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B. TRES MODELOS 1. El embudo de Núremberg: llenar al estudiante recipiente

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Tantos como son los maestros, tantas son las teorías de la enseñanza. Desde el principio, los educadores comenzaron a preguntarse qué significaba realmente “enseñar”, cómo entenderlo y optimizarlo. ¿Cómo se convierten los estímulos (especialmente ópticos y acústicos) dentro de una persona primero en información y después en conocimiento que dan forma a la acción, el carácter y la biografía de esa persona? Uno de los modelos de enseñanza más antiguos es el del embudo. Comienza con una comprensión del aprendizaje en la que el docente inyecta conocimiento jerárquicamente (como un médico o un farmacéutico) en el alumno que recibe pasivamente.

Las breves líneas son esclarecedoras, ya que acercan temas centrales relacionados con el aprendizaje a una taquigrafía “mágica”: la enseñanza puede hacer que el maestro se “aflija” porque puede encontrar resistencia en la falta de motivación del alumno (el “vago”) o/y su falta de inteligencia (el “estúpido”6); además, es un proceso que lleva tiempo y al final resulta en la comprensión como una simbiosis de virtud y entendimiento. La metáfora de verter se remonta a la noción de que el contenido o “materia” de la enseñanza es algo externo tanto para el profesor como para el alumno, un tipo de sustancia (en nuestra imagen: un fluido). El flujo descendente que caracteriza la relación entre el profesor y el alumno es estrictamente jerárquico, dar y tomar no son recíprocos, el proceso de aprendizaje es unilateral. Por supuesto, la imagen (también) es cómica: cada persona, cada espectador conoce la enseñanza y el aprendizaje desde ambas perspectivas y sabe acerca de la conveniencia pero, a la vez, de la imposibilidad de simplemente llenar a alguien de conocimiento.

FIGURA 2

EL PROVERBIAL EMBUDO DE NÚREMBERG


Fuente: Anónimo, ‘Nürnberger Trichter’, <https://www.pinterest.de/pin/341147740501535431/?lp=true> [acceso: 22 de noviembre de 2018]; modificado y traducido por el autor.

Sin embargo, la idea de que enseñar tiene algo que ver con la “transferencia” de “algo” por alguien a otra persona no es incorrecta.

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