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14. Prío

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El 13 de junio de 1948 fue electo Carlos Prío Socarrás. El Partido Ortodoxo fue derrotado. Fidel había hecho campaña en el Oriente: mi discurso en Santiago, exageró, fue el más grande en la historia de la ciudad. Profetizó la sonora derrota de los auténticos: se equivocó grueso. Prío era auténtico como Grau y de inmediato fue objeto de su odio. Gran parte de los cubanos no veía las cosas como él: la economía crecía, el gobierno era popular. Fue un régimen cruel y antiobrero, repetiría luego: pero si es indudable que se manchó de escándalos, la violencia que afligió al país fue culpa de muchos, Fidel incluido. Era un gobierno constitucional que garantizó las libertades civiles de las cuales Fidel usufructuó en abundancia.42

Las elecciones cubanas no eran las más transparentes del mundo; ni tampoco las más corruptas, en especial en los centros urbanos donde la opinión pública era instruida, las instituciones representativas, la prensa pluralista. Para Fidel era politiquería y basta: se tornó aun más agresivo. ¡Prío protegía a las bandas asesinas! Evocó a Émile Zola: ¡yo acuso! Era siempre vida o muerte: estoy pronto a pagar el precio de acusar al presidente por “nuestra tragedia nacional”. No pagó ningún precio: publicaba sus acusaciones en la prensa. ¿El gobierno protegía a la bandas? Fidel era parte de ellas. La democracia era una cáscara de nuez entre las olas. En aquella época había adquirido “constancia, tenacidad y también astucia” revolucionaria, recordó. ¿Que quería decir? Que un fin elevado justifica cualquier medio: violencia, disimulo. Su lucha invocaba democracia y Constitución, jamás el socialismo: asustaba demasiado.43

Fidel Castro

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