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D. TEORÍAS DEL APRENDIZAJE DESDE UNA PSICOLOGÍA EVOLUTIVA: EL APRENDIZAJE COMO MECANISMO DE SOBREVIVENCIA Y BIENESTAR PROPIO
ОглавлениеEl axioma antropológico del que emana el conductismo parte de la base de que los recién nacidos vienen como un tablero en blanco (tabula rasa17) al mundo y, fuera de los instintos primitivos (por ejemplo, de dolor o hambre), son un libro en blanco, donde el profesor escribe. Ingresan a la universidad únicamente como resultado de las técnicas de acondicionamiento externo a las que fueron sometidos por sus padres, compañeros, medios de comunicación, pero también por la ley escolar en años anteriores, y de los que no pudieron escapar. El propio Skinner, sin embargo, jamás logró dar una respuesta correcta a la pregunta de por qué los seres humanos sí podían aprender a buscar comida en cajas o evitar un “switch” que les hubiera generado un choque eléctrico, mientras que sus animales experimentales nunca, ni siquiera rudimentariamente, podían escribir textos legales o pronunciar juicios, sin mencionar escribir sonetos y sinfonías o resolver algoritmos complejos o enseñar cómo hacerlo. Las preguntas sobre la naturaleza y la génesis del cerebro humano –que Hipócrates de Kos ya identificara como el lugar de todas estas habilidades– fueron en gran medida irrelevantes para la comprensión conductista del aprendizaje, y así también cualquier cuestión sobre lo específicamente humano en el aprendizaje. En una metáfora moderna, uno podría decir que el modelo de aprendizaje conductista se parece a la grabación de un modelo de orden y respuesta (= contenido de estudio) en receptores vacíos (= estudiantes) por programadores profesionales (= profesores).
Este entendimiento lo contradijo, en la década de 1960, el lingüista estadounidense Noam Chomsky (*1928). Chomsky argumentó que aprender un sistema de símbolos tan complejo como un idioma ofrecía innumerables oportunidades para cometer errores, pero que los niños de 3 a 4 años de todas las culturas ya tenían sus habilidades lingüísticas bastante desarrolladas y continuarían desarrollándolas sin instrucción específica; más aún, la capacidad de adquirir nuevos idiomas (en un sentido diametralmente opuesto al modelo de condicionamiento progresivo) disminuía con la edad y la experiencia, en lugar de permanecer igual o –en analogía con otros procesos de madurez y crecimiento– aumentar. Por lo tanto, Chomsky sostenía que había algo así como un centro gramatical innato en el cerebro, lo que equivalía a decir: en el cerebro humano, y solo en el cerebro humano.
De esa manera contradijo el conductismo común de su tiempo. La psicología evolutiva ha hecho suposiciones similares desde la década de 1970. El comportamiento humano es, de hecho, el resultado de procesos de acondicionamiento según el método de prueba y error. Pero esto podría entenderse no solo en el nivel biográfico-individual, sino sobre todo en el nivel biológico-colectivo. Como tal, la evolución del homo sapiens fue un proceso de aprendizaje que duró cientos de miles de años y en el que las nuevas “respuestas” de los seres vivos siempre fueron puestas a prueba por los nuevos retos planteados por el medio ambiente. El objetivo era la supervivencia y la procreación. Las “respuestas” exitosas han sido (también) preservadas en los humanos y propagadas, las infructuosas se han extinguido. En particular, en comparación con el de perros, ratas o palomas, el cerebro humano con sus proporciones enormes es un “resultado de aprendizaje” exitoso, que determina decisivamente el aprendizaje y el pensamiento y nos distingue de todos los demás seres vivos. En un sentido conductista-mecánico, muchas formas de vida pueden “aprender” combinando estímulos y reacciones. Pero solo el homo sapiens puede atribuir un significado a estos procesos de aprendizaje y enseñarle y transmitir un conocimiento seleccionado y significativo a la siguiente generación. Es el único ser que puede enseñar.
Pero este cerebro –ni aun el de un recién nacido– no está vacío y por eso no es arbitrariamente programable. Al contrario, contiene la memoria de millones de años de experiencia de la evolución humana que moldean el comportamiento de muchas maneras. Esto se aplica tanto en aspectos cognitivos como emocionales, sociales y motores. El papel del profesor condicionante es también más complejo que en Pavlov y Skinner, ya que la evolución diseñó a cada individuo para seleccionar activamente estímulos según su valor biográfico y para estar siempre alerta ante posibles intenciones o muestras de manipulación o fraude de otras personas. Por supuesto, las ratas y las palomas, los leones y los conejos también “aprenden”, pero solo los humanos pueden enseñar activamente, diferenciar el aprendizaje significativo del que no lo es, dependiendo del contexto, y ordenarlo de manera didácticamente significativa para permitir, acelerar y perfeccionar el aprendizaje. El parentesco genético juega un papel importante en este contexto, debido a que los padres generalmente son “maestros” aún más efectivos y eficientes que los profesionales. Esto también explica por qué aquellos padres menos educados a veces dificultan el aprendizaje de sus hijos.
Como regla general los padres tienen un interés evolucionado y genéticamente egoísta en el bienestar de sus hijos, razón por la cual los programas de aprendizaje de los niños han evolucionado con más confianza en sus padres que en los extraños [p. ej., profesores]. (...) Niños y adolescentes (no se dejan) influenciar de manera indiscriminada de todo lo que se pueda imaginar. El imperativo biológico con su propio interés genético evolucionado, sus preferencias evolucionadas, y estrategias de desarrollo y comportamiento, ejercen una censura y evitan el adoctrinamiento cultural arbitrario18.
Aprender a ser capaz de identificar nuevas situaciones y oportunidades en la vida, evaluarlas y utilizarlas, pero también ser capaz de reconocer y evitar información inútil o engañosa, debe haber tenido un beneficio en la supervivencia de la especie humana en el sentido darwiniano, porque sin este la “capacidad de aprender” que nos caracteriza no habría prevalecido evolutivamente.
Esto, sin embargo, se aplica aún más a otra característica específicamente humana: la capacidad de enseñar, de seleccionar activamente, entre la abundancia de experiencias reales y posibles, las que se han de transmitir (dejando fuera las demás). Otros seres vivos también han aprendido a aprender en el curso de la evolución, pero a enseñar, nadie más que los humanos.
El “aprendizaje” puede así explicarse por dos características, que prevalecen en el hombre de una manera especial: la curiosidad y el juego. La curiosidad es una característica que, en primer lugar, está asociada a costos evolutivos. Por un lado, la curiosidad cuesta energía, por otro lado, te hace más visible y, por lo tanto, más vulnerable. Sin embargo, todos los mamíferos son curiosos, especialmente en las primeras etapas de la vida, y en algunos (delfines y primates, por ejemplo) se mantiene la curiosidad hasta la vejez. Entonces debe haber ventajas de supervivencia que compensen (más que) desventajas. Debido a la curiosidad, se abrieron nuevas experiencias y hábitats, que podrían ser nuevamente ocupados de una manera lúdica. El juego debe ser entendido como una actividad que no es inmediatamente esencial para la supervivencia, pero que desarrolla habilidades motoras en el individuo, experimenta estructuras sociales con los demás, así como prueba la percepción relacionada con objetos. Estos juegos se distinguen claramente por género. Los varones actúan de forma más competitiva y jerárquica, haciendo hincapié en que compiten por la decisión final, y están más interesados en los juguetes técnicos. Las niñas actúan más en términos de consenso e intimidad, haciendo hincapié en la imitación de procesos sociales, también en la imitación de experiencias desinhibidas, y prefieren juguetes “bonitos”. Curiosamente, este patrón de género ya se ha observado en los monos de terciopelo19, por lo que se puede considerar no tanto como un rasgo cultural, sino como una fuerte preformación evolutiva de estas preferencias.
La curiosidad y el juego permiten, a través de la anticipación mental, aprender por medio de resolución de situaciones problemáticas futuras – el niño que jugaba una y otra vez buscando la manera de escapar del lobo feroz aumentó sus posibilidades de sobrevivir a un ataque real. A través de esta “extensión intelectual de la propia existencia hasta el futuro”, el aprendizaje se convierte en un factor biográfico central.
Deben cumplirse dos condiciones para que se pueda aprender a través de la curiosidad y el juego: la estimulación y la seguridad.
La estimulación significa que el entorno de aprendizaje tiene sugerencias para jugar. Los entornos de bajo estímulo, monótonos y desfavorecidos, llevan a la curiosidad a no encontrar nada y son paralizantes. Especialmente el aislamiento hace que la curiosidad y la disposición a aprender se erosionen, como en el caso de la falta de contacto con otros estudiantes. Traducido a la sociabilidad humana, esto significa que los hechos sin sentido y/o inexplicables causan aburrimiento. Dado que el cerebro no separa estrictamente los aspectos emocionales y cognitivos, esto limita los resultados de aprendizaje. Sin embargo, la orientación hacia experiencias y problemas, la participación emocional y el intercambio social mejoran los procesos y resultados de aprendizaje y hacen más sostenibles los resultados de manera demostrable.
FIGURA 15
“EL GORILA BIOLÓGICO EVOLUTIVO” COMO MODELO PEDAGÓGICO (2000)
Fuente: Gerhard Gellinger, Pixabay.
La seguridad es un requisito aún más crucial para el aprendizaje. En cierto sentido, permite un “desacoplamiento” del mundo real, como es común en particular en los niños cuando juegan. La seguridad se refiere a la seguridad física real, a la ausencia de amenazas agudas o latentes; en Colombia, por ejemplo, respecto del conflicto armado o incluso de las pandillas. Por otro lado, se refiere a una sensación de seguridad, lo que pueden significar conflictos con pares, profesores, compañeros de estudios o padres y que son perjudiciales para el propio sentido de seguridad e inhiben la curiosidad y el aprendizaje. Lo mismo aplica, por ejemplo, incluso en emergencias existenciales (escasez de vivienda) o hambre física.
Ya lo sabían los antiguos romanos: “Plenus venter non studet libenter - A una barriga llena no le gusta estudiar”; a una barriga vacía, definitivamente, tampoco. El cerebro, aunque pesa solo el 2% de la masa corporal, es el órgano humano con el mayor requerimiento de energía (20%) y la mayor demanda de oxígeno (40%); cuando el nivel de glucosa en la sangre disminuye, nos cansamos y desenfocamos. Por lo tanto, 2-3 litros de agua al día son muy importantes como un transportador de oxígeno, además de granos enteros, yogurt, huevos, nueces y pasas, pescado y verduras, brócoli y espinacas. Mientras que alimentos como el azúcar, los dulces y los productos de harina blanca son perjudiciales. La comida (saludable) no es un asunto esotérico para el estudiante, se ha demostrado que tiene una influencia positiva en la atención, la velocidad de procesamiento y el desarrollo de inteligencia a largo plazo20. Lo mismo aplica para el movimiento corporal: todo estudiante debería hacer deporte por lo menos una vez a la semana, preferiblemente de modo diario. Reconocer esta necesidad es parte del ars docendi.
La psicología evolutiva es una ciencia relativamente joven, y aún no ha creado su propia teoría pedagógica. Sin embargo, la teoría de la historia de la vida (life history theory) postula que un organismo debe repartir los recursos limitados, como el tiempo, los alimentos o la energía, en procesos competitivos como la supervivencia, el crecimiento, la salud y la reproducción. Aprender, en sus diversas formas, es una de estas inversiones. Esto crea un antagonismo en la asignación de recursos para el organismo, que puede entenderse como un dilema de decisión: cada inversión concreta hace que otra sea difícil o incluso imposible. Por ejemplo, en un experimento, los gatitos cuya madre lactante estaba bien alimentada experimentalmente mostraron sobre todo interés en juegos sociales (social play, en preparación para el futuro lejano), mientras que las gatas cuyos bebés recibieron experimentalmente poco alimento jugaban juegos de objetos (object play, en preparación para la búsqueda temprana de alimentos): “Tales estudios socavaron el concepto erróneo de que los genes deben conducir necesariamente a un comportamiento fijo e inflexible; como podemos ver, la flexibilidad a menudo está incorporada en el sistema, y el comportamiento depende del entorno”21.
La dicotomía sexual juega un papel especial en la psicología evolutiva. Hoy en día la inversión biográfica se ha convertido en un aspecto clave en la vida de las mujeres puesto que ellas invierten en la reproducción más tiempo y más recursos que los hombres. Durante la evolución biológica los machos compitieron por los escasos recursos reproductivos femeninos y se desarrolló el principio de competencia masculina versus elección femenina (male competition versus female choice). En el transcurso de la evolución, los hombres y las mujeres adoptaron estrategias y roles reproductivos diferentes y desarrollaron repertorios cognitivos, emocionales, sociales y motores diferentes y diferenciados. Esto se aplica en contextos educativos a los y las estudiantes, pero también a los profesores y las profesoras. En general, se puede afirmar:
... es una visión ingenua del desarrollo decir que es un proceso esencialmente pasivo. La trayectoria de desarrollo [humano] (...) se considera sometida al control de una multiplicidad de experiencias ambientales (...). La palabra “socialización” (...) indica que esto es algo que se hace al [individuo] en lugar de algo que el [individuo] hace por sí mismo. En contraste, la teorí ade la historia de vida (life history theory) argumenta que (...) los individuos juegan un papel mucho más activo –aunque no necesariamente consciente– en la determinación de su camino de desarrollo óptimo22.
Entonces, antes de que los humanos comiencen a aprender ontogenéticamente, como seres concretos hoy y aquí, siempre han aprendido filogenéticamente los “procesos de aprendizaje” de millones de años de evolución. El cerebro humano mismo es producto de este proceso de aprendizaje evolutivo.