Читать книгу Técnicas de innovación docente en Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social - María Elisa Cuadros Garrido - Страница 23

1. DE LA DOCENCIA EN LÍNEA DURANTE EL CONFINAMIENTO A LA DOCENCIA DUAL O HÍBRIDA: EL FAVOR POR LA PRESENCIALIDAD… Y POR OTRO MODO DE ENSEÑAR EN EL AULA

Оглавление

Como se sabe, la crisis sanitaria derivada de la COVID-19 y el consiguiente estado de alarma declarado por el Real Decreto 463/2020 del día 14 de marzo condicionaron fuertemente toda la vida privada y pública. También, por lo que aquí interesa, la actividad académica de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alicante. A partir de ese momento y en el marco del Plan de Continuidad de la Actividad Docente1, las clases pasaron a desarrollarse de modo on line, al igual que tuvo que adaptarse a este formato la actividad de evaluación. De este modo, por parte de los órganos rectorales se impulsó la creación de aulas virtuales a través de la plataforma Google Meet y los profesores de cada titulación tuvieron que adaptarse, de un día para otro, a este nuevo método de enseñanza y de evaluación, con las dificultades que ello comporta, pues no se olvide que todas las titulaciones de la Facultad están diseñadas para ser impartidas íntegramente en modalidad presencial.

En este sentido, la Facultad no propuso una única metodología docente, sino que dio la opción al profesorado para elegir entre un modelo síncrono, desarrollado mediante clases por videoconferencia, y un modelo asíncrono basado en la realización y aportación de materiales al alum-nado, acompañados de orientaciones para la comprensión y seguimiento de los mismos, así como de la resolución de dudas a través del campus virtual. Por lo que atañe a la evaluación, la misma se acometió fundamentalmente a través de la herramienta de Cuestionarios y de la plataforma Moodle, ambas integradas en el UA Cloud. Con todo, cierto es que no se desarrolló por la Universidad una normativa que permitiera con absoluta y total seguridad el control de la identidad de los estudiantes que se evaluaron en la convocatoria C3 y en la C4 en modo on line y la “limpieza” en el desarrollo de las pruebas. Y es que, salvo en los exámenes de tipo oral por videoconferencia, no se podía solicitar al estudiante que mantuviera su cámara encendida durante todo el tiempo de la prueba. Sea por ello o por otro motivo, lo cierto es que las tasas de éxito (relación entre créditos superados y créditos presentados a examen) en todas las titulaciones de la Facultad se vieron incrementadas exponencialmente con relación a sus homólogas de cursos anteriores, al igual que sucedió con las tasas de rendimiento (relación entre créditos matriculados y créditos superados)2.

El escenario cambió con el inicio del nuevo curso académico, pues la premisa de la que se partió fue la de que las actividades académicas se llevaran a cabo con el mayor grado de participación presencial posible en el marco, desde luego, de lo que permitieran las condiciones sanitarias. La planificación que se implementó mantenía, por lo tanto, el carácter presencial de las titulaciones, si bien a través de un modelo de docencia dual o híbrida, lo que implicó que la presencia física en el aula viniera determinada por el aforo COVID del aula3. El resto del grupo seguiría de modo síncrono la misma clase mediante aulas virtuales, esto es, el espacio digital diseñado casi a imagen y semejanza de Google Meet e insertado específicamente dentro del UA Cloud en el que se impartiría la docencia on line y desde el que podrían consultarse, igualmente, los turnos de presencialidad en el aula. A este respecto, los diversos turnos se distribuyeron inicialmente en función de criterios que permitían repartir de forma similar al alumnado en semanas de presencialidad y en semanas virtuales. No obstante, ninguna obligación se impuso al estudiante –como, por otra parte, es del todo punto lógico– para que acudiera al aula cuando le correspondía. El alumnado durante el primer cuatrimestre podía seguir sus clases a través del aula virtual aun cuando en ese momento tuviera asignada la posibilidad de acceder físicamente al campus. No obstante, habida cuenta del bajo número de alumnos que asistían con regularidad a las clases presenciales, a mitad del cuatrimestre se desarrolló un mecanismo por el cual el estudiante podía tanto reservar más turnos presenciales para sus asignaturas si es que hubiese disponibilidad según la capacidad COVID de las aulas, como ceder su plaza presencial al resto de compañeros o a una persona en concreto si hubiese decidido seguir la asignatura en modalidad on line. La puesta en marcha de esta herramienta permitió paliar en cierta medida el déficit de alumnos en el aula. Pero, con todo, no obtuvo un resultado plenamente satisfactorio, pues muchos docentes vieron cómo, a pesar de todo, su tasa de presencialidad seguía sin crecer o, si acaso, crecía muy mínimamente.

Por lo que atañe, en fin, a la evaluación durante el primer cuatrimestre del curso, se comunicó a toda la comunidad universitaria que los exámenes de la convocatoria ordinaria de enero podrían llevarse a cabo de forma presencial cumpliendo con todas las medidas de seguridad impuestas por la situación sanitaria. Ello no obstante, se dejó en manos del coordinador de cada asignatura decidir entre emplear un sistema de evaluación que exigiera al estudiante acudir físicamente a las aulas o utilizar el sistema on line de evaluación contemplado en las guías docentes como alternativa a la presencialidad, siempre que advirtiera de ello con la suficiente antelación mediante un aviso en el UA Cloud4. A pesar de esta alternativa, más de dos tercios de las pruebas de evaluación en la Universidad de Alicante se desarrollaron de modo telemático, seguramente debido ello al empeoramiento de la situación sanitaria durante el mes de enero.

Precisamente a esta circunstancia, se debe, igualmente, el inicio del segundo cuatrimestre del curso 2020/2021 en modalidad íntegramente telemática, salvo en aquellas asignaturas donde la presencialidad resultase total-mente necesaria5. La finalidad de esta medida es claramente la de reducir los desplazamientos y la presencia de los estudiantes en el campus y, en principio, resulta de aplicación al mes de febrero, pudiendo prorrogarse o no en función de cómo evolucione la situación pandémica en la Comunidad Valenciana. En caso de que ésta mejorase, seguramente la opción por la que se optaría sería por el mantenimiento de la docencia en formato dual o híbrida.

Siendo tal el contexto en el que cabe enmarcar la actividad docente durante el primer cuatrimestre del curso 2020/2021 y el inicio del segundo, evidente es que la situación actual no es la más propicia para conseguir que el alumnado se muestre interesado, receptivo para seguir las explicaciones. Si, en ocasiones, ya es complicado alcanzar esta meta u obtener la atención del estudiante durante las clases presenciales, el hecho de incorporar el elemento telemático en la docencia no es que ayude precisamente, puesto que puede producirse una desafección de los estudiantes por la materia difícilmente de atajar. Máxime cuando se pretende replicar una clase impartida en las condiciones que permitía la “vieja normalidad” al nuevo escenario que ha impuesto la situación sanitaria. Incluso en esta nueva tesitura no puede caerse en el error de impartir una clase de las denominadas magistrales de un modo en que el docente sea prácticamente el único que interviene en ella, limitándose a explicar el contenido a través de una pantalla, unos altavoces, una cámara y un micrófono para intentar alcanzar la meta que supone llegar al final del programa. Y, a la inversa, tampoco pueden caer los estudiantes en el error de ser, desde su pantalla, meros espectadores pasivos de los que se les retransmite para, posteriormente, volcarlo en un examen, sea éste presencial u on line.

Por ello y, en mi opinión, más que de lamentarse de unos condicionantes que nos han venido impuestos porque la delicada situación sanitaria que atravesamos lo requería (y aún lo requiere) y más allá de insistir en lo pernicioso de un modelo de enseñanza como el actual, creo que deben intentar aprovecharse unas circunstancias que, aunque ciertamente no son las mejores, sí pueden ser de utilidad para empezar (si es que antes no se había hecho) a implementar toda una serie de actuaciones con las herramientas informáticas de las que se dispone que coadyuven a la interiorización de la materia (por lo que aquí interesa, del Derecho del Trabajo) en este nuevo contexto. Y fíjese que no se está diciendo con ello que se apueste por convertir la Universidad presencial en una Universidad a distancia rindién-dose ante la evidencia que supone, en unos momentos como los actuales, que deba limitarse al máximo la presencia física en el campus.

Antes al contrario, pues, saliendo al paso de posibles críticas que se puedan realizar, se está ante una situación excepcional que requiere de medidas excepcionales y así debe entenderse por absolutamente todos los agentes implicados. La excepción que supone la docencia virtual en el ámbito universitario no debe ir más allá, no puede incrustarse en ella con la finalidad de experimentar y de, finalmente, imponer un sistema on line o de semipresencialidad perpetuo que mantuviera a los estudiantes en sus domicilios, quizá con la salvedad hecha de los exámenes. Siendo optimistas, la situación por la que atravesamos se revertirá más pronto que tarde y ello debe ocasionar necesariamente la vuelta a las aulas y la vuelta a la docencia en condiciones de normalidad. A fin de cuentas, el favor por la utilización de medios tecnológicos –tan en boga desde ciertas corrientes neopedagógicas especialmente desde que se implantó el Plan Bolonia–, sí, en efecto, pueden servir de complemento a la docencia, pero nunca podrán sustituir lo que, en definitiva, conlleva la presencialidad: el intercambio de tú a tú, si se permite la expresión, de opiniones, de discusiones y debates, tan necesario en una institución de educación superior como es la Universidad. Pero, en fin, hasta que no se supere esta crisis, debe ir abriéndose paso una forma de enseñanza que permita subvertir en alguna medida la despersonalización de la docencia y la desafección de los estudiantes. De eso es de lo que se trata al final, de intentar conjurar los inconvenientes que plantea una docencia on line de marcado carácter provisional para obtener los mejores resultados posibles. Veamos.

Técnicas de innovación docente en Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social

Подняться наверх