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Experiencia clínica

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Tomando en cuenta la noción de enfermo como ‘emergente’ de la configuración familiar distorsionada, el caso que deseo describir –un niño de cuatro años y medio con un síntoma– se presentaba como una posibilidad de poner a prueba estas afirmaciones pichoneanas y el modelo derivado de ellas. En términos psicopatológicos se concibe el síntoma como la cristalización o congelamiento, si se quiere, de la historia de las distorsiones de sus redes relacionales incorporadas en su portador a través de su evolución psicosexual –incluyendo su mapa libidinal constitucional–; y mantenido por los dinamismos que provee el campo social actual en el cual interactúa. Baso esta afirmación en Freud (1923) quien describe justamente el proceso evolutivo normal en el cual una estructura de relaciones interpersonales se transforma en una estructura intrapsíquica: el superyó heredero del complejo de Edipo. En tanto se entendió el conflicto generador de síntomas como existiendo en la red intrapsíquica del niño, se planteó la posibilidad de su circulación a la red interpersonal, representada por la relación de pareja de los padres (ver figura). En los tratamientos psicoanalíticos ocurre algo similar cuando una neurosis sintomática se transforma en neurosis de transferencia: el elemento conflictivo sustentador del síntoma en la mente del paciente pasa a configurar las características de la relación transferencial con el analista. Es decir una estructura relacional intrapsíquica circula hacia una red relacional interpersonal.


Figura: esquema de la hipótesis de la circulación del síntoma. En el corte sincrónico, los dos triángulos incluidos en cada círculo que representa a cada miembro de la pareja de padres, pretende sugerir la intrincación derivada de sus respectivas posiciones en las constelaciones de sus familias de origen y en la organización familiar actual. Las líneas que atraviesan cada círculo representan la dimensión diacrónica.

Es también bastante conocido y difundido, especialmente en los tratamientos psicoanalíticos de niños y psicóticos, que la mejoría de éstos en el tratamiento individual promueve cambios –muchas veces indeseables– en su medio social-familiar más inmediato. Esta interrelación y efectos recíprocos entre las redes intrapsíquica e interpersonal es también señalada por D. Liberman en los mismos tratamientos psicoanalíticos. Dice este autor (p. 49, op. cit.): “En la relación transferencial, los trastornos en la comunicación interpersonal entre paciente y terapeuta y los trastornos de la comunicación intrapersonal coexisten y se potencian negativamente unos con otros, y cuando por medio de una interpretación adecuada logramos restablecer la comunicación intrapersonal perturbada, también se restablece la capacidad comunicativa con el terapeuta, es decir, se modifica la comunicación interpersonal”.

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