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[628A] CUESTIÓN DÉCIMA

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De por qué al coro de la tribu Eántide, de Atenas, nunca lo elegían el último

Conversan MARCOS, MILÓN, FILOPAPO, GLAUCIAS, PLUTARCO y otros

1. En los epinicios de Sarapión 148, cuando dio la victoria a la tribu Leontide 149 dirigiendo su coro, nosotros, que habíamos sido invitados precisamente por ser miembros adoptivos de la tribu, manteníamos una conversación emparentada con el concurso del momento. El certamen, por cierto, cuya dirección desempeñó con brillantez y magnificencia el rey Filopapo 150, quien al tiempo actuó de corego de todas las tribus, mantuvo una fortísima competencia. [B] Y resultaba que el rey, que comía invitado con nosotros, unas veces hablaba de cosas antiguas y otras escuchaba por educación no menos que por su afán de aprender.

2. Y un tema de tal índole fue planteado por Marcos 151, el gramático. Afirmaba que Neantes 152, el ciciceno, relataba en las leyendas referentes a su ciudad que la tribu Eantide tenía el don de que su coro no fuera elegido el último. «Por supuesto, dijo, en la exposición de la historia el que la escribió era un patrañero, pero si al menos esto no lo falsea, quede como una empresa común a todos la investigación de su causa.»

Y al decir su compañero Milón 153: «Bien, ¿y si fuera mentira lo dicho?», contestó Filopapo: «Nada de particular tendría, si sintiéramos lo mismo que el sabio Democrito por la erudición, pues aquél, según parece, al morder [C] un pepino, como su sabor le pareció de miel, preguntó a la sirvienta que dónde lo había comprado; al decirle ella que en un huerto, levantándose le ordenó que lo guiara y le mostrase el lugar; y, como la mujer se extrañara y preguntara qué pretendía, contestó: ‘Debo encontrar la causa de su dulzura, y la encontraré si examino el lugar.’ ‘Siéntate, entonces, contestó la mujer riendo, pues yo sin darme cuenta puse el pepino en un tarro con miel.’ Pero él, como enojado, dijo: ‘¡Me hiciste polvo, pero no por ello [D] dejaré de abordar el tema e indagaré su causa, como si la dulzura estuviera relacionada y emparentada con el pepino’» 154.

»Así, pues, no hagamos nosotros de la superficialidad de Neantes en algunos puntos un pretexto para abandonar, ya que el tema nos proporcionará, si no otra utilidad, la de ejercitarnos.»

3. Pues bien, todos por igual se apresuraron a encomiar a la tribu, haciendo mención de cualquier cosa que redundara en gloria de ella. Y a Maratón, en efecto, por ser un demo de esta tribu, se le ponía como centro de todo y hacían ver que Harmodio 155 y los suyos eran de la tribu Eantide, por ser efectivamente de Afidna, uno de sus demos. [E] Y Glaucias 156, el orador, dijo que en Maratón el ala derecha de la formación se le dio a los Eantides, dando crédito a las elegías de Esquilo 157, que combatió brillantemente en aquella batalla, y señaló, además, que de aquella tribu era el polemarco Calímaco, quien se comportó como un hombre muy valiente y, después de Milcíades, fue el mayor responsable de la batalla, por haber emitido el mismo voto que él 158. Y yo le añadía a Glaucias que también el decreto según el cual hizo salir a los atenienses a combatir se redactó siendo pritana la tribu Eantide y que en la batalla de Platea esta tribu fue la que más fama obtuvo. [F] Por ello, también, los Eantides llevaron a las ninfas Esfragitidas al Citerón el sacrificio por la victoria ordenado por la Pitia, siendo la ciudad la que les aportó la víctima y lo demás 159. «Pero ves, dije, que las demás tribus poseen mucha celebridad y, desde luego, sabéis que la mía, [629A] Leontide, es la primera, porque de ninguna queda rezagada en fama. Considerad, pues, si no es más convincente decir que ésta es una forma de consolar y aplacar al epónimo [B] de la tribu. Pues el Telamonio no era de los que se contentaban con sufrir una derrota 160, sino capaz de despreciar a todos por su cólera y carácter pendenciero. Por tanto, para que no fuera duro e inexorable, se acordó quitarle lo más incómodo de la derrota, no rebajando jamás su tribu hasta el último lugar.»

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1 Sosio Seneción, a quien Plutarco, aparte de la presente obra, dedicó el opúsculo De profectibus in virtute (o Cómo percibir los propios progresos en la virtud [B.C.G. 78]) y, al parecer, las Vidas paralelas, fue amigo íntimo y colaborador del emperador Trajano. Desempeñó el cargo de cónsul en los años 99, 102 y 107, y en el 106 tuvo una brillante actuación como almirante en la batalla contra los dacios. Platónico «modernizado» y enemigo de todo dogmatismo, así como de los estoicos, parece haber ejercido la influencia ética de su amigo Plutarco sobre el propio emperador.

2 Dicho proverbio, poético en opinión de LUCIANO, Banquete III 1, 2, se encuentra, además, en E. DIEHL, Anthologia Lyrica Graeca, Leipzig, 1942, fr. 160 = D. L. PAGE, Poetae Melici Graeci, fr. 1002, ESTOBEO, Eclogarum Physicarum et Ethicarum Libri II, III, 18, 27 (cod. S; om M A) III 520, ed. de HENSE, Leipzig, 1884-1923, y MARCIAL, I 27, 7.

3 El vocablo epístathmos ha planteado y sigue planteando serios problemas de interpretación. Su equivalencia con «simposíarco», como refleja P. A. CLEMENT en su traducción (master of ceremonies), no parece correcta, pues ya H. BOLKESTEIN, Adversaria critica et exegetica ad Plutarchi Quaestionum Convivalium librum primum et secundum, tesis doct., Amsterdam, 1946, págs. 48-48, anota que este término jamás ha significado tal cosa ni en nuestro autor ni en ningún otro, sino «soldados hospedados en una ciudad». Para BOLKESTEIN, ibid., pág. 48, el término es el nombre de cierto magistrado que estaría a cargo de los pesos y al que identifica con un mnmōn, funcionario al frente del registro entre los dorios. Más problable nos parece la explicación de B. A. VAN GRONINGEN, «Miséō mnmona sympótān», Mnemosyne XII (1959), 136-7, quien lo traduce por «posaderos», como Amyot, versión seguida por Fuhrmann y que adoptamos nosotros.

4 Así lo entienden Luc., Banqu. III 1, 2; ANTÍPATRO, Antología Palatina XI 31, 4, refiriéndose a los «bebedores de agua»; MARC., I 27, 7 y II 533 (71c) de E. L. LEUTSCH-F. G. SCHNEIDEWIN, Corpus Paremiographorum Graecorum, 2 vols., Gotinga, 1839.

5 Plutarco, como hace notar Fuhrmann, ha fundido en uno los dos significados de nárthēx («férula» y «cañaheja»). Que Dioniso y el «olvido» estaban íntimamente relacionados, lo corroboran los descubrimientos epigráficos. DIODORO, IV 6-7, explica por qué el nárthēx se asocia al dios: cuando el vino se descubrió, los hombres, como aún no conocían su mezcla con el agua, lo bebían puro en gran cantidad hasta el punto de enloquecer y golpearse unos a otros con sus bastones de madera llegando a herirse e, incluso, matarse. Preocupado Dioniso por la situación, les enseñó a usar el nárthex, con lo que, en lo sucesivo, pudieron seguir bebiéndolo puro sin lastimarse. Ello indica que Plutarco arranca de una tradición común a los griegos.

6 Orestes 213: «¡Oh soberano Olvido de los males, qué sabio eres!» (trad. de C. GARCÍA GUAL en B.C.G. 22; sobre el valor de dicha invocación, cf. su n. 9).

7 Los únicos Banquetes bien conocidos son los de Platón y Jenofonte. Del de Epicuro tenemos noticia por el propio PLUTARCO, Quaest. conv. 652A y 653B, y Moralia 1109E, y por otros autores antiguos, y del de Aristóteles por ATENEO, 674F-675A.

ESPEUSIPO (ca. 410-339). Era hijo de Potone, sobrina de Platón, a cuya muerte (347) le sucedió como director de la Academia. Su elección no parece haber sido muy acertada, ya que provocó la retirada de Atenas de Aristóteles y Jenócrates, los miembros más cualificados para desempeñar el cargo. Sus escritos los enumera DIÓGENES LAERCIO en su lib. IV.

PRÍTANIS (S. III a. C.). Según POLIBIO, V 93, 8, Antígono Dosón, rey de Macedonia, encargó a Prítanis, ilustre representante de la escuela peripatética, la nueva legislación de Megalopólis, destruida por Cleómenes IV, rey de Esparta. Sobre la fecha de su nacimiento, cf. el artículo que le dedica K. ZIEGLER, en PAULY-WISSOWA, RE., s.v.

JERÓNIMO DE RODAS (ca. 290-230). Perteneciente a la misma escuela que el anterior e historiador de la literatura, era contemporáneo de Antígono Gonatas, a cuyo círculo literario perteneció en Atenas. Su formación filosófica, más bien ecléctica, lo separó del Perípato, granjeándose la enemistad de su director, Licón. Hombre sabio y ameno en opinión de Cicerón. Los eruditos modernos, sin embargo, lo tildan de embustero y malicioso debido a su afán por los chismes relacionados con la vida amorosa de los grandes personajes, si bien se ha de comprender que estos temas interesaban a los escritores peripatéticos de su época. Respecto a sus escritos, cf, RE., s.v.

DIÓN DE ALEJANDRÍA (S. I. a. C.). Seguidor de la Academia, amigo y discípulo de Antíoco de Ascalón, fue envenenado en Roma en el año 56 por instigación de Tolomeo Auletes durante la embajada que tenía por objeto, precisamente, la destitución de este rey. En ATEN., 34B, Dión admira de los egipcios el que hayan inventado para los pobres el vino de cebada.

8 De los viajes de Plutarco a Roma tenemos noticia por los siguientes pasajes: DEMÓSTENES, II 2, PUBLÍCOLA, XV 4 ss., y Mor. 522D, 727B y 973E.

9 Un banquete griego consta de dos partes: durante la primera, o «primeras mesas», se servía a los comensales en pequeñas mesas adosadas a los triclinios la comida propiamente dicha, mientras que en la segunda, o «segundas mesas», los postres y golosinas, así como el vino que se mezclaba con agua en crateras. Plutarco alude a la segunda parte, el «simposio» en sentido estricto.

10 Cuestión imitada por MACROBIO, Saturnalia VII 1.

10bis Personaje conocido sólo por este pasaje. ZIEGLER, en RE., s. v., lo identifica con el Aristón de Mor. 965C, a quien el padre de Plutarco llama su anepsiós.

11 El ama de casa estaba excluida de los certámenes gimnásticos y del banquete. Asistía únicamente a fiestas de carácter familiar, y comía sentada como los muchachos, a diferencia de los hombres que lo hacían reclinados.

12 Casi textualmente recoge la anécdota PSEUDO-PLUTARCO en la Vida de Isócrates 37. Según este biógrafo, el banquete fue ofrecido por Nicocreonte, tirano de Chipre, en su casa.

13 Yerno de Plutarco, según Quaest. conv. 620A; participa en las conversaciones de este banquete y en las de II 6, en casa de Sóclaro. Asiste sin hablar al banquete de IV 4, donde se nos da a entender que era médico de profesión.

14 Isórates era aficionado a los períodos dilatados, a veces vacíos y tópicos (A. LESKY, Historia de la literatura griega, trad. esp., Madrid, 1968, pág. 621).

15 Tal definición de la filosofía corresponde a la escuela estoica.

16 La historia nos es relatada por Fanodemo (F. JACOBY, Fr. Gr. Hist., III, B, 325, 11 = ATEN., 437C-D), APOLODORO, Il B, 244, 133, y EURIPIDES, Ifigenia entre los tauros 940 ss.: Orestes, después de matar a su madre, es encaminado por Apolo a Atenas. Allí, tras una acogida poco grata, algunos, compadecidos, le permitieron comer y beber en silencio. Lo que no se ajusta bien al relato es la indicación del Tesmotetio, edificio donde se reunían en época clásica los seis arcontes encargados de revisar anualmente las leyes. Según Fuhrmann, Plutarco lo ha confundido con el lugar público que precedió al Pritaneo de la democracia.

17 Dioniso, dios del vino, nos libera de penas y preocupaciones.

18 II. II 381. Un ejemplo de tal aserto es el Banquete de Luciano, donde los filósofos asistentes acaban malheridos a causa de la reyerta suscitada entre ellos. Como es natural, el de Samosata está ridiculizando las distintas escuelas filosóficas.

19 Lugar común que apunta a la conveniencia de compaginar la conversación (Musas; en HELIODORO, Las Etiópicas V 16, 4, se la designa con el nombre de Hermes, dios de la elocuencia e inventor de las lenguas), con el vino, entre los griegos, como se sabe, mezcla de vino puro (Dioniso) y agua (Ninfas, divinidades acuáticas). Expresiones similares utilizan TIMOTEO DE MILETO, en Poet. Mel. Gr. 780; HEL., Etióp. V 16, 1, y FILÓSTRATO, Vida de Apolonio de Tiana II 37.

20 LUCIANO, en El gallo 11, critica la inoportunidad de algunos filósofos en sus conversaciones durante el banquete: el estoico Tesmópolis, hablando de cuestiones relativas a la virtud y de silogismos, no deja disfrutar a su vecino en la mesa, el humilde zapatero Micilo, de citaristas y cantantes.

21 La anécdota se repite en Mor. 189B-D y 480D-E, siendo, por lo demás, completamente desconocida.

22 La idea de que vale la pena registrar lo que los hombres de pro hicieron tanto en serio como en broma, parte de JENOFONTE, Banquete I 1, sin duda el modelo de nuestro pasaje.

23 Reproducción algo libre de República 361a, que PLUTARCO vuelve a hacer en Mor. 50E-F y 854E.

24 Bacantes 734 ss.

25 Esta propiedad de la verbena y buglosa es mencionada también por DIOSCÓRIDES PEDANIO, De materia médica IV 60 y 127, y PLINIO, Hist. nat. XXV 81 y 107.

26 Od. IV 220 ss.

27 Ibid., 242 y 244.

28 Metáfora sacada del ámbito de la lucha. Los luchadores se echaban ceniza para evitar que el cuerpo de su adversario, ungido con aceite, se les escapara en sus presas.

29 Era costumbre en los banquetes que los comensales se entretuvieran bailando. ATEN., 629E, enumera los distintos tipos de danza y LUCIANO, Sobre la danza, 34, califica a la de su época de agradable y útil. Por su parte, PLUT., Quaest. conv. VII 5, como hombre moderado que era, condena en boca de Calístrato el frenético baile emprendido por los jóvenes asistentes al festín.

30 Cf. PLUT. Mor. 80B, y CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Stromateis I 22.

31 La fábula no se encuentra en la colección esópica, pero la conocemos por FEDRO, I 26, LA FONTAINE, I 18, y SAMANIEGO, I 10.

32 Frase proverbial para señalar que un episodio determinado no tiene nada que ver con Dioniso, patrono de la tragedia y comedia. En nuestro texto se alude a la introducción de escenas patéticas por parte de los autores mencionados, ausentes en trágicos anteriores. Posteriormente se llega a emplear incluso para indicar toda anécdota que se aparta del hilo del relato, como ocurre, por ejemplo, en HEL., Etióp. II 24, 4.

33 Sofisma que tiene por objeto demostrar que de un posible no puede resultar un imposible, ejemplo de rebuscamiento y sutileza.

34 Canciones de índole popular, con tema improvisado por lo común, que se entonaban al final de las comidas. De su dificultad da idea el jocoso pasaje de ARISTÓFANES, en Avispas 1219 ss. Para una información más amplia sobre el tema, cf. F. RODRÍGUEZ ADRADOS, Lírica Griega Arcaica, Madrid, 1981, págs. 100 y sigs.

35 Al empezar la bebida los comensales se adornaban con coronas, normalmente de yedra o laurel, si bien existían otros tipos, como la de apio de ANACREONTE, Poet. Mel. Gr. 410, o de violetas (coronado de ellas y yedra se presenta Alcibíades en el banquete de Agatón: PLATÓN, Banquete 212e), y una variada gama, como PLUTARCO, en Quaest. conv. III 1, indica. Según PLUT., ibid., 647a, y ATEN., 675C-D, con su empleo se aliviaban los dolores de cabeza producidos por el vino; y DIOD., IV 4, afirma que el propio Dioniso lleva diadema con el fin de evitar el dolor de cabeza propio de los que beben mucho.

36 Precisamente el significado secundario del adjetivo skoliós. El primario, «sinuoso», se reseña al final de esta cuestión.

37 Para dicha función, aparte del mirto, el comensal que designaba a su sucesor en el canto podía servirse también de una rama de laurel, siendo lo más antiguo el paso de la lira de un comensal a otro (cf. F. RODRÍGUEZ ADRADOS, Orígenes de la lírica griega, Madrid, 1976, pág. 102).

38 Una de las diversas acepciones de este término. Un resumen de ellos se encuentra en Z. ABRAMOWICZÓWNA, Commentarius criticus et exegeticus ad Plutarchi Quaestionun convivalium I et II, Torun, 1960, págs. 32-37 = 232-233. Según P. CHANTRAINE, Dict. Etymol., s. v., la etimología de aísakos, que parece ser un préstamo, es desconocida.

39 Uno de los dos hermanos de Plutarco, que cuenta con una actuación más bien pobre en esta obra, dado que es conocido simplemente por esta cuestión y por la II 5; pero en De sera numinis vindicta (Sobre el retraso de la venganza divina) lleva, junto con Plutarco, el peso de la conversación, y en el diálogo perdido Sobre el alma, a juzgar por el fragmento conservado en ESTOB., VII 21-27, parece haber sido el personaje central. Del cariño de Plutarco hacia sus hermanos dan idea las afectuosas palabras que les dedica en De fraterno amore (Sobre el amor fraterno).

40 El adjetivo eupáryphos (literalmente «con ribetes de púrpura»), como prueban el testimonio de ATEN., 230D, en los dos versos recogidos de Nicostrato, comediógrafo del que sólo poseemos fragmentos (cf. T. KOCK, Comicorum Atticorum Fragmenta, Leipzig, 1884, vol. II, página 222, y vol. III, pág. 428), y el testimonio de PÓLUX, VII 46, alude en la comedia al personaje presuntuoso y chabacano.

41 Características comunes de estos nuevos ricos y de su notorio mal gusto son los lujosos y estrafalarios vestidos teñidos de púrpura y recargados con oro, el uso de llamativas diademas, suntuosas carrozas precedidas y seguidas de numeroso séquito de esclavos, dedos cargados de anillos de oro, el empleo de copas de oro y mesas con pata de marfil en los banquetes para deslumbrar a sus invitados, su forma de andar afeminada, y por lo general su carácter de forasteros en las ciudades donde se lucen. A este respecto, cf. los siguientes pasajes: ARISTÓF, Avispas 1168 ss.; HEL., Etióp II 25, 1 (refiriéndose a una mujer tracia, Rodopis), y V 18, 6; y LUCIANO, Nigrino 13 y 21, El gallo 12, 14 y 24, y Timón 20.

42 Trímetro yámbico procedente de la obra perdida de EURÍPIDES, Cresfontes (A. NAUCK, Tragicorum Graecorum Fragmenta, 2.a ed., Leipzig, 1889, fr. 449).

43 El padre de Plutarco asiste a este banquete y al de II 8, donde se muestra un experto en materia hípica; en III 7, habla sobre el mosto; en III 8, exhibe su conocimiento de los Problemata pseudo-aristotélicos, y en III 9 interviene con humor. Junto a estos pasajes, en los que el padre se nos manifiesta como un hombre práctico, en los Praecepta gerendae rei publicae (Consejos políticos) Plutarco nos lo presenta como persona seria y buen consejero respecto a los defectos de presunción y envidia. Curiosamente su nombre no lo menciona Plutarco en lugar alguno, pero Mohl y Hartmann (cf. el art. de ZIEGLER, «Plutarchos», en PAULY-WISSOWA, RE., col. 644) basándose en la relación familiar de nombres propios, llegan a la conclusión de que debía de llamarse Autobulo.

44 Il. II 554.

45 Batalla de Pidna (168 a. C.), cf. APIANO, Historia romana: Sobre Macedonia 19, Sobre Siria 29, Sobre Iliria 9-10. Una exposición minuciosa de ella se puede leer en PLUTARCO, Paulo Emilio XIX ss.

46 Il. I 16, 375, etc.

47 Posiblemente, el padre se refiere a Plutarco y a su hermano Lamprias, platónico y peripatético respectivamente.

48 La Comedia Nueva es nuestro mejor informador en lo tocante a la importancia que en Grecia se concedía a los cocineros: solían ser asalariados de quienes dependía el resto del personal destinado a la cocina, esclavos normalmente, eran fanfarrones y se jactaban de su trabajo, al que consideraban un arte y una ciencia, así como madre de toda cultura. Por el lenguaje poético y mitológico que a veces empleaban, parece que eran algo instruidos, razón por la cual menospreciaban y trataban groseramente a sus subalternos.

49 Indispensables en un banquete eran las coronas y perfumes con que se adornaban y ungían los comensales (ARISTÓFANES, Las asambleístas 1117, y Acarnienses 1085 ss.). Los encargados del reparto de coronas y de las unciones de perfume eran o bien mujeres (ARISTÓF., ibid., 834) o mozos (FILÓXENO DE LÉUCADE, PMG 836b). En la plaza de cualquier ciudad se establecían gran número de vendedoras de coronas para banquetes y fiestas en general, según el testimonio de ARISTÓFANES, Tesmoforiantes 443-458. En lo relativo a las citaristas consúltense los pasajes de PLATÓN, Protágoras 347d, donde conceptúa de gente sin conversación a los que las utilizan en los banquetes, y de ARISTÓTELES, Constitución de los atenienses 50, 2, quien habla de su remuneración.

50 Cuando la copa circulaba (Luc., Banqu. 15), era costumbre que se brindase ya sea por los amigos (CARITÓN DE AFRODISIAS, Quéreas y Calírroe I 13, 2), ya por el amado (PMG 407) o por la amada (LUCIANO, Historias Verdaderas 25). Al brindis acompañaba el regalo de la copa.

51 Una de las islas Cícladas, no lejos de Delos y Paros. Según ATEN., 8A; EUSTACIO, 1828, 8, en FOCIO, y JULIANO, XII 20, sus habitantes eran motejados de tacaños, ignorantes y estúpidos. Si la conjetura de Hemsterhuys es válida, el proverbio se halla en LUCIANO, Diálogo de los muertos I 3. El sentido exacto de esta frase varía según los autores: ESTRABÓN, X 5, 9, alega que se aplica a los que engloban en un solo título incluso lo que por naturaleza se encuentra separado; ZENOBIO (en LEUTSCH-SCHNEÍDEWIN, Corp. Parem. Gr., vol. I, pág. 122) considera el proverbio la respuesta del oráculo a los hijos de Neleo, Hegetor e Hipocles, sobre cuáles eran las islas de Hegetor, quien sólo se había apoderado de Micono. ABRAMOWICZÓWNA, Commentarius…, pág. 42 = pág. 233, estima que su sentido arranca del propio nombre de la isla que, según Hesiquio, equivaldría a «pila», «montón».

52 Uno de los siete sabios. La anécdota nos la transmite también DIÓG. LAER., I 5, 87.

53 Il. II 408.

54 Obra de Aristóteles cuya meta es intentar conseguir en cualquier cuestión afirmaciones verosímiles sin incurrir en contradicciones.

55 Obra desconocida.

56 Sobre la colocación de los invitados conforme a su dignidad, cf. LUC., Banqu. 8.

57 Il. VIII 162, y XII 311.

58 Od. VII 169-70.

59 Il. XX 15.

60 Ibid., XXIV 100.

61 Fragmento de una poesía desconocida (ÁDĒLA IV 28, PUECH, 146 SNELL, 133 BOWRA, citado por ARÍSTIDES, Il 305, 21, KEIL).

62 Plutarco está reproduciendo ideas que su maestro Platón repite frecuentemente a lo largo de su obra. Cf., por ejemplo, Rep. 496a.

63 Il. XXIII 534 ss.

64 El otro hermano de Plutarco, muy apreciado por él, como se desprende por la cantidad de banquetes en los que toma parte (cf. nuestro Índice de nombres) Interviene también con un importante papel en De E apud Delphos (Sobre la E de Delfos), De defectu oraculorum (Sobre la falta de oráculos), De facie in orbe lunae (Sobre la cara de la luna), y De communibus notitiis adversus stoicos (Sobre las nociones comunes, contra los estoicos). Al igual que su hermano perteneció al círculo de Amonio. De genio vivo, improvisa muchas veces, y posee, además, un gran sentido del humor, amplia formación y brillante talento, lo que no es obstáculo para que sea un excelente bailarín de la danza pírrica. Perteneció al Peripato y desempeñó el cargo de sacerdote en el oráculo de Lebadea y el de arconte en Delfos en época de Trajano.

65 El origen del Consejo Anfictiónico, cuya misión consistía en velar por el templo de Apolo en Delfos y organizar los juegos píticos, parece deberse a asociaciones de estirpes que aseguraban el acceso a los oráculos más importantes, así como su neutralidad. Constaba de un delegado por cada ciudad adscrita a la Liga y, en primavera y en otoño, se reunía en Delfos, en Antela, cerca de las Termópilas.

66 Pasaje desconocido citado por DIÓN CRISÓSTOMO, Discursos XII 81, 2, y PLUT., Mor. 550A, 807C y 1065E.

67 Cf. H. DIELS-W. KRANZ, Die fragmente der Vorsokratiker, Berlín, 19546, vol. I, pág. 339, fr. 76.

68 Sobre el orden oblicuo inventado por Epaminondas, cf. DIOD., XV 56.

69 Pamenes, uno de los más prestigiosos generales tebanos, amigo de Epaminondas y del rey Filipo, no tomó parte en la empresa liberadora de su país, si bien apoyó a su amigo desde el principio y, posteriormente, destacó por sus brillantes gestas militares. Según PLUTARCO, Pelópidas XVIII, y POLIENO, Estratagemas II 5, 1, el inventor del «Batallón Sagrado», compuesto por amantes y amados, fue Gorgidas. Esta anécdota de Pamenes se repite en el pasaje antes mencionado de Plutarco y en Amatorius 761B.

70 Reminiscencias platónicas (Banqu. 175b).

71 HESÍODO, Trabajos y Días 26.

72 Sosicles de Coronea, al parecer amigo íntimo de Plutarco, interviene sólo en Quaest. conv. I 4 y V 4, y Aufidio Modesto nada más que aquí, sin que, por lo demás, sepamos algo de sus vidas.

73 Verso de una obra desconocida (NAUCK, Trag. Gr. Frag., fr. 757).

74 Se trata del primero del primer lecho. Junto a él gustaban de sentarse, en opinión de TEOFRASTO, Caracteres XXI, los vanidosos. Que en época clásica no existía una etiqueta tan estricta a la hora de reclinarse, lo muestra el que Agatón (PLAT., Banqu. 175c) se halle recostado solo en el último lugar. Los romanos, en cambio, impusieron la colocación por jerarquías. Cf., a este respecto, J. BURCKHARDT, Historia de la cultura griega, trad. esp., Barcelona, 1963-1966, vol. IV, pág. 216.

75 El llamado por los romanos imus in medio, al que seguía en importancia el del lado opuesto, denominado summus in medio.

76 Según Livio, la caída de la monarquía tuvo lugar en el año 510 a. C., en tanto que, para Catón y Polibio, sucedió en el 507.

77 Conocido con el nombre de summus in imo, justo al lado del «consular», donde se recostaba el dueño de la casa o el anfitrión, al objeto de estar junto al invitado más distinguido.

78 En el medius in imo e imus in imo. Además de la mujer e hijos del dueño de la casa, se colocaba, a veces, un servidor importante.

79 Junto con Leontíades y Filipo, uno de los oligarcas más importantes de Tebas, asesinados mientras cenaban por Pelópidas y otros jóvenes adictos a su causa, que lograron introducirse en la sala gracias a ir disfrazados de mujeres. Los hechos son relatados prolijamente por el propio PLUTARCO en Pelóp. X.

80 Copa inventada por Tericles de Corinto, contemporáneo de Aristófanes. ATEN., 470E ss., la describe como una copa honda de asas pequeñas.

81 Il. XX 468.

82 Suplicantes 770.

83 Junto con su hermano Lamprias es el interlocutor que más frecuentemente aparece y la personalidad más fuertemente acusada. Además de en las Quaestiones convivales, lo encontramos en los siguientes diálogos: De E apud Delphos, De Pythiae oracutis (Sobre los oráculos de la Pitia), De facie in orbe lunae y Non posse suaviter vivi secundum Epicurum (Sobre que no es posible vivir dulcemente de acuerdo con Epicuro).

84 Presidente de un banquete, elegido por los demás comensales mediante cualquier procedimiento, incluido el sorteo por habas. Entre sus funciones se incluía la de fijar la cantidad de vino que se debía beber, así como las partes de agua que habían de mezclarse con él.

85 Parece ser que Plutarco no lleva la corona habitual en los banquetes, sino la específica de los cargos de arconte o sacerdote que desempeñó en su patria.

86 Rep. 412c.

87 PLUTARCO, Artajerjes VI, y Mor. 173E.

88 PLUT., Mor. 186C y 813E.

89 Ibid., 69A y además, JENOFONTE, Anabasis II 6, 11 ss.

90 La «cotila» es una medida de 1/4 de litro aproximadamente. y el «ciato» la duodécima parte de 0,473 litros, unas seis cucharadas.

91 Sobre la importancia de los coperos y escanciadores reales, cf. HEL., Etióp. VII 23, 4, y sobre el arte de escanciar, ibid., 24, 6 y 27, 3.

92 Imagen platónica muy repetida. Los pasajes en que se encuentra se pueden ver en F. FUHRMANN, Les images de Plutarque, París, 1964, pág. 161, n. 6.

93 Informan sobre estos personajes, así como de su supuesta actuación impía en los días anteriores a la expedición a Sicilia, PLUTARCO, Alcibíades XIX 1 ss.; [PLATÓN,] Erixias 394b y 400b; ISÓCRATES, XVI 6, y ANDÓCIDES, Sobre los misterios I 35.

94 La lectura paidián no da mucho sentido al texto, sí, en cambio, paralían, propuesta por nosotros.

95 Versos de un poeta desconocido citados también en Mor. 44E y 485A, y ATEN., 97D.

96 Parece tratarse del filósofo mencionado por Filodemo y recogido por JACOBY, Frag. Gr. Hist., II B, pág. 1033.

97 El verso corresponde a EuRÍPIDES, Antíope (NAUCK, Trag. Gr. Frag., 183). En un contexto similar, sólo que con un verso más, lo cita también ARISTÓTELES, Retórica 1371b.

98 Otros escritores, como Ateneo, Teofrasto, Aristóxeno, etc. (la lista completa se halla en la edición de FUHRMANN), atribuyen la proclama a un rey persa, Darío o Jerjes.

99 Las personas educadas eludían cualquier broma ofensiva y grosera, como se puede ver en Pap. Berol. 270, donde el presidente del banquete recomienda que se gasten bromas que causen risa, pero adecuadas a la situación. Por su parte, FIL., en su Vida de Apol. I 17, dice de su personaje que jamás nadie le oyó hablar irónicamente ni discutir con sus interlocutores.

100 Fragmento de la obra perdida de EuRÍPIDES, Estenebea. PLUTARCO hace mención de él también en Mor. 405F y 762B. Para la aparición de los versos en otros autores, cf. NAUCK, Trag. Gr. Frag., fr. 663.

101 Filóxeno de Citera (435/4-380/79) llevó una vida muy azarosa; ya de niño, pasó como esclavo, de su isla natal a Esparta, donde con el tiempo se hizo cargo de él Melanípides, quien, precisamente, fue su maestro. Vivió en la corte de Dionisio I de Siracusa. Parece que el tirano lo condenó a las temibles canteras, ya fuera por criticar sus poesías o bien por celos respecto a una hetera. Autor de ditirambos, su obra más importante es El Cíclope. El fragmento lo recoge PAGE, Poet. Mel. Gr., fr. 822.

102 Banqu. 203d, Timeo 69d.

103 Cf. LEUTSCH-SCHNEIDEWIN, Corp. Parem. Gr., vol. I, pág. 447 (60).

104 La anécdota procede, según ATEN., 22A y 428F-429A (en 473a, dice lo mismo de otro poeta, Socles), de Cameleonte; LUCIANO, Elogio de Demóstenes 15, la recoge también, señalando como su fuente al historiador Calístenes.

105 Personaje muy querido por Plutarco, a juzgar por la cantidad de conversaciones en que participa. Hombre culto, cargado de ideas y de ingenio, supone la voz de la experiencia frente al tono erudito y diletante que sus nietos Lamprias y Plutarco imprimen, a veces, a la charla.

106 HERÓDOTO, I 8 ss.

107 A la persona amada se le solían regalar aves, como codornices, pollas de agua, ánades o gallos (ARISTÓFANES, Aves 705 ss.), o bien coronas, frutas, mechoncitos de cabellos (ID., Tesmof. 400-401). ARISTÓF., Pluto 157 (cf., además, JENOFONTE DE ÉFESO, Efesíacas I 2, 4, y FIL., Vida de Apol. VII 42), se queja de que a algunos amados les movía el interés cuando solicitaban de sus amantes perros de caza y caballos.

108 Obra desconocida.

109 Ditirambos, fr. 2, PUECH = SNELL, II 13. En esta parte seguimos el cambio en el orden del texto propuesto por Abramowiczówna y aceptado por Fuhrmann en su edición.

110 Véase, sobre este punto, el diálogo de PLUT., De E ap. Delph.

111 Entre los poetas griegos el Amor es calificado, a tenor de los sentimientos que suscita, de «agridulce» (SAFO), «cruel» (ALCEO DE MESENIA, en Ant. Pal. V 10), o «dulce» (NÓSIDE, ibid., V 170).

112 Adaptación un tanto libre de Edipo Rey 4-5.

113 Íntimo amigo de Plutarco, y probablemente también de Queronea. Lo ha acompañado a algún viaje a Roma. Vegetariano, según se deduce de otras conversaciones de las Quaestiones convivales, defiende esta dieta hasta el extremo de haber educado a sus hijos en sus costumbres. Hombre polifacético y muy interesado por la teología, interviene activamente en De Pyth. orac.

114 Memorias recogidas por Éumenes de Cardia y Diódoto de Eritras. Sobre la forma de beber de Alejandro, nos informan ATEN., 434B; ELLANO, Varia historia III 23, y PLUTARCO, Alejandro XXIII.

115 Las mismas ideas las expone PLUT. en Alej. IV, señalando como su fuente Los comentarios de Aristóxeno, filósofo y músico griego natural de Tarento (ca. 350 a. C.), discípulo de Aristóteles y contemporáneo de Alejandro.

116 De causis plantarum VI 16-8.

117 Calístenes de Olinto, sobrino y discípulo de Aristóteles, fue historiador y filósofo (DIOD., XIV 117, 8). Acompañó a Alejandro en su campaña asiática, de la que escribió un relato y, asimismo, una Historia de Grecia en diez libros, de la que sólo nos quedan fragmentos. Su oposición a la costumbre de prosternarse ante el rey acabó costándole la vida (ARRIANO, IV 10-14). La anécdota referida en esta cuestión se encuentra, además, en Mor. 454E, y en ATEN., 434D.

118 Mitrídates VI Eupátor (ca. 120-63), rey del Ponto, de gigantesca estatura, extraordinaria fuerza e insaciable apetito, jinete y arquero insuperable, hablaba las veintidós lenguas y dialectos de su reino. Fue un gran admirador de los griegos y cruel y maquiavélico con sus enemigos. Con el calificativo de Dioniso lo conocen también APIANO, Mitrídates 10; ATEN., 212D, y CICERÓN, Pro Fiacco 60. De la cita de Ateneo parece desprenderse que el apodo se debía, más bien, a que fue el liberador de Asia.

119 Su madre, Sémele, fue fulminada por un rayo de Zeus, mientras tenía a su hijo en las entrañas.

120 ELIANO, Var. hist. XII 26, cita a un púgil del mismo nombre. Sobre el apelativo «Heraclidita», típicamente femenino, cf. H. BOLKESTEIN, Adversaria critica…, pág. 90.

121 Anécdota recogida por ATEN., 52D-E, quien cita a Plutarco como su fuente. Sobre la propiedad de las almendras, cf. DIOSCÓRIDES, I 33, 2, y PLIN., His. nat. XXIII 145.

122 Parece referirse Plutarco al Tim. 65c ss.

123 Il. XI 846-8.

124 Respecto al uso de cremas y polvos por parte de las mujeres, cf. BOLKESTEIN, Adversaria critica…, págs. 91-92, que aporta un buen número de pasajes relativos al tema.

125 Cf., al respecto, TH. WEIDLICH, Die Sympathie der antiken Literatur, págs. 53-58.

126 Así lo plantean ARISTÓTELES, Probl, Ined. II 36, y PSEUDO-ARISTÓTELES, Problemata 953b30.

127 NAUCK, Trag. Gr. Frag., fr. 358.

128 Ibid., fr. 774.

129 En Mor. 901B, esta teoría se remonta a Hiparco.

130 Jeronimo de Rodas. En el texto existen pequeñas lagunas, que oscilan entre una y dos letras hasta las cinco o seis, sumando un total aproximado de dieciocho letras. Sin embargo, como Lamprias parece exponer el punto de vista epicúreo, cuando se esperaba el de Aristóteles, su maestro. ABRAMOWICZÓWNA, Commentarius…, pág. 97 = pág. 238, ha supuesto que existe una laguna mayor correspondiente a las palabras del hermano de Plutarco. Lo que se nos ha conservado sería la intervención de otro personaje que contestaría a Lamprias.

131 Véanse, al respecto, PS.-ARIST., Probl. 906a23, b37, 907a24; ARIST., Probl. Ined. II 102; TEOFR., De caus. plant. VI 17, 1, y Ps.-ALEJANDRO DE AFRODISIA (C. IDELER, Phys, et med. gr. mim., I 73, 16; II 64),

132 Tim. 45e; Rep. 507d-e, 508d; Menón 76d; Teeteto 156d; y PLUT., Mor. 390B, 433D, 436C-D, y 921D-E.

133 Platón, en el Timeo, la denomina rhéuma; en Menón, aporreē, y en la República, epírryton; pero no pneÛma ni augēn, como Plutarco.

134 Cuestión imitada por MACROBIO, Saturnalia VII 13, 18-27.

134bis Amigo íntimo, por cuya mediación consiguió Plutarco la ciudadanía romana. Además de en las Quaestiones convivales se le menciona en la Vida de Oto XIV, donde se refiere su participación en la batalla de Betriaco. Personaje de gran prestigio en la corte de Vespasiano, desempeñó los cargos de cónsul y procónsul. Posteriormente vivió mucho tiempo en Grecia y, al parecer, gran parte de él en Queronea, donde entró en contacto con Plutarco y su círculo de amigos. Hombre polifacético y de grandes inquietudes, buen conocedor de Platón, Aristóteles y otros filósofos, aparece en las conversaciones como una persona de edad madura.

135 Natural de Atenas y descendiente del famoso Temístocles. Fue compañero de estudios de Plutarco con Amonio, si bien luego se cambió a la Estoa.

136 Crisipo de Solos (ca. 281/77-208/04) perteneció, primero, a la Academia, pasándose posteriormente a la escuela estoica, de la que fue director desde el año 232 hasta su muerte. Según se dice (SVF 2, 1), escribió más de 705 obras.

137 El mismo problema lo plantea ATENEO en 121D.

138 Cf. H. vON ARNIM, Stoicorum Veterum Fragmenta, 3 vols., Stutgart, 1964 (= 1938), vol. III, pág. 146 (fr. 546).

139 Od. VI 59.

140 Cf. Mor. 911D, y ARIST., Meteorologica 359d5, y PS.-ARIST., Probl. 933a9-17.

141 Con nítron, Plutarco se refiere a las sales alcalinas, como el carbonato sódico, procedente de Calastra, en el golfo Termaico.

142 PS.-ARBT., Probl 432b4-18; 933a19.

143 Planta de sabor muy amargo, de la que se servían los antiguos como purgante, vomitivo e, incluso, para enfermedades mentales. Respecto a su relación con la locura, cf. ARISTÓF., Avispas 1489 ss.; FIL., Vida de Apol. V 7, y LUC., Hist. verd. II 7.

144 Probl. 932B25.

145 Od. VI 137.

146 Ibid., 218 s.

147 Ibid., 226.

148 Poeta estoico, residente en Atenas. Compuso poemas filosófico-protrépticos de tendencia moral. Plutarco le dedica su obra De E ap. Delph. y aparece como interlocutor en De Pyth. orac.

149 Una de las tribus del Ática.

150 Príncipe sirio que ocupó importantes cargos tanto en Roma como en Grecia, a quien Plutarco dedicó De adulatore et amico (Cómo distinguir a un adulador de un amigo [B.C.G. 78]).

151 Antiguo compañero de estudios de Plutarco, al que volveremos a encontrar en Quaest. conv. IX 5.

152 Escritor del siglo III a. C. (ca. 240), del que, aparte de los títulos de algunas de sus obras, apenas sabemos nada más.

153 Conocido sólo por este pasaje.

154 Anécdota desconocida, que, según DK, II, pág. 87 (17a), parece una parodia del método etiológico de Demócrito.

155 Junto con Aristogitón, uno de los famosos tiranicidas.

156 Personaje que aparece varias veces con aportaciones eruditas y reflexivas.

157 Pasaje un tanto corrupto, cuyo sentido, sin embargo, es fácil de comprender.

158 Los pormenores de esta batalla, así como la heroica muerte de Calímaco, se pueden leer en HERÓD., VI 106 ss.

159 Sobre este punto, véase también Vida de Aristides XIX 6.

160 Respecto al rencor que Áyax guardaba a Odiseo por habérsele concedido al último las armas de Aquiles, véase Od. XI 543 ss.

Obras morales y de costumbres (Moralia) IV

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