Читать книгу Obras morales y de costumbres (Moralia) IV - Plutarco - Страница 13
VIII. Nuestra traducción
ОглавлениеNuestra traducción que, creemos, es la primera que se publica en castellano, se basa fundamentalmente en la edición de C. Hubert; si bien en ningún momento hemos desatendido la inglesa y la francesa citadas en último lugar. Las variantes elegidas se consignan en las notas, en tanto que las conjeturas personales se indican a continuación.
Antes de cerrar la Introducción deseo mostrar mi agradecimiento a mis amigos Alfredo Róspide, Miguel Ángel Rivera, Francisco Gilabert, Luis Muñoz y Lucio Mora, que en todo momento me han ayudado tan desinteresadamente. Quisiera, por último, aunque no sea costumbre hacerlo en una traducción, dedicársela a mis amigos Antonio Plaza y Conchita Trenado, que cumplen a la perfección con el primer y más importante requisito de un banquete tal como Plutarco lo entendía y que no es otro que el de ser unos extraordinarios anfitriones.
______________
1 Incompletas están, en el libro IV, la 5 y la 6, y del IX, la 6 y la 7. Conocemos sólo el título de las del resto del libro IV, es decir, desde la cuestión 8 a la 10, y del IX, de la 8 hasta la 12.
2 Véase, al respecto, K. ZIEGLER, «Plutarchos», en PAULY-WISSOWA, RE., XXI, 1, 1951, col. 888.
3 Escapan a esta norma los monólogos de Plutarco (II 1), Aristión (III 9) y Amonio (IX 15).
4 De Plutarchi ratione dialogorum componendorum, tesis doct., Gotinga, 1912.
5 Para más detalles sobre la estructura, véase nuestro artículo «Las Cuestiones Convivales de Plutarco: Estructura, Fuentes y Finalidad de la obra», Revista del Colegio Universitario de Ciudad Real 2 (1983), 109-134.
6 Cf. KAHLE, De Plutarchi ratione…, págs. 5 y 10, en donde señala que el círculo de amigos de Platón es mucho más limitado que el de Plutarco.
7 Éstas son: I 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8; II 3, 8, 9, 10; III 6; IV 4; V 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9; VI 1, 3, 4 y 6 (un forastero), 8, 9, 10; VII 1, 5, 6, 7, 9; VIII 3, 5, 6, y IX 1.
8 «Plutarchs Tischgespräche», Altertum VIII (1962), 80-88, 83-84.
9 Cf. C. GARCÍA GUAL, «Epicuro el liberador», Est. Clás. 61 (1970), 379-408, y B. FARRINGTON, La rebelión de Epicuro, trad. esp., Barcelona, 1968.
10 Cf. ZIEGLER, «Plutarchos», col. 892.
11 Un buen estudio de los amigos y familiares de Plutarco se puede hallar en R. VOLKMANN, Leben, Schriften und Philosophie des Plutarch von Chaeronea, 2 vols., Berlín, 1869, vol. I, págs. 16 y sigs.; mejorado por ZIEGLER, «Plutarchos», cols. 666 y sigs. Cualquier referencia que en lo sucesivo hagamos sobre los amigos y familiares de Plutarco se basará en ambos trabajos.
12 Algunas cuestiones pueden estudiar a la vez dos temas distintos, cada uno con solución independiente. Para evitar confusiones marcamos con a la primera y con b la segunda. Se trata de las siguientes: I 6, II 2, IV 2, V 3 y 8, VII 4, y VIII 7.
13 Cuando en una cuestión se esgrimen diversas razones en pro de una determinada teoría, la réplica se apoya, a su vez, en todos esos puntos al rebatirlos o ampliarlos. Dichas cuestiones son: I 4, II 3 y 10, III 2, 3, 14, 10, IV 1, 7, y VII 1.
14 Denominado «princeps» por C. HUBERT, De Plutarchi Amatorio, tesis doct., Berlín, 1903, pág. 59, y KAHLE, De Plutarchi ratione…, páginas 1-24.
15 Symposion. Die Geschichte einer literarischen Form (Stud. zur Gesch. u. Kult. des Altert. XVII), Paderborn, 1931.
16 Ibid., págs. 176-179, particularmente pág. 178. A nosotros nos da la impresión, más bien, de que incluso en este punto imita a Platón. Lo mismo que Alcibíades, un discípulo de Sócrates, hace el elogio de su maestro al final del Banquete de PLATÓN, así también Plutarco rinde su homenaje particular a su querido maestro Amonio con el libro IX, el último de todos.
17 Adversaria critica et exegetica ad Plutarchi Quaestionum convivalium librum primum et secundum, tesis doct., Amsterdam, 1946, páginas 10-17.
18 F. FUHRMANN, Plutarque, Oeuvres Morales (Les Belles Letres IX), 2 vols. Leipziz, 1972, vol. I, pág. XV, y M.a DOLORES GALLARDO, «Estado actual de los estudios sobre los Simposios de Platón, Jenofonte y Plutarco», Cuad. Filol. Clás. (1972), 127-191, pág. 190.
19 Es cierto que, en algunos puntos concretos (cf. BOLKESTEIN, Adversaria critica…, pág. 16), recuerda a Jenofonte, pero siempre en aspectos puramente formales e irrelevantes.
20 Amplia información sobre ellos se puede encontrar en MARTÍN, Symposion…, págs. 170-177, quien considera que sus pocos fragmentos transmitidos ni eran diálogos ni contaban con la ambientación de un banquete, opinión defendida con anterioridad por FR. ULRICH, Entstehung und Entwicklung der Literaturgattung des Symposions, 2 vols., Würzburgo, 1908/9, vol. II, pág. 37. Contra dicho juicio se pronuncia R. HIRZEL, Der Dialog, 2 vols., Leipzig, 1895, vol. II, pág. 224, n. 3, abogando por una forma dialogada en los dos primeros, en tanto que expresan sus dudas con respecto a Dídimo, FUHRMANN, Plutarche, Oeuvres Morales, págs. XV-XVI, y BOLKESTEIN, Adversaria critica…, págs. y 3 sigs.
21 Cf. BOLKESTEIN, ibid., pág. 9.
22 «Zur Entstehumg der Tischgespräche Plutarchs», Khárites für Leo (Berlín, 1911), 170-187, y «Zur indirekten Überlieferung der Tischgespräche Plutarchs», Hermes 73 (1938), 307-328, concretamente págs. 325 y sigs.
23 Así lo reconoce BOLKESTEIN, Adversaria critica…, pág. 33.
24 Cf. ibid., pág. 18, y FUHRMANN, Plutarche, Oeuvres Morales, página XVI.
25 Véase GALLARDO, «Estado actual…», pág. 129.
26 Cf. ibid., pág. 133.
27 En dicho sentido, cf. L. GIL, Banquete, Guadarrama, Madrid, 1969, pág. 13, donde el autor, acertadamente, observa que el discurso de Fedro, aun dentro de su evidente superficialidad, sienta las bases para ulteriores argumentaciones; y pág. 20, en la que señala que Eratón establece el principio de que, para hablar sobre algo, es fundamental conocer su naturaleza y efectos, si bien incurre en el error de confundir la naturaleza del Amor con el amado.
28 Ya F. RODRÍGUEZ ADRADOS, «El Banquete platónico y la teoría del teatro», Emerita 37 (1969), 1-28, concretamente en pág. 10, reparó en que es importante el orden en que se van durmiendo los distintos asistentes. Para GALLARDO, «Estado actual…», págs. 152-3, la explicación, atinada a nuestro juicio, de que sea Sócrates el único que no se duerma y vea la luz del nuevo día, reside en el hecho de que sólo al filósofo le corresponde la dicha de contemplar la Belleza absoluta.
29 Cf. H. DÖRRIE, «Die Stellung Plutarchs im Platonismus seiner Zeit», en Festschrift Merlan, Berlín, 1970, págs. 36 y sigs., y VOLKMANN, Leben…, vol. II, pág. 52.
30 Cf. VOLKMANN, ibid., pág. 61.
31 Cf. ibid., págs. 63-64.
32 Cf. ibid., pág. 63.
33 Un estudio sobre esta cuestión ha sido llevado a cabo por F. RODRÍGUEZ ADRADOS, «Lengua, ontología y lógica en los sofistas y Platón», Revista de Occidente 96 (marzo 1971), 340-365, y 99 (junio 1971), 285-309, artículo al que remitimos al lector interesado en el tema.
34 La ridiculización de algunas etimologías llevada a cabo por Lamprias, el hermano, en VIII 6, no invalida lo dicho, sino que más bien lo confirma, ya que el hermano está criticando a los que hacen un uso malo y superficial de ellas.
35 Cf. VOLKMANN, Leben…, vol. II, pág. 6.
36 Cf. I. M. CROMBIE, Análisis de las doctrinas de Platón, trad. esp., 2 vols., Madrid, 1979, vol. II, pág. 163.
37 Cf. ibid., págs. 164 y 233.
38 Cf. ibid., pág. 165.
39 Cf. ibid., pág. 171, y VOLKMANN, Leben…, vol. II, pág. 6.
40 Cf. CROMBIE, Análisis…, vol. II, pág. 170.
41 Si Plutarco en esta cuestión no maneja el tercer componente platónico que hace posible la visión, el color de los objetos (República 507d), y sí, en cambio, los otros dos citados (Timeo 45b ss.), no es sólo porque esté improvisando y, por ello, no acuda a sus anotaciones, como piensa ABRAMOWICZÓWNA, «Plutarchs», pág. 87, sino también, y sobre todo, porque ese tercer componente le estorba en la armonización que está ensayando.
42 En este punto hay que recordar que Plutarco ignoraba que los Problemata no habían sido escritos por el fundador del Perípato.
43 En tal aspecto véase J. S. LASSO DE LA VEGA, «El diálogo y la filosofía platónica del arte», Est. Clás. 12 (1968), 311-374 y el artículo ya mencionado de RODRÍGUEZ ADRADOS, «El Banquete platónico…».
44 Cf. VOLKMANN, Leben…, vol. I, paǵ. 6.
45 Cf. ibid., págs. 7-9.
46 Cf. ibid., págs. 10-11.
47 Sobre la fecha de su composición, cf. ibid., vol. II, pág. 177; BOLKESTEIN, Adversaria…, pág. 24, y ZIEGLER, «Plutarchos», col. 888.
48 Cf. FUHRMANN, Plutarche…, pág. XXI, y ABRAMOWICZÓWNA, «Plutarchs…», pág. 88.
49 Son: 650A, 652A, 656B-D, 690C y F, 704F, 720D, 734E y 735C; y lo mismo se puede afirmar respecto a Teofrasto.
50 Así en 627A-D, 694D y 724D.
51 Como en 659D, 696D y 702B. En todo caso, si hay algo de Aristóteles en Plutarco en el terreno científico, la causa se debe poner en que el estagirita en este campo opera de forma parecida a Platón, conforme demuestra A. FOUILLÉE, Aristóteles y su polémica contra Platón, trad. esp., Buenos Aires, 1948, pág. 16. Por contra, carece de fundamento la afirmación de ABRAMOWICZÓWNA, «Plutarchs…», pág. 88, de que Plutarco en filosofía sensu stricto sigue a Platón, pero en los temas científicos a Aristóteles y los peripatéticos.
52 Añádase a citas anteriores M. R. FLACELIÈRE, «État présent des études sur Plutarque», en Actes du VIIIe Congrès de l’Association Guillaume Budé, París, 5-10 abril, 1968, pág. 501 y, sobre todo, pág. 505, donde afirma que Plutarco toma a Aristóteles sólo ocasionalmente.
53 Véase, en las Actas citadas en n. ant., la comunicacion de H. DÖRRIE, «Le platonisme de Plutarque», pág. 520, que hace extensiva esta afiliación también a Amonio.
54 Der Dialog, vol. II, pág. 227.
55 Cf. ZIEGLER, «Plutarchos», col. 893.
56 Cf. GALLARDO, «Estado actual…», pág. 153.
57 Cf. GARCÍA GUAL, «Epicuro…», pág. 388.
58 Cf. ibid., pág. 380.
59 Así lo entienden KAHLE, De Plutarchi ratione…, pág. 63, cuando afirma que los que siguieron a Platón escribieron diálogos filosóficos por parecerles la forma más noble de expresar sus doctrinas filosóficas, y de una forma similar BOLKESTEIN, Adversaria…, págs. 2-3.
60 Cf. MARTIN, Symposion…, pág. 179, y ZIEGLER, «Plutarchos», col. 890.
61 Cf. VOLKMANN, Lieben…, vol. I, pág. 55.
62 Cf. ZIEGLER, «Plutarchos», col. 888.
63 Plutarche…, pág. XXIII.
64 Adversaria critica…, pag. 43.
65 «Plutarchs…», pág. 88.
66 Tal es la postura de ZIEGLER, «Plutarchos», col. 891.
67 Así lo dice en 628C y 646A, y en ello se han fundamentado KAHLE, De Plutarchi ratione…, pág. 51; FUHRMAN, Plutarche…, pág. XXIV, y ABRAMOWICZÓWNA, «Plutarchs…», pág. 82, para considerar que Plutarco persigue más «lo verosímil» que «lo verdadero».
68 Para Plutarco, 629E, 639E, 652B, 665E 682C, 723E y 746B; para Lamprias, 635C; para otros, 719C y F. Pero ello apunta a la función que antes hemos llamado «original», representada por él, su hermano y algunos otros más.
69 625A, 641D, 687E, 689B y 691D. KAHLE, De Plutarchi ratione…, pág. 40, reconoce, como nosotros, que en Plutarco una sola es la opinión verdadera en la inmensa mayoría de las cuestiones.
70 DÖRRIE, «Die Stellung…», pág. 522.
71 DÖRRIE, ibid., pág. 525, opina que Plutarco no es un ecléctico, sino que posee un juicio filosófico claro, el de Platón. Por otro lado, es inexacta la opinión de ZIEGLER, «Plutarchos», col. 890, según la cual Plutarco recuerda a Platón sólo en la introducción de amigos y familiares, pues su método de análisis, como se ha podido comprobar en este trabajo, es totalmente platónico. Sobre su platonismo, en lo tocante a los ideales panhelénicos, cf. A. BRAVO GARCÍA, «El pensamiento de Plutarco acerca de la paz y l’a guerra», Cuad. Filol. Clás. V (1973), 141-191, especialmente págs. 159 y sigs. (Resumen de su tesis doct.)
72 E. GRAF, «Plutarchisches», en Commentationes O. Ribbeck oblatae, Leipzig, 1888, págs. 59-61 y 64; HIRZEL, Der Dialog, vol. II, página 224, a quien se suma ZIEGLER, «Plutarchos», col. 887; VOLKMANN, Leben…, vol. I, págs. 24 y 55; W. Kiaulehn, «De scaenico dialogorum apparatu capita tria», Phil. Hal. XXIII, 2 (1913), 195-196; J. J. HARTMAN, De Plutarcho scriptore et philosopho, Leiden, 1916, pág. 388; ABRAMOWICZÓWNA, «Plutarchs…», pág. 85, y Commentarius criticus et exegeticus ad Plutarchi Quaestionum Convivalium I et II (en polaco, con un resumen en latín), Torun, 1960, pág. 229.
73 ABRAMOWICZÓWNA, «Plutarchs…», págs. 85 y 88, y ZIEGLER, «Plutarchos», col. 887.
74 HIRZEL, Der Dialog, vol. II, paǵ. 224, n. 3.
75 Ad fam. IX 8, donde escribe a Varrón diciéndole que no se admire si en el diálogo se encuentra como interlocutor de conversaciones jamás sostenidas, pero esa era la costumbre imperante en su época.
76 U. VON WILAMOWITZ-MOELLENDORFF, Commentariolum grammaticum, Gotinga, 1889, vol. III, pág. 24; MARTIN, Symposion…, págs. 173 y sig.; BOLKESTEIN, Adversaria critica…, págs. 45-6, y FUHRMANN, Plutarche…, págs. VIII y sigs.
77 Cf. FUHRMANN, ibid., pág. XVIII.
78 ABRAMOWICZÓWNA, «Plutarchs…», pág. 86.
79 «Zur Entstehung…», pág. 187.
80 «Plutarchos», col. 887.
81 Plutarche…, pág. XI.
82 En este apartado, como en el siguiente, seguimos a C. HUBERT, en el prólogo a su edición: Plutarchi Moralia (Teubner), vol. IV, 19712, págs. XI-XXIII.
83 Ibid., pág. XII.
84 Plutarque, Propos de Table, vol. IX, París, 1972, pág. XXXI.
85 Véase al respecto el artículo de M.a DOLORES GALLARDO, «LOS Simposios de Luciano, Ateneo, Metodio y Juliano», Cuad. Filol. Clás., 239-296, concretamente pág. 252.