidado, alzó el teléfono y lo llamó a Mario.

—Oye Marito, un tipo anduvo por acá preguntando por tu sobrino. Me dijo que era periodista, pero no me gustó nada.

“De nada hombre, a ver cuándo te vienes una noche a tomar una copita.

La sombra del General

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