Читать книгу El siglo de los dictadores - Olivier Guez - Страница 26

3 Stalin, el “Lenin de hoy”, o cómo Stalin se convirtió en Stalin Nicolas Werth

Оглавление

“Stalin concentró un poder ilimitado”, y no era seguro “que pudiera ejercerlo con bastante circunspección […]”. “Stalin es demasiado brutal, y ese defecto, perfectamente tolerable en nuestro medio, ya no lo es en las funciones de secretario general. Les propongo entonces a los camaradas estudiar una manera de remover a Stalin de ese puesto”.

Lenin dictó estos breves comentarios asesinos el 23 de diciembre de 1922 y el 4 de enero de 1923, pocas semanas antes del ataque cerebral que lo apartaría definitivamente de la vida política. Estas notas (que junto con otras páginas dedicadas a los principales líderes comunistas –Trotski, Bujarin, Zinóviev, Kámenev y Piatakov– fueron denominadas en forma impropia el “testamento de Lenin”) fueron guardadas bajo siete llaves hasta el discurso secreto de Jruschov en el XX Congreso del PCUS, en febrero de 1956. ¿Se puede llegar a decir que realmente eran secretas? En realidad, les habían sido comunicadas a algunos pocos dirigentes del Partido en el XIII Congreso del Partido, que se llevó a cabo en mayo de 1924, pocos meses después del fallecimiento de Lenin (el 21 de enero anterior): en cuanto a los colegas de Stalin en el Politburó, la instancia más alta del Partido, habían sido puestos al corriente mucho antes. También fueron publicadas en Occidente en 1925, gracias a dos comunistas antiestalinistas, Boris Suvarin, dirigente comunista francés, y Max Eastman, periodista socialista norteamericano, que había conseguido el “testamento de Lenin” durante un viaje que ha­bía efectuado a la Unión Soviética en 1924. Cuando se publicaron estas notas en Occidente, Stalin consiguió, bajo amenaza, que Trotski y Nadezhda Krúpskaya, la viuda de Lenin, escribieran en el Pravda que se trataba de una falsificación.

Pero Stalin debió abordar con un hándicap mayor las luchas de sucesión que se desarrollaron incluso antes de la muerte de Lenin. Un hándicap más grande que ese desprecio final del Maestro, que, por añadidura, había cortado toda relación personal con Stalin en los últimos días anteriores a su ataque cerebral, como consecuencia de una agresión verbal particularmente grosera de este último contra Nadezhda Krúpskaya.11

Este hándicap influiría en forma fundamental y definitiva en el estilo de las relaciones de Stalin con los demás dirigentes bolcheviques de su generación. Debía demostrar permanentemente que no había “traicionado al leninismo”, y por eso odiaba profundamente a Trotski: precisamente porque este había desarrollado el tema de la “Revolu­ción traicionada” por Stalin. Este último le dedicaría una enorme energía a reconstruirse una perfecta legitimidad política, reescribiendo la historia del bolchevismo, redactando su propia hagiografía, construyendo su concepción de un sistema central en torno a su persona. Hasta fines de los años 30, hasta que se eliminó a la “vieja guardia leninista”, Stalin fue en realidad un dirigente a la defensiva, que ponía a prueba constantemente el grado de devoción personal de todos hacia su persona, dominaba a sus colaboradores más cercanos instrumentalizando sus menores “fallas biográficas” (una adhesión anterior al menchevismo, un desvío con respecto a la “línea” del Partido, relaciones familiares o amistosas con “enemigos de la Revolución”, etc.) y perseguía a todos los que pudieran conservar en su memoria el último conflicto entre el Maestro y el discípulo.

El siglo de los dictadores

Подняться наверх