Читать книгу La vida me debe una vida contigo - MJ Brown - Страница 15

Оглавление

5

Junior

Intento abrir los ojos, pero los párpados me pesan demasiado. Escucho un pi… pi… pi… pi… a modo de melodía. Quiero tragar saliva, tengo la garganta seca, pero no puedo hacerlo, algo me lo impide. Ruedo los ojos con los párpados aún cerrados y por fin consigo abrirlos. Está bastante oscuro, tan solo una pequeña luz fluorescente sobre el cabecero de mi cama me deja entrever que estoy en la habitación de un hospital. Intento mover mis piernas, pero no puedo y empiezo a ponerme nervioso. El pi… pi… pasa a ser un pi, pi, pi, pi, pi. De pronto, la puerta de la habitación se abre y un tropel de gente entra a toda prisa abalanzándose sobre mi cama y también sobre mí.

Los escucho hablar, lo hacen como si yo no estuviera, y me mueven a su antojo. Al fin alguien pronuncia un nombre, agarrándome una mano.

—Junior. —«Ese soy yo», pienso y aprieto fuerte la mano de la mujer que acaba de decirlo.

—¿Puedes oírme? —me pregunta la misma voz, es amable y suena bastante dulce.

Aprieto de nuevo su mano para hacerle entender que sí puedo hacerlo.

—¿Estás despierto? —insiste la misma voz. Y yo vuelvo a agarrar con firmeza su mano.

—Bien. Vamos a hacerte unas pruebas. No te asustes. ¿Vale?

Presiono su mano otra vez para darle mi conformidad.

—Vamos a estabilizarlo —escucho decir a una voz ronca.

—Hay que ponerle un calmante y oxígeno. Ha entrado en taquicardia.

Un pinchazo en mi brazo derecho, una mascarilla que cubre mi nariz y mi boca y, después sueño, mucho sueño. No quiero dormir, no quiero hacerlo. Quiero que alguien me explique por qué estoy en un hospital. Quiero que alguien me explique qué me ha pasado. Y quiero que alguien traiga a Vicky.

Escucho una voz muy cerca de mi oído que susurra mi nombre, lo hace casi a modo de jadeo, la identifico al instante, esa voz podría reconocerla entre un millón de ellas. Solo Vicky dice mi nombre de esa manera.

—Junior —repite esta vez con su boca muy pegada a la mía. Siento como me acaricia la cabeza con una de sus manos y con la otra aprieta una de las mías.

Abro los ojos con algo de dificultad y frente a ellos me encuentro con esos dos mares azules que Vicky tiene en su cara, están brillantes por las lágrimas que hace rato deben haber empezado a rodar por sus mejillas; me gustaría poder pasar mis dedos por ellas y limpiarlas, pero, aunque mi cerebro da la orden de levantar mis manos, no lo consigo. Emito una especie de gruñido en señal de frustración y me revuelvo un poco en la cama.

Intento hablar, intento decir algo, pero tampoco puedo. Mi garganta está demasiado seca. Abro la boca una y otra vez, pero las palabras no salen.

—Te quiero —susurra con los labios pegados a los míos.

Cierro los ojos, saboreo su boca y también ese beso con sabor a moras negras.

«Yo también te quiero», pienso con la esperanza de que ella pueda escuchar mi mente.

—Saldremos de esta —dice con la voz rota por la emoción.

Me da un nuevo beso en los labios, y yo lo único que puedo hacer es mover mi cabeza asintiendo para decirle que sí, que saldremos de esta.

La vida me debe una vida contigo

Подняться наверх