Читать книгу Mal de muchas - Marcela Alluz - Страница 24

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Yo sabía, con la seguridad de los catorce años, que no lo vería más. Que esa noche era la última de las vacaciones y que vivíamos en lugares separados por cientos de kilómetros. Y en ese tiempo la tecnología era una computadora del tamaño de un lavarropas y las llamadas se hacían con monedas o cospeles desde enormes teléfonos en la calle. Sabía que esa era la última noche. Que después me quedaría sola con la angustia enorme y el vacío de la ausencia. Aun así, con la convicción de los navegantes que levan anclas, me subí a su camioneta Ford color negra y tuve sexo por primera vez. Me bajé en el hotel donde dormía mi madre, me sacudí la arena de los pies que después habían andado por la playa haciendo promesas que no se iban a cumplir nunca. Me aguanté el dolor de saber que no iría a verlo más. Hoy me manda una solicitud de amistad y un mensaje con un adjunto de la foto que nos sacamos ese amanecer. Me tiemblan las manos y vuelvo a tener catorce años. Y con la misma, taimada seguridad, hago clic en aceptar.


Mal de muchas

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