Читать книгу El grupo interno - Samuel Arbiser - Страница 23
Comentario
ОглавлениеEjemplificando sucintamente el modelo de los estilos antes mencionados y, tal como lo habíamos anticipado, la evolución de la paciente –tomada globalmente– podría sintetizarse proponiendo dos recorridos estilísticos definidos.
a. Desde un estilo lírico (casillero 2) a un estilo dramático con impacto estético (casillero 6), que implica un tránsito desde una situación de indiscriminación sujeto-objeto a un reconocimiento mayor de la autonomía del objeto. Acá entra en juego preponderante la transferencia paterna: yo –representante del padre– debía diferenciarme y discriminarme de sus analistas anteriores, que le representaban a la madre. Gran parte de su conflictiva manifiesta versaba en torno a sus quejas (casillero 2) acerca de su “derecho” a ser querida, convertidas a veces en reclamos francamente querulantes (fracaso del casillero 3). En una sesión me transmite su preocupación y vergüenza, temiendo que al caminar por la calle la gente descubra, en su manera de moverse, sus imperiosas necesidades sexuales. Mi respuesta interpretativa fue que tenía miedo de que se evidenciaran sus carencias y vulnerabilidad, y que en vez de despertar atracción y amor en los otros, se convierta en fácil presa de una agresión sexual. Al eludir toda referencia transferencial directa que para ella hubiese representado un atentado violatorio (casillero 3), tomé distancia afectiva (casillero 1) con una verbalización más abstracta explicando una diferencia entre pedir y tomar por la fuerza, no reconociendo la autonomía del otro o reconociéndola al ejercer amor o atracción.
b. Desde un estilo reflexivo (casillero 1) que obturaba la emergencia del estilo dramático con suspenso (casillero 5). Acá lo preponderante es la transferencia materna y cualidades sensoriales vinculadas al contacto (calor-frío, cercanía-distancia). Podría decirse que las expectativas familiares y ambientales –y también lo que esperaba de mí como analista– la habían llevado a forzar y privilegiar el funcionamiento de su dotación esquizoide (casillero 1) con tendencia a la abstracción, la distancia afectiva y la intelectualízación, impidiendo el desarrollo de su dotación fóbica (casillero 5) que para ella significaba la posibilidad de poder angustiarse y aceptar su necesidad de contacto tanto afectivo-corporal como a distancia que le permitiría modular su angustia. Recordemos que el motivo desencadenante de su demanda de análisis había sido un egodistónico cuadro contrafóbico: su pretendida promiscuidad. Por consiguiente, la complementariedad estilística en esta paciente debía apuntar en primera instancia a sustraerme de la expectativa de un diálogo centrado en la agudeza intelectual (“somos muy especiales”) y llevarla a valorar el cuerpo y los afectos en nuestros intercambios. Consecuentemente era necesario poner en cuestión los innumerables tics analíticos que aumentaban nuestra distancia, v.g.: mandarla al médico (casillero 3): “no todo es analizable”, se puede mirar juntos las fotos (casillero 5 - contacto); o decir, por ejemplo, “qué rico que está A” (el hijo) (casillero 2) asumiendo un prudente compromiso afectivo; o decirle que nadie, ni ella misma, se podía reconocer con miedo y pedir protección (casillero 5 - acompañante fóbico) en vez de explicación (casillero 1 - distancia afectiva). Flexibilidad en el setting: atender a algún cambio de sesión. Es necesario agregar que lo que al principio apareció como la temática general del contacto, luego pudo perfilarse en dos fenómenos unidos por continuidad: el contacto corporal más primario evolutivamente y el contacto a distancia indisoluble del desarrollo del lenguaje y el simbolismo. El factor canal y la función fática descripta por R. Jakobson apuntan a estos ingredientes de la comunicación humana.
Para evitar confusiones convendría advertir que con lo expuesto en este caso no se pretende postular una generalización de estas respuestas del analista a todos los pacientes, a pesar de que creo un imperativo más abarcativo de nuestro tiempo desritualizar el setting y erradicar la solemnidad en el estilo de nuestras intervenciones.
En síntesis, con estos comentarios he intentado ejemplificar la importancia y el auxilio que presta el evaluar la evolución de los tratamientos psicoanalíticos tomando en cuenta el estudio de los estilos y de la complementariedad estilística. Si bien en este trabajo se ha tomado un caso clínico en su globalidad, es la sesión analítica el lugar ideal para su aplicación, en tanto instrumento para el registro de su delicada trama. Asimismo, me importaba incluir este aporte en el marco más amplio de la interacción humana del cual el diálogo analítico constituye una variante especial. La noción de grupo interno –que permite la articulación del psiquismo con la dinámica del medio sociocultural– provee, a mi juicio, una visión más ajustada, flexible y precisa de la persona en movimiento y en su contexto.
1 En la Argentina “gil” denomina a alguien inocente o tonto en el lenguaje coloquial.