Читать книгу La educación digital en el ámbito universitario. Un enfoque 360 - Patricia Ibáñez Ibáñez - Страница 23
I. INTRODUCCIÓN
ОглавлениеEn la actual Sociedad de la Información “el acceso a las TIC y su uso eficiente se presenta esencial para una participación efectiva en las esferas personal, laboral y social de una persona” (Iñiguez, Valero y Elboj, 2018, p. 26). Todo ello es especialmente relevante en la labor docente, ya que les afecta doblemente en su esfera laboral: por un lado, deben saber utilizar adecuadamente las TIC en el aula y, por otro, enseñar a sus alumnos a utilizar las TIC en todas sus esferas, lo que implica una imprescindible formación en TIC de los docentes (Cabero, 2014).
Esta necesidad de capacitación en TIC, o en competencia digital, entendida como “capacitación de saber utilizar la tecnología de manera eficaz para mejorar todas las áreas de nuestra vida diaria” (Rodríguez, Raso y Ruiz, 2019, p. 66), no es nueva. De hecho, la Comisión Europea señaló la competencia digital como una de las 8 competencias clave que las personas precisan para su realización y desarrollo personales, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo (Recomendación 2006/962/CE)
Al mismo tiempo, con el rápido desarrollo de la tecnología, la educación en línea ha surgido como un modo alternativo de enseñanza y aprendizaje, y un complemento sustancial de la enseñanza tradicional.
Según datos de la Universidad Internacional de la Rioja, más de un 32% de la formación que se imparte en España es online. Actualmente en Europa, se estima que están siendo necesarios más de 900.000 profesionales TIC2 en el ámbito de la formación online, siendo España el quinto país del mundo con la mayor tasa de alumnos realizando cursos digitales (Caldentey, 2018)
Junto con todo ello, la reciente situación de cierre de las escuelas por la COVID-19, ha puesto de manifiesto que la necesidad de que los docentes tengan los conocimientos y herramientas suficientes para impartir docencia online, no se ha satisfecho. Esto es debido a que los profesores han tenido dificultades a la hora de transformar su docencia desde la modalidad presencial a la online en todos los niveles. Es decir, la competencia digital sigue siendo una carencia importante en la formación docente e incluso en el caso de que se utilicen las tecnologías, se corre el riesgo de que se reproduzca la educación tradicional en el modelo virtual, utilizando las TIC como recursos de control institucional de los estudiantes (Cabero y Marín, 2014). El problema es debido a que, hasta ahora, los profesores no han sido conscientes de la necesidad de formarse en competencias digitales salvo que específicamente dieran clases online. Tanto es así, que los docentes señalan los conocimientos de informática relativos al ámbito de estudio, como la segunda competencia menos valorada de las 23 propuestas por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, al tratar de establecer la formación inicial docente adaptada al Espacio Europeo de Educación Superior (ANECA, 2005).
Es más, como señala Krusmvik (2008) no basta con que un docente tenga una competencia digital básica para que sea un buen profesor, o que tenga un conocimiento de algunas tecnologías. Es necesario ir más allá e incluir otros aspectos pedagógicos y técnicos, ya que las tecnologías se van a utilizar en contextos complejos. Es preciso, por tanto, avanzar en la formación de los docentes ya que “los docentes a menudo han visto hasta la fecha como la formación que recibían sobre TIC era genérica, técnica u orientada en exceso a la alfabetización más elemental, desligada del ámbito disciplinar y de la reflexión pedagógica o didáctica” (Gisbert, González y Esteve, 2016, p. 78).
Si bien la competencia digital ha sido abordada teóricamente, es preciso dotarnos de herramientas prácticas que permitan operativizar dichas conceptualizaciones. En este sentido, y específicamente para el profesorado, destaca el modelo del TPACK propuesto por Koehler y Mishra, (2006, 2008), un modelo de enseñanza y aprendizaje (E-A) que identifica los tipos de conocimiento que un docente necesita dominar para integrar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) de una forma eficaz en la enseñanza que imparte. Según este modelo, un docente será competente si puede utilizar adecuadamente tres conocimientos: contenido o disciplinar, pedagógico y tecnológico. Es decir, para un docente no basta con conocer su materia, debe tener el conocimiento pedagógico y tecnológico suficiente. Si bien lo complejo es llevar todo ello a la práctica, y garantizar que la formación de los profesores realmente garantiza que adquieren la competencia digital en toda su amplitud.
Como señalan Gisbert, González y Esteve (2016), una de las principales líneas de investigación que quedan pendientes es “definir la estrategia de aprendizaje que garantizará que los futuros maestros y los docentes en activo adquieren esta competencia (digital)” (p. 80).
Por todo ello, el objetivo de nuestro trabajo es contribuir a este vacío en la literatura defendiendo la formación universitaria especializada en TIC como una estrategia que, adecuadamente diseñada, contribuye especialmente al desarrollo de la competencia digital de los docentes.