Читать книгу Mal de muchas - Marcela Alluz - Страница 39

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Anduve varios años con ese peso plomizo a cuestas. No podía irme. Me ataban los prejuicios, la voz de mi madre, los objetos amados que convivían en esos cuartos. Las baldosas del balcón, las plantas, el aroma del café en las siestas, los recuerdos de momentos bellos pegados en las paredes. No iba a poder irme por cuenta propia, por eso, solo por eso, conseguí que fuese Nacho quien me pidiera que me fuese.


Mal de muchas

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