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El grupo interno como articulador entre la red intrapsíquica e interpersonal1

En este trabajo me propongo hacer algunas reflexiones psicoanalíticas en la dirección de un enfoque de esta disciplina que opere una articulación entre el psiquismo, entendido como una red comunicativa intrapersonal (grupo interno, Pichon Rivière, 1971) y la red de relaciones interpersonales en un campo social (Kurt Lewin, 1978). Con esta propuesta pretendo jerarquizar no sólo las tempranas interacciones del sujeto con su medio –aspecto al cual el psicoanálisis, en sus diversas teorizaciones da más cuenta– sino también el interjuego de estas primeras interacciones con los diversos grupos en los que cada sujeto está inmerso. Por otra parte, dado que, como se verá más adelante, los enfoques psicoanalíticos clásicos son difíciles de aplicar en encuadres multipersonales, me propuse ensayar la noción de grupo interno de Pichon Rivière (op. cit.), como apto para funcionar, sin forzamientos tanto en estos encuadres como en el encuadre psicoanalítico clásico, lo cual implica desplazar la mira desde una perspectiva intrapsíquica a una perspectiva psicosocial, siguiendo en ese sentido un camino de indagación inspirado por el autor mencionado. Mi formación y mi trabajo como psicoanalista, mi dilatada práctica hospitalaria y mi actividad como psicoterapeuta grupal –incluyendo algunas inquietudes teóricas Arbiser, S., 1973 y 1978 en esta temática–, me han dotado de una visión matizada por un cierto interés en ‘lo social’ y sus dinamismos. Sin embargo, no se me escapa que muchas veces la referencia a lo social en nuestro campo puede enmascarar una resistencia intelectual al psicoanálisis o, en otros términos, una forma evasiva que intenta sustraerse –mediante explicaciones sociales– de la responsabilidad intrapsíquica. Por lo tanto, quisiera diferenciar claramente mi aporte de estas posturas. Y en este aporte, insisto, el objetivo central es rescatar la noción pichoneana de grupo interno como articulador de lo intrapsíquico y lo interpersonal que lo hace apto para el abordaje clínico de encuadres, tanto individuales como multipersonales. A los fines del objetivo mencionado también importa vincular la noción de grupo interno con la concepción de David Liberman (1970) de la transferencia en sentido operacional y con los aportes de M. y W. Baranger (1969) acerca de la situación analítica como campo dinámico. A este fin presentaré, con un carácter exploratorio, una experiencia clínica que pretendo ilustrativa en tanto ejemplo de la instrumentación de la noción mencionada.

La aludida experiencia clínica relata brevemente la historia del abordaje exclusivo de los padres –terapia de pareja– en la resolución de un síntoma –encopresis– en un niño de 4 años y medio. La supresión sintomática obtenida no me conduce a proclamar la novedad de este procedimiento ni exaltar sus bondades. Su práctica desde hace largo tiempo está bastante extendida y es tributaria de diversas orientaciones de la psicología clínica, entre otras la psicoanalítica (Liberman, D. y Labos E., 1982); y que compite en operatividad o a veces se complementa con el psicoanálisis individual. Sobre la base de estas consideraciones, este trabajo se ordenará en la sucesión de los siguientes puntos: psicoanálisis y psicología social; grupo interno, relato de la experiencia clínica, su articulación en el encuadre psicoanalítico y síntesis.

El grupo interno

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