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V. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

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En el desarrollo de la investigación que se presenta en este capítulo, se han desarrollado los cuatro objetivos generales planteados. A partir de los resultados obtenidos, se puede concluir que el sistema de acompañamiento tecno-pedagógico es un apoyo necesario y útil tanto para el estudiantado como el profesorado, más todavía tras la crisis de la pandemia de la COVID-19. Ambos perfiles lo valoran muy positivamente. Con una participación total en el estudio de 3.225 estudiantes y 781 docentes, se otorgan puntuaciones notables y excelentes, valoraciones que han ido mejorando a lo largo de los cursos. En este sentido, comparando y triangulando los resultados de las encuestas con los resultados del grupo de discusión, aunque en un primer momento los estudiantes no ubican la figura del profesor gestor y profesor facilitador, una vez la conocen la consideran como un elemento clave en su proceso de aprendizaje. En el caso del profesorado, la colaboración entre ambas figuras permite construir EVA de forma colaborativa, creando espacios que permiten recortar la distancia cognitiva y emocional (Badilla, 2015). Esta última cuestión, la distancia emocional, es algo que los profesionales especializados en educación digital, a través del grupo de discusión, han destacado. Reducir la distancia emocional se considera un aspecto fundamental en los estudios en las modalidades virtual e híbrida. Como indica Morado (2017), el estudiantado necesita sentir la presencia de toda la comunidad en el espacio que está desarrollando sus conocimientos. De ahí que escoja canales de comunicación que permitan reducir estas distancias, como el teléfono o el correo electrónico, una comunicación one to one. Y así lo han manifestado también los estudiantes en las encuestas, en las que las palabras más repetidas, cuentan con un componente emocional importante (siempre, gracias, ayuda, atención, apoyo, excelente, etc.). Este aspecto se ha visto especialmente destacado a partir de la crisis de la COVID-19, en los dos últimos cursos analizados (2019-2020 y 2020-2021), en los que la situación de incertidumbre requería un acompañamiento mucho más cercano y personal.

Los EVA son mucho más que tecnología, no son meros repositorios de contenidos (Cabero, Osuna y Cejudo, 2010), sino que son espacios de interacción y relación, de construcción de conocimiento, con lo que es sumamente importante conocer las necesidades concretas del alumnado y el profesorado (Calderón-López y García-Salazar, 2021). Necesidades que van de lo tecnológico (instrumental), a lo cognitivo, actitudinal y axiológico (Gabelas y Marta-Lazo, 2015). En este sentido, los aspectos mejor valorados por parte de los estudiantes en cuanto al sistema de acompañamiento tecno-pedagógico son la atención al estilo personal de aprendizaje y el apoyo a la organización del estudio y las estrategias para lograr los objetivos de aprendizaje. Sin embargo, el aspecto menos valorado es el acompañamiento en el campus virtual, resultados que coinciden con los estudios de Mena-Rodríguez y Tójar-Hurtado (2017). Por lo tanto, el propio estudiantado pone en un segundo plano los aspectos tecnológicos y prioriza los cognitivos, meta-cognitivos y comunicativos. Una de las explicaciones que puede tener esta cuestión es el trabajo realizado por la institución para “invisibilizar” la tecnología y potenciar las estrategias para mejorar la motivación y gestionar la autorregulación del aprendizaje en los entornos virtuales e híbridos. Todo ello, en la línea de lo apuntado por Cobo y Moravec (2011), poniendo en el centro del proceso educativo la capacidad humana para generar, crear y conectar nuevos conocimientos.

El acompañamiento tecno-pedagógico a estudiantes y docentes debe ser constante y continuado (Cerdeño-Romero), tal y como se ha podido comprobar a través de la opinión de los expertos en educación digital, ya que el apoyo depende mucho del momento en el que se encuentre el estudiante (en el hito del curso). En las primeras semanas, el estudiante necesita sentirse acogido y en el transcurso del curso ser parte activa de la comunidad educativa. Además, ese acompañamiento es clave también para el desarrollo de competencias digitales. La formación, en este sentido, es imprescindible. Como se aprecia en los resultados del grupo de discusión, el acompañamiento puede ayudar en la mejora de la competencia digital, especialmente en el caso del profesorado y su avance en la competencia digital docente. En este sentido, y coincidiendo los resultados con las investigaciones de Morado y Ocampo-Hernández (2019), este apoyo y formación facilita no solo del impulso de las competencias digitales docentes en sus múltiples dimensiones, sino también es un buen camino para avanzar en la innovación docente en entornos virtuales e híbridos.

En definitiva, contar con un sistema de acompañamiento tecno-pedagógico impulsado por la Universidad permite reforzar el proceso de enseñanza, aprendizaje y formación en entornos virtuales e híbridos. Este sistema debe saber identificar las necesidades particulares del alumnado y el profesorado, para que sirva de apoyo y enriquezca el proceso de construcción de conocimiento. Es imprescindible poner en el centro a la persona, de manera particular y colectiva, y realizar una estrategia de apoyo basada en la adecuación comunicativa e interactiva de los espacios digitales.

La educación digital en el ámbito universitario. Un enfoque 360

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