Читать книгу Mal de muchas - Marcela Alluz - Страница 29

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Epa, dice ella cuando me ve aparecer con un vestido azul y lunares pequeños. Adónde estás yendo tan arreglada. Le cuento. Vos estás loca, grita. Y si es un demente. Los noticieros están llenos de taradas como vos que aparecen en bolsas de consorcio. No, mamá, no seas exagerada, yo lo conozco a Andrés, no es un anónimo. Me estás diciendo que hace como treinta años tomaron un café en Mar del Plata. Treinta años. Sabés todo lo que puede pasar en treinta años. Ay, vieja, no seas jodida, también yo para qué te cuento. Me contás porque debés hacerlo. Vivís acá, y mientras vivas acá, mando yo. Mamá, tengo cuarenta y tres años, vos creés en serio que un tipo me va a citar a tomar algo para asesinarme. No sé, no sé, pero te repito que es una estupidez ir a ver a un hombre que no conocés. Que no conocés, repite y levanta el dedo índice. Además, habiendo tantos tipos cerca, en tu trabajo, aquí mismo en el barrio, el hijo de Ester, por ejemplo, habiendo tantos, no, ella va a ver a un infeliz del que se enamoró a los catorce. Catorce años. Tu padre tenía razón, debo haber estado anémica en el embarazo.

Mamá, no jodas, dejá de decir boludeces, me hacés reír, el hijo de Ester, por favor. Vive con la madre desde que nació, es raro, colecciona pájaros.

Es sensible, dice. Y que viva con la madre no es excusa, te recuerdo que vos vivís conmigo.

Sabés qué, no voy a renegar, te aviso nomás que salgo y que voy a llegar tarde.

Muy bien, vaya, dice, cambiando el trato a usted, vaya, pero no te vas a llevar las llaves, tocame el timbre cuando vengas. Esta no es una casa de gente cualquiera para andar volviendo a deshora.

Dejo las llaves sobre la mesa. Me suena el celular. Me voy, le digo, Andrés está en la puerta.

Qué, ni siquiera va a golpear, ni va a entrar a saludar ni nada. Ay, querida, vos tenés una puntería para los novios, imbécil que anda a dos kilómetros a la redonda, en esos te fijás.

Agarro el bolso y salgo. Antes de cerrar la puerta me dice, Vení a darme un beso al menos que yo voy a ser en última instancia a quien llamarán a reconocer el cuerpo.


Mal de muchas

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