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2. EL INFORME DE LA COMISIÓN DEL FUTURO DEL TRABAJO: TRABAJAR PARA UN FUTURO MÁS PROMETEDOR11

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Los prolegómenos de la Declaración deben buscarse en la 104.ª reunión de la Conferencia (2015), en la que los delegados se pronunciaron a favor de un plan articulado en torno al futuro del trabajo. Sucesivamente, en agosto de 2017 se constituyó la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, que estuvo presidida por el Primer Ministro de Suecia, Sr. Stefan Löfven, y por el presidente de Sudáfrica, Sr. Cyril Ramaphosa. A ellos se sumaron otros 25 miembros de todas las regiones con diferentes intereses, trayectorias profesionales, experiencias y perspectivas, pero todos ellos con profundos conocimientos especializados en el mundo del trabajo12.

La Comisión Mundial celebró cuatro reuniones oficiales y publicó su informe, titulado Trabajar para un futuro más prometedor, el 22 de enero de 2019. Consideramos que el Informe de la Comisión –antecedente directo de la Declaración de junio de 2019– constituye un importante documento a nivel internacional, porque fue consensuado por representantes calificados de diversos países e intelectuales (laboralistas y economistas) también de relieve mundial.

Si bien la Declaración de junio de 2019 recogerá diversas consideraciones y objetivos del Informe, nos detendremos, en primer lugar, en el análisis del Informe que examina con precisión y profundidad los principales problemas del trabajo contemporáneos.

La idea central del Informe es que “la protección social es un derecho humano esencial y al mismo tiempo un factor productivo que ayuda a las economías a prosperar”. Tres aspectos generales del Informe queremos destacar: a) la visión optimista de la OIT ante un futuro que aparece lleno de incertidumbre y de algún modo nos asusta y preocupa. Es posible gobernar ese futuro –hoy incierto– en la medida en que reconozcamos los desafíos y los enfrentemos; b) la necesidad de profundizar las políticas públicas en materia de empleo. En este sentido el Informe, a lo largo de sus páginas, asigna un rol central al Estado en la gobernanza de los cambios y, en especial, de las relaciones laborales; c) la afirmación de que toda construcción del futuro deberá ser fruto de una elaboración colectiva: “nos encontramos –afirma enfáticamente el documento– ante desafíos colectivos, que exigen respuestas colectivas”13.

A partir de estas consideraciones iniciales, la Comisión examinó en su Informe diversos aspectos que son clave en las relaciones laborales contemporáneas: 1) la cuestión de la formación continua y la recualificación profesional; 2) los problemas y retos que plantea la organización del tiempo de trabajo y de la vida personal; 3) la igualdad de género del mañana; 4) la importancia de un ambiente sostenible para la construcción del “trabajo decente”; 5) la protección social en un sistema en que va desapareciendo el trabajo subordinado y 6) la importancia de las políticas fiscales en la redistribución de la renta, para evitar de esa forma el desequilibrio del sistema.

Entre los conceptos que se destacan en el Informe, destacamos los siguientes:

a) Reconocimiento del derecho a un aprendizaje a lo largo de la vida, que permita a las personas adquirir competencias, perfeccionarlas y reciclarse profesionalmente. Para ello será necesario “incrementar las inversiones en las instituciones, las políticas y las estrategias que presten apoyo a las personas a lo largo de las transiciones que entraña el futuro del trabajo. Los jóvenes necesitarán ayuda para navegar por las cada vez mayores dificultades que entraña la transición de la escuela al trabajo. Habrá que aumentar las posibilidades de los trabajadores de edad avanzada para que puedan seguir siendo económicamente activos mientras lo deseen, lo que, a su vez, generará una sociedad activa a lo largo de toda la vida. Será preciso ayudar a todos los trabajadores en las transiciones cada vez más frecuentes del mercado de trabajo, que afrontarán en el curso de sus vidas. Las políticas activas del mercado de trabajo han de hacerse proactivas y han de ampliarse los servicios públicos de empleo”14.

b) La idea de que las tecnologías dan paso a un modelo flexible de jornada de trabajo, que por una parte permite al trabajador adquirir nueva autonomía para organizar su tiempo de labor, por el otro, puede someterlo a una disponibilidad continua, aún fuera de su “tiempo de trabajo”. “La capacidad de tener más opciones y de ejercer un mayor control sobre sus horas de trabajo –expresa el Informe– mejorará su salud y su bienestar, así como el desempeño personal y empresarial. Los gobiernos, los empleadores y los trabajadores deben invertir esfuerzos en elaborar acuerdos sobre la ordenación del tiempo de trabajo que permitan a los trabajadores elegir los horarios de trabajo, sujetos a las necesidades que tenga la empresa de una mayor flexibilidad”15.

c) La igualdad de género del mañana: el Informe afirma la necesidad de “aplicar un programa transformador y mensurable para la igualdad de género”. En el documento se recuerda que “el mundo del trabajo empieza en el hogar. Desde las licencias por paternidad hasta la inversión en servicios públicos de cuidados, las políticas han de promover que se comparta la prestación de cuidados no remunerados en el hogar para crear una auténtica igualdad de oportunidades en el lugar de trabajo. El fortalecimiento de la voz de las mujeres y de su liderazgo, la eliminación de la violencia y del acoso en el trabajo, y la aplicación de políticas de transparencia salarial son condiciones para la igualdad de género. Es preciso también adoptar medidas específicamente orientadas a la igualdad de género en los puestos de trabajo del mañana que las nuevas tecnologías harán posible”16.

d) El ambiente y el desarrollo sostenible: El Informe aborda también la cuestión del ambiente y el desarrollo sostenible, hecho no suficientemente debatido en nuestras realidades nacionales y que, en los últimos tiempos, comienza a adquirir protagonismo en América Latina. El tema del desarrollo sostenible importa en el sistema de relaciones laborales, porque no debemos olvidar que “el ambiente” y “el trabajo decente” son compañeros de ruta en la evolución de nuestras sociedades. “Los países –expresa el Informe– deben ahora priorizar inversiones sostenibles a largo plazo que favorezcan el desarrollo humano y protejan el planeta. Con nuevas normas, incentivos empresariales y objetivos de política económica pueden orientarse mejor las inversiones hacia ámbitos de la economía que promuevan empleos decentes, igualdad de género y desarrollo sostenible, proporcionando al mismo tiempo una base para actividades de alto valor añadido. El objetivo general es invertir en ‘trabajo decente y sostenible’, una expresión que utilizamos para designar la vía del crecimiento y el desarrollo centrados en las personas con el fin de lograr trabajo decente para todos”17.

e) La protección social: uno de los grandes desafíos del futuro del trabajo será, sin duda, las reformulaciones de las protecciones del ciudadano-trabajador y de su eventual marginación de las posibilidades de empleo que ofrecerán las nuevas tecnologías. En esta línea, el Informe de la OIT se detiene sobre el rol que deberá cumplir la Seguridad Social en el futuro: “la protección social es un derecho humano y es esencial para que los trabajadores y sus familias puedan gestionar sus futuras transiciones. Ante las transformaciones que se están produciendo y que darán lugar a perturbaciones y desplazamientos de población, la protección social libera a los trabajadores de temores e inseguridades, y les ayuda a participar en los mercados laborales”18. También destaca el documento que “la protección social es un factor productivo que ayuda a las personas y a las economías a prosperar”. Pero alerta: “sin embargo, más de la mitad de la población mundial sigue estando absolutamente desprotegida, una parte bastante considerable de la población solo está parcialmente cubierta, y los cambios en la organización del trabajo han creado nuevas deficiencias que es preciso subsanar”19.

f) El rol de las políticas fiscales: el Informe de la OIT considera que las políticas públicas son el instrumento indispensable de ordenación de las oportunidades de trabajo del futuro y de tutela de los desequilibrios, que las transformaciones tecnológicas podrán ocasionar. Los desequilibrios producidos por la disparidad de tratamientos y tutelas de los trabajos del futuro deberán ser amortiguados por adecuadas políticas fiscales. El Informe de la OIT es particularmente preciso y severo en el tema de las políticas fiscales. “La aplicación efectiva de políticas fiscales justas –indica– es crucial para financiar la inversión en trabajo decente y sostenible. Los sistemas fiscales han de ser equitativos y coherentes con el fomento del trabajo decente, el crecimiento económico y el desarrollo empresarial, y la recaudación ha de ser suficiente para cumplir las ambiciones del programa centrado en las personas”20.

Globalización y digitalización del mercado de trabajo: propuestas para un empleo sostenible y decente

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