Читать книгу Mal de muchas - Marcela Alluz - Страница 27

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Llegó la última noche, la angustia carcomiendo la calma, las promesas, las direcciones cambiadas en servilletas de bar. La distancia abriéndose como una grieta enorme, con el puente endeble de las promesas de volver.

Recuerdo, con la tibieza acunando la memoria, el último beso, su mirada, mis lágrimas, la despedida.

Siempre fui trágica, dama de las camelias, Jane Eyre, Madame Bovary. Siempre. Y ahora la vida me daba una oportunidad única para desplegar mis veleidades de actriz trágica. Me volví etérea, soñadora, triste y alegre. Todo junto. Morí de felicidad y de pena con cada carta. Noches en vela, sueños ardidos, dolor de ausencia, lágrimas de sal y de mar.

Y después, el ocaso lerdo de algunos amores. El espacio agrandándose entre cada sobre, la vida que iba girando y me llamaba a transitar la turbulenta adolescencia.

Me olvidé, como nos olvidamos de casi todo. Pero su sombra quedó por ahí, en el altar que se coloca al primer novio, el primer beso, el primer abrazo que nos hizo contar una por una todas las estrellas.

Andrés, el chico de la playa, el niño hombre de cabello largo y ojos profundos. El de la risa buena y las palabras dulces. Andrés, daiquiris de frutilla y música bolichera, diez días de un verano tatuado en la lengua de mis emociones.

Y aquella que fui yo. Ardida y triste, apesadumbrada de un sol que me calcinaba la boca y con una llovizna perenne en un costado triste, donde se guardan los sueños sin cumplir.


Mal de muchas

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