Читать книгу La sombra del General - Leonardo Killian - Страница 8

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TOMA 3

—Papá tiene cáncer.

La vieja seca y directa como siempre, se lo había dicho mientras le servía el café con leche.

No la miró, pero escuchó que lloraba. Un llanto apagado.

Siguió con la vista clavada en la medialuna hundida en la taza hasta que la madre salió de la cocina.

Terminó de desayunar, preparó la valija en silencio y salió para la escuela.

La gallega le dio un beso y lo acompañó hasta el umbral, desde donde lo seguía con la mirada hasta que doblaba en la esquina.

Había una melodía de Charlie Parker grabada en vivo con Dizzy Gillespie: “Maníes salados”.

El humor de Gillespie le hacía gritar después de un solo infernal, donde competían con el Bird a ver quién tocaba más rápido, “Salt peanuts, salt peanuts…” Y seguían con el duelo genial.

La había escuchado antes de dormirse, en la radio que tenía en la mesa de luz, donde todas las noches lo acompañaba el programa de Merellano y la melodía se le había pegado.

Algún día tocaría como esos tipos, pero por ahora se consolaba remedando el sonido de los caños con las manos tapándose la boca.

No dejó de tocarla hasta llegar al Vieytes. Imitaba el sonido de la trompeta y gritaba loco de contento

—¡Salpinats, salpinats…!

La sombra del General

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