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Mejorar la inteligencia comiendo de forma más sana

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Hasta hace bien poco, creíamos que una buena o una mala alimentación solo repercutía en la parte física del organismo; esta idea se derivaba de las evidencias observadas, por ejemplo, en los trastornos de crecimiento o de desarrollo en niños desnutridos o en los problemas de obesidad o metabólicos en las personas que abusan de ciertos alimentos refinados y están mal nutridos. Sin embargo, esto no es tan fácil de inferir en el caso de los trastornos cognitivos, de modo que, en general, nos cuesta aceptar que los niveles de inteligencia, la memoria o ciertas capacidades cognitivas puedan depender estrechamente de la alimentación.

Sin embargo, las conclusiones de algunos estudios apuntan hacia esa relación entre comida sana y cerebro sano. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Adelaida (Australia),19 publicado en 2012 y dirigido por la doctora Lisa Smithers, observó los hábitos alimentarios de siete mil menores a los seis meses, quince meses y dos años de edad. La investigación evidenció que los que ingirieron alimentos variados con regularidad presentaban «hasta dos puntos más de cociente intelectual (CI) a la edad de ocho años». Es decir, los niños alimentados con una dieta más sana durante los primeros años de vida podrían alcanzar un CI superior al de aquellos que siguen una dieta rica en alimentos muy procesados o refinados (comida basura).

Otro estudio, dirigido por la doctora Lenore Arab, de la Escuela de Medicina David Geffen (Universidad de California),20 desveló que una dieta con nueces mejora el rendimiento de pruebas relacionadas con la memoria, la concentración y la velocidad de procesamiento de la información con independencia de la edad, el sexo o la etnia.

Este estudio multidisciplinar, publicado a principios de 2015 en el Journal of Nutrition, Health and Aging, se llevó a cabo buscando determinar la relación entre la función cognitiva y el consumo de nueces (tanto solas y crudas como incorporadas al pan, los cereales o la ensalada). La doctora Arab y el coinvestigador del estudio, el doctor Alfonso Ang, han determinado que los participantes que consumen más nueces obtienen resultados significativamente mejores en series de seis pruebas de tipo cognitivo. En general, los adultos de entre veinte y cincuenta y nueve años que consumen 10,3 gramos de nueces al día, así como los mayores de sesenta que consumen 13,1 gramos, han obtenido mejores resultados en dichas pruebas.

Diversas investigaciones reconocen que las semillas y los frutos oleagi nosos, ricos en ácidos grasos esenciales omega 3 o en vitamina E, influyen positivamente en el desarrollo intelectual.

Cabe señalar que, con anterioridad a esta experiencia, en 2012, se publicó un estudio con similares conclusiones, hecho en el Hospital Clínic de Barcelona,21 en el contexto del proyecto PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea). Realizado sobre un grupo de 7.447 mujeres y hombres de entre cincuenta y cinco y ochenta años de edad y con alto riesgo cardiovascular, el estudio constató el gran beneficio en las funciones cognitivas del consumo de nueces, destacando la notable mejora de las funciones asociadas a la memoria de trabajo. Aunque lo que más sorprendió de los resultados de esta investigación fue constatar, mediante escáneres cerebrales, que la relación entre masa cerebral y masa corporal de las personas que consumían de forma regular alimentos ricos en omega 3 era mayor que la de quienes mostraban déficits de omega 3 en su dieta y en sus niveles sanguíneos.

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