Читать книгу La vida me debe una vida contigo - MJ Brown - Страница 23
Оглавление12
Vicky
«Cuando un corazón se rompe, lo hace en mil pedazos, y cuando vas a recogerlos te das cuenta de que solo encuentras novecientos noventa y nueve».
Aquí dentro siempre llueve, Chris Pueyo
Dejé que Junior se soltara de mi mano de manera lenta, alargando de ese modo el roce de su piel en la mía, un roce agónico, un roce que sería el último.
Arrastré lentamente la silla en la que estaba sentada y recorrí los pocos pasos que me separaban de la puerta para salir de la habitación. Un tintineo me acompañó en aquel corto trayecto: clin, clin, clin…, era el sonido de los pedacitos en los que había quedado roto mi corazón. Exactamente, novecientos noventa y nueve.
Cerré la puerta al salir y tras ella se quedó ese pedacito de corazón número mil, ese que nunca he conseguido recuperar. Un pedacito que se quedó con él, con Junior. Se quedó con quien una vez me lo dio todo y, del mismo modo, también me lo arrebató. Los novecientos noventa y nueve restantes los recogí, los guardé en uno de mis bolsillos y me los llevé conmigo para intentar recomponer ese corazón destrozado.
Cerré la puerta siendo consciente que, desde ese momento, mi corazón estaba roto, sangraba y, además, se había quedado incompleto, y nada más hacerlo me encontré de frente con un sentimiento que aún no conocía, el odio.
Y también con un dolor que era desconocido para mí, no era físico, no. Era ese dolor que no se cura, que a pesar del tiempo sigue ahí, unas veces más latente, otras menos, pero que siempre, siempre te acompaña. Todavía hoy lo sigue haciendo.
El tiempo no lo cura todo, el tiempo simplemente calma, tal vez anestesia. Te enseña a vivir con las heridas, y las heridas, a veces, escuecen. Y las mías a día de hoy lo siguen haciendo a menudo. Muy a menudo. Demasiado.