Читать книгу Los preparados - Sebastián Chilano - Страница 24

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VI

Al pez rape también se lo conoce con otro nombre: Diablo Negro del Mar. La región que habita se llama abisal. Y para algunos, la zona abisal de los mares no es el infierno, es la antesala del infierno porque hay un espacio más remoto, la zona hadal. En esa zona —sí último rincón del abismo marítimo— viven las ofiuras, que son algo así como estrellas de mar deformes y de aspecto maligno, y también varios microbios reducidos a la mínima expresión de las células procariotas.

La palabra “hadal” tiene origen francés y podría traducirse como “zona de la muerte”, aunque en la mitología recuerda a Hades, “el invisible”, el dios del inframundo griego, antecesor del moderno y refinado infierno católico. Infierno al que deseé fuera mi madre, culpable de haber matado con lavandina a todos mis peces y —con ese error— a una gran parte de mi infancia. Se lo confesé en el auto. Camino a Punta Mogotes le dije que durante unos pocos días —ni siquiera una semana— la había odiado. Ella miró por la ventana, estiró la mano hasta tocar el vidrio pero no se mojó los dedos porque la garúa estaba del otro lado. Dijo que lo sabía. Que me entendía. Me pidió que no me sintiera culpable. Ella también había odiado algunos días a mi padre. A aquel hombre que, en silencio, cuando murieron mis peces, la había llevado veterinaria por veterinaria, sin gritarle, sin insultarla, pero también sin hablarle ni darle consuelo. Sin ni siquiera mirarla. Lo extrañaba, porque con su muerte la volvía a castigar con el silencio. Algunas noches, me dijo mi madre, me despierto preguntándome qué hice mal para que él se muriera.

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