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Diálogo analítico, grupo interno y complementariedad estilística

Las ideas psicoanalíticas encontraron en nuestro medio un campo fértil para su desarrollo y crecimiento, permitiendo la formación de un vigoroso y rico movimiento, que aún en la actualidad, da muestras de expansión y de vitalidad. En consecuencia, me he propuesto recoger y desarrollar algunos de los aportes psicoanalíticos originales que se generaron en este medio tan propicio. Sería ocioso enumerar autores e ideas, en un afán de hacer justicia con los que fueron pioneros, pensadores y maestros. Solamente me interesa establecer el marco en el cual trato de articular la noción de grupo interno, introducida por Pichon Rivière, con la consideración del proceso analítico entendido como una sucesión de diálogos, tal cual lo propugna David Liberman. En un trabajo anterior (Arbiser, 1985b) me he ocupado ya del mismo tema y, a través del presente, intentaré ampliar esas reflexiones incluyendo la problemática de la interpretación, a partir de este enfoque que involucra lo que Liberman planteó como complementariedad estilística.

Si bien en ese trabajo me importaba destacar una suerte de continuidad conceptual entre estos autores, hoy agregaría más, diciendo que la concepción de Liberman acerca de los tres circuitos de comunicación en la sesión –implicada en su idea de diálogo analítico– se corresponde con hipótesis más cercanas al campo observacional del concepto de grupo interno planteado por Pichon Rivière en un espacio más especulativo, o de las definiciones constitutivas de una teoría. Con esto pretendo afirmar que, a mi entender, epistemológicamente, el enfoque libermaneano constituye un desarrollo en un nivel operacional de la noción pichoneana de grupo interno. Dejemos al propio Liberman (1971, p. 427) expresarse cuando coteja sus hipótesis con las de otros autores; refiriéndose a Pichon Rivière dice: “Esto se debe a que no puedo afirmar que tenga discrepancias con su modo de pensar, sino que mis formulaciones son un desarrollo de lo que yo pienso que él pudo haber efectuado en las reformulaciones psicoanalíticas en términos bicorporales y tripersonales [noción de grupo interno], aunque no sé si lo hubiese hecho de la manera en que lo formulé yo”. Además creo que muchos otros psicoanalistas trabajan con el modelo de grupo interno y el de roles en forma más o menos implícita. Por citar un ejemplo, tomemos un trabajo de J. Sandler (1978, p. 123) en el que expone un material clínico que remata con los siguientes comentarios: “Creo que esta paciente me había obligado a desempeñar un papel de modo inconciente por su parte y por la mía, correspondiente al del introyecto parental, en el que yo era, primero, la madre atenta, y luego de pronto, el progenitor que no la limpiaba”. La acción terapéutica estaría fundada en detectar (por medio de la contratransferencia) el pattern de interacción y, al explicitarlo por medio de la interpretación-elaboración-insight, se produce el soporte semántico-sintáctico que finalmente compensa la pérdida del mencionado pattern. En un plano más teórico dice Sandler (p. 121): “Sin embargo, incluso en la situación analítica el analista no es por entero pasivo y en ella cada participante trata de externalizar, de imponer al otro, una relación intrapsíquica de roles”.

El grupo interno

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