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III

En Argentina, una discusión similar a la generada por la Human Bodies se dio alrededor de tres momias incas del siglo XVI: La Doncella, La Niña del Rayo y El Niño. Una parte de la discusión se centraba en el origen de las momias. Se especula que, en vida, y tras una larga peregrinación, las dos niñas y el niño llegaron al volcán de Llullaillaco como parte de una ceremonia ritual y que fueron sacrificados para cumplir con alguno de los ritos comunes: celebrar el ascenso del soberano inca al trono, evitar el sufrimiento del pueblo en sequías prolongadas, o simplemente para alejar el hambre. Se cree que los tres se acomodaron entre las piedras, tras el viaje agotador, y una vez que estuvieron bien cobijados contra el frío, sus cuerpos se entregaron al sueño de la nieve. Acaso pensaban que la muerte blanca sería anónima y eterna, pero quinientos años después una expedición extrajo sus cuerpos intactos de la falsa vertiente del volcán. La exhumación se justificó en fines académicos. La perfecta conservación de los cuerpos, las pieles y las ropas atrajeron no solo a los exploradores sino también a los científicos y sus teorías. Los estudiosos se preguntaron si alguna bacteria le había permitido a la piel conservarse tanto tiempo intacta, pero la respuesta hasta hoy está en que la incidencia del frío y de la luz —el volcán tenía su santuario a más de 6700 metros de altura— sostuvieron esa eternidad inmóvil, perfecta.

Desde el año 2004 las tres momias se exhiben en el Museo de Arqueología de Alta Montaña y son su principal atracción. El público exige verlas. Su llegada triplicó el número de visitas, y en el año 2019 el museo fue seleccionado por Tripadvisor como el segundo en importancia dentro del país. El único problema es que la luz las deteriora rápidamente.

Para satisfacer la demanda del público y conservar las momias en buen estado, se decidió exponerlas en forma rotativa: una por vez. Rogelio Guanuco, presidente de la Asociación Indígena de la República Argentina, declaró en 2004 que la exhibición era una falta de respeto: “Nuestros ancestros nos enseñaron que los sitios sagrados no se tocan. Y el Llullaillaco hoy sigue siendo un lugar sagrado para nosotros. Hay una incomprensión total por parte de la cultura occidental. Jamás deberían haber profanado nuestro santuario, y menos exponer a nuestros niños como si fuera un circo”.

La nomenclatura de las momias tiene una perspectiva actual. El Niño y La Doncella reciben sus nombres de acuerdo a sus sexos y edades, y a La Niña del Rayo se le agrega esta distinción porque se cree que fue alcanzada por una descarga eléctrica mucho después de su muerte. No hay registro de sus verdaderos nombres. Estos son impuestos, pensados por otras generaciones, por otro mundo. Nombres modernos para historias de otro siglo.

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