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ОглавлениеHIMNO I
En este gran poema, verdadera «epopeya íntima» (ed. LACOMBRADE , pág. 41) del autor en el camino de su vida «hacia las moradas, hacia el seno» de Dios (vv. 710 s.) , se entrecruzan las concepciones místicas del neoplatonismo con las doctrinas cristianas, aunque no tan nítidamente expuestas como en el Himno II. Tras la exhortación a su propia alma a que cante «al rey de los dioses» (v. 8), el poeta glorifica sin descanso al Padre (en medio del silencio sagrado de la naturaleza: vv. 72-85), a la Unidad y la Trinidad (la Mónada y la Tríada platónicas y neoplatónicas: vv. 210 ss.), al Espíritu Santo («sabia Voluntad» del Altísimo: vv. 220 s.) y al Hijo, «indefinible Progenie» (vv. 236 ss.). Hasta el final se suceden las sinceras confesiones del autor, la acción de gracias, la súplica, la oración. Las repeticiones son frecuentes, la sintaxis y la versificación relajadas. El poeta parece abandonarse al entusiasmo (ed. LACOMBRADE , pág. 42) en pos de su añorada meta.
El hecho de que en la colección se encuentren seguidos dos himnos (I y II) con analogías tan notables, lo que puede resultar monótono, debe achacarse, como ya vimos, al encargado de la edición póstuma y no al propio poeta. No sólo se cuentan hasta veinticinco versos idénticos, sino que reaparecen términos e ideas (purificación, luz, materia) que enlazan ambas composiciones.
La elaboración del himno ha sido lenta. Sinesio ha ido añadiendo sus versos a lo largo de los años. Un antiguo poema, al que se alude en dos cartas (141 y 143) a su amigo Herculiano (alrededor del 395), se ha visto incrementado en la época de la embajada a la corte (hacia el 402) y, por último, en el período episcopal (410-413).
Métrica: monómetro anapéstico (cf. H. II). El anapesto puede ser sustituido por el espondeo. Además, en el primer pie se admite el dáctilo y en el segundo el tríbraco y el troqueo.
¡Venga, alma mía! Aplicándote a los himnos sacros, [5] aquieta los aguijones nacidos de la materia 1 y refuerza los vigorosos empujes de la inteligencia 2 . Al rey de los dioses [10] trenzamos una corona 3 sacrificio 4 incruento, libaciones de versos 5 .
A ti en el mar, a ti sobre las islas, a ti en los continentes, [15] en las ciudades y las ásperas montañas y por nuestras famosas 6 planicies, cuando detengo las dos plantas de mis pies, a ti, bienaventurado, te canto, Creador del [20] universo.
A ti, Señor, la noche me lleva a cantarte; a ti de día, [25] a ti al alba, a ti al atardecer te elevo mis himnos. Lo saben los rayos de los blanquecinos astros y las revoluciones [30] de la luna, y bien lo sabe el sol, soberano 7 de los puros astros, de las almas justas santo custodio. [35]
Hacia tus moradas, hacia tu seno 8 alzo, fugitiva de la materia envolvente 9 , mi ala ligera, gozoso de haber [40] llegado a tus umbrales.
Ahora hasta los sagrados recintos de tus solemnes misterios he llegado suplicante; ahora hasta la cumbre [45] de estas famosas montañas he llegado suplicante; ahora [50] al gran valle de la desértica Libia he llegado, estribación meridional 10 que ningún impío soplo profana, ni marca [55] la huella de los hombres presos de las cuitas de la ciudad.Es aquí donde, a ti, mi alma, pura de pasiones, libre de [60] deseos, ajena a fatigas, lamentos, iras y discordias, [65] rechazando todo cuanto nutra su ruina 11 con lengua pura [70] y piadosa conciencia te rendirá el himno debido.
Callen 12 el éter y la tierra; deténgase el mar, deténgase [75] el aire; cesen las ráfagas de los impetuosos vientos; cese la violencia de las rugientes olas, el curso de los ríos, los [80] pedregosos manantiales. Manténganse en silencio los confines del universo durante este sacrificio de himnos sagrados.[85] Húndase en la tierra el reptar de la serpiente;húndase en la tierra también la serpiente alada 13 , demonio [90] de la materia, nube del alma, que se complace con espectros 14 , que contra nuestras plegarias azuza sus canes. [95] Tú, padre, tú, bienaventurado, tú a esos perros devoradores de almas apártalos de mi alma, de mi plegaria, de [100] mi vida, de mis obras. Que esta libación de nuestras [105] entrañas agrade a tus venerables ministros, expertos barqueros de himnos sagrados 15 .
Ya me dirijo a la línea de partida de los versos santos; [110] ya resuena una voz 16 en mi mente. Bienaventurado, apiádate de mí 17 , Padre, apiádate de mí, si, transgrediendo [115] el orden del universo, transgrediendo mi condición, puse mi mano en lo que es tuyo.
¿De quién será ese ojo penetrante, de quién ese ojo poderoso que, aun ofuscado por el embate de tus relámpagos, [120] no se entornará? Mirar fijo a tus radiantes antorchas no es lícito ni siquiera a los dioses. La inteligencia, [125] al caer desde tu atalaya 18 , se complace en lo que está cerca de ti, ansiosa de alcanzar lo inalcanzable, de ver el [130] resplandor que destella en el insondable abismo. Tras descender de lo inaccesible 19 , en la forma primordial 20 clava [135] el dardo de su mirada: de ahí tomó para tus himnos flores [140] de luz 21 y dio fin a su incierto ataque, devolviéndote lo tuyo 22 .
[145] Pues ¿qué no es tuyo, Señor? Padre de todos los padres, padre de ti mismo, protopadre sin padre 23 , hijo [150] de ti mismo 24 , Uno anterior a la unidad, semilla de los seres, centro de todo, intelecto original sin esencia 25 , raíz [155] de los mundos primigenios, luz toda refulgente 26 , sabia infalibilidad, fuente de sabiduría, intelecto velado por sus [160] propios rayos, ojo de ti mismo, dominador de la tormenta, creador de la eternidad, con vida eterna 27 , más allá de [165] los dioses, más allá de los intelectos, pero gobernador de unos y otros, intelecto creador de lo intelectual, canal sustentador [170] de los dioses 28 , creador del espíritu 29 y alimento de las almas 30 , fuente de las fuentes 31 , principio de los principios, raíz de las raíces. Eres la Unidad de las unidades 32 , el Número de los números, la Unidad y el Número, [175] el Intelecto y el Intelectual 33 , y lo Inteligible y lo anterior a lo inteligible, el Uno y el todo, el Uno a través del todo, [180] el Uno anterior al todo, la semilla del todo, la raíz y el retoño, la naturaleza en los intelectuales, femenino y [185] masculino 34 .
Una y otra vez lo dice el intelecto iniciado en tus misterios, mientras danza en torno al inefable abismo 35 . [190]
Tú eres lo creador, tú lo creado, tú lo iluminador, tú lo envuelto en resplandores, tú lo manifiesto, tú lo oculto, [195] luz oculta por sus propios rayos, el uno y el todo, uno [200] en ti mismo y a través del todo 36 . Pues tú te derramaste, inefable procreador, para procrear un Hijo, gloriosa sabiduría [205] demiurga 37 ; pero, aun derramado, permaneces en las indivisibles divisiones de este parto.
[210] Te canto un himno a ti, Unidad, te lo canto a ti, Trinidad 38 : eres Unidad, siendo Trinidad; eres Trinidad, siendo Unidad, y esta división intelectual mantiene inseparable [215] ya lo partido. En tu Hijo te derramaste por tu sabia [220] Voluntad y esta misma Voluntad germinó cual una naturaleza intermedia inexpresable 39 . A lo que es preesencial 40 no es lícito llamarlo segundo, procedente de ti; ni es lícito hablar de un tercero, procedente de lo primero. [225]
Alumbramiento sacro, inefable generación, eres el límite de las naturalezas, de la creadora y de la creada. Venero [230] el orden oculto de los intelectuales 41 : contiene algo en medio 42 , no sujeto a orden. [235]
Indefinible Progenie de un Padre indefinible, alumbramiento a través de ti, a través de ese alumbramiento tú mismo te revelaste, revelado a la vez que el Padre por [240] la Voluntad del Padre: Voluntad eres tú siempre junto al Padre. Ni siquiera el tiempo, de profundo curso 43 , conoce [245] estos inefables nacimientos y la eternidad vetusta no supo de esta procreación de infinito desarrollo 44 : a la vez que el [250] Padre se reveló el que iba a ser engendrador de la eternidad.
¿Quién, acerca de lo inexpresable, se pronunció por [255] una división? 45 . Impías son las audacias de los ciegos mortales de lengua artificiosa. Mas tú eres el dador de la luz, [260] de la luz intelectual, y apartas del torcido extravío las entrañas de los mortales justos, para que en la tiniebla de [265] la materia no se hundan.
A ti, Padre de los mundos, Padre de las eternidades, el solo hacedor de los dioses, santo es alabarte. A ti los [270] intelectuales 46 te cantan, Señor; a ti los intelectos astrales, guías del universo 47 de resplandeciente mirada, te entonan [275] sus himnos, a ti bienaventurado, y en torno a ellos el cuerpo glorioso danza 48 . Te canta todo el linaje de los [280] bienaventurados (los que están alrededor del universo y por medio del universo, los orbitarios 49 y los de fuera de las [285] órbitas rigen las partes del universo cual sabios protectores, acompañantes de los insignes timoneles 50 que del orden 51 [290] angelical dimanan) y 52 la gloriosa raza de los héroes, que a través de las obras de los mortales por ocultos caminos [295] pasa, a través de las obras humanas 53 , y el alma indoblegable y la que se doblega al peso de lo terrenal y su sombrío destello. A ti la bienaventurada naturaleza y la progenie [300] de la naturaleza te cantan himnos, a ti, bienaventurado: las riges con soplos vivificadores 54 traídos desde tus canales 55 , [305] avanzando entre remolinos. Pues tú, guía de los mundos inmaculados 56 , eres la naturaleza de las naturalezas: [310] tú fomentas la naturaleza, la que es origen de los mortales y reflejo de la sempiterna 57 , para que incluso la última [315] porción del universo participe de la vida en alternancia comunicada 58 : pues no era lícito que la hez del mundo [320] rivalizara con las cumbres 59 . Lo que ha sido definitivamente ordenado en el coro de los seres ya no perece nunca; [325] unos de otros, todos, entre sí se benefician: el círculo eterno de lo perecedero se ve fomentado por tus soplos. [330] Para ti la naturaleza maternal 60 instituye sus coros por [335] medio de todas las maravillas forjadas con sus peculiares colores y sus peculiares obras y, a partir de las diversas [340] voces de los vivientes 61 , crea una sola armonía al unísono. A ti todo te ofrece una alabanza perenne: la aurora y la [345] noche, los relámpagos y las nieves, el cielo de inextinguible ardor 62 y las raíces de la tierra, el agua, el aire, [350] todos los cuerpos, todos los espíritus, las semillas, los frutos, los árboles y las hierbas, las raíces, las plantas, [355] las bestias y los volátiles y los bancos de los que nadan con sus aletas 63 . Mira también mi alma incapaz, desfallecida, [360] que en esta Libia tuya, en este venerable sacerdocio, [365] con piadosas plegarias te canta, mientras la cerca la nube de la materia; pero tu mirada, Padre, puede traspasar la materia 64 .
[370] Ahora, mi corazón, alimentado por los himnos a ti, aguzó mi entendimiento con sus fogosos empujes. Tú, Señor, [375] haz resplandecer las luces de la elevación 65 ; concédeme, Padre, que aquélla 66 , tras huir del cuerpo, no se hunda [380] más en la ruinosa ofuscación 67 de la tierra y, mientras en las cadenas de este género de vida material permanezco preso, sea propicia, ¡oh, bienaventurado!, la fortuna que [385] me sustente, que su soplo no sea un impedimento para mi inteligencia ni con penosas preocupaciones corroa mi vida, como para no estar yo atento a las cosas de Dios; que en nada tal me vea ya envuelto: de todo esto huyo [390] gracias a tus dones y, tras coger de praderas vírgenes [395] esa corona para ti trenzada 68 , te ofrezco esta alabanza a ti, guía de los mundos inmaculados, y a tu Hijo, sabio [400] por tu propia sabiduría, el que de tu inefable seno dimanó. En ti permanece, aun habiendo brotado de ti, [405] para dirigirlo todo con sus sabias inspiraciones, para regir [410] el abismo de las canosas eternidades, para regir las alas del escarpado 69 universo hasta incluso el grado más bajo 70 de los seres, la parte terrenal, iluminando 71 las [415] entrañas piadosas, y para disipar las fatigas y las cuitas [420] de los sufridos 72 mortales, dispensador de bienes que aleja los pesares. ¿Qué asombro cabe en que Dios, el artesano del universo, rechace de sus propias obras a las fuerzas [425] del mal 73 ?
Para pagarte esta deuda, príncipe del gran universo, vine de Tracia, cuyo suelo habité durante tres años junto [430] [435] a la mansión del señor de aquella tierra 74 . Soporté fatigas, soporté dolores bañados en muchas lágrimas, mientras [440] sobre los hombros llevaba a mi madre patria. Quedaba la tierra regada con el sudor de mis miembros, que [445] luchaban día tras día; quedaba mi lecho regado con las lágrimas de mis ojos, que sollozaban noche tras noche 75 . [450] Los templos que fueron construidos, Señor, para tus sagradas ceremonias, todos los visité 76 , cual postrado suplicante, [455] y sus baldosas mojé con el llanto de mis párpados, [460] no fuera yo a afrontar un viaje inútil. Supliqué a los dioses auxiliares, a cuantos tienen como posesión los fértiles llanos de Tracia, y a los que, enfrente 77 , rigen el [465] suelo de Calcedonia, a quienes coronaste, Señor, con angelicales [470] rayos, a ellos tus santos ministros. Conmigo estos bienaventurados participaron de mis plegarias, conmigo participaron de mis muchas fatigas. No me era entonces [475] grata la vida por causa de las vejaciones que sufría mi tierra patria, a la que tú, Señor, pusiste lejos de [480] los pesares, tú, príncipe perenne del universo. Extenuada [485] ya mi alma, abatidos ya mis miembros, afianzaste la fuerza de mis coyunturas, insuflando vigor a mi alma paciente 78 , y un dulce término de mis penalidades descubriste, [490] otorgando a mis trabajos, Señor, conforme a mi deseo, [495] un respiro de las prolongadas fatigas.
Todo esto resérvaselo tú, bienaventurado, a los libios [500] durante el largo curso del tiempo por mi recuerdo de tu beneficencia y por los horribles sufrimientos de mi alma. A este suplicante concédele una existencia indemne: líbrame de tormentos, líbrame de enfermedades 79 , líbrame [505] de cuitas que nutren la ruina. Dispénsale a tu siervo una [510] vida acorde con el intelecto: no dictes 80 para mí una lluvia terrenal de riquezas, Señor, como para no estar yo atento [515] a las cosas de Dios 81 ; ni la cabizbaja pobreza acose mi morada, arrastrando hacia la tierra las preocupaciones de mi ánimo. Ambas cargas oprimen al alma en la tierra, [520] ambas causan el olvido del intelecto, siempre que tú, [525] bienaventurado, no le tiendas tu poderosa ayuda. Sí, Padre, fuente de la pura sabiduría, haz resplandecer en mis entrañas la luz intelectual proveniente de tu seno, [530] haz relampaguear en mi corazón el rayo de sabiduría [535] proveniente de tu poder 82 y para este sacro sendero hacia ti concédeme como contraseña tu sello 83 , arrojando de [540] mi vida y de mi plegaria los demonios de la materia, que nutren la ruina, y mi cuerpo consérvalo sano, inaccesible [545] a odiosos daños, y mi espíritu consérvalo impoluto 84 , Señor.
Es cierto que ahora llevo la sombría mancha de la [550] materia y me embargan los deseos, ataduras terrenales. Mas tú eres el redentor, tú eres el purificador: líbrame de los [555] males, líbrame de las enfermedades, líbrame de mis grilletes. [560] Tu semilla llevo, chispa de una inteligencia noble postrada en el abismo de la materia. Pues tú en el universo [565] depositaste el alma y a través del alma en el cuerpo sembraste la inteligencia 85 , Señor 86 .
[570] Apiádate de tu hija, bienaventurado. De ti bajé para trabajar a jornal en la tierra, pero en vez de jornalera me [575] convertí en esclava 87 : la materia me trabó con los grilletes de sus artes mágicas 88 . Me queda, sí, me queda algo [580] de vigor, escaso, en mi oculta pupila 89 : aún no extinguió todo su poder, sino que un enorme oleaje se ha derramado [585] encima, dejando ciega esa mirada de Dios. Apiádate, Padre, de tu hija suplicante, a la que muchas veces, por cierto, aplicada como está a la ascensión intelectual 90 , [590] el deseo de la concupiscente materia la ahoga 91 . Tú, Señor, haz resplandecer las luces de la elevación 92 , enciende llama y fuego y acrece esa pequeña semilla en [595] el sanctasanctórum de mi cabeza. Entronízame, Padre, [600] en el poder de esa luz vivificadora, en el que la naturaleza no pone su mano, de donde ni la tierra ni el hilo fatal de la necesidad 93 me traigan nunca de regreso. Que lo [605] abandone, que huya de tu siervo este engaño del nacer 94 : ¡así estuviera, Padre, el fuego en medio entre la agitación [610] terrenal y yo! Concede, Progenitor, concede a tu ministro [615] abrir ya las alas intelectuales. Que lleve ya el alma suplicante el sello 95 del Padre, terror de los odiosos demonios [620] que desde los escondrijos de la tierra saltan arriba e inspiran [625] a los mortales impulsos contrarios a Dios, pero contraseña de tus puros ministros, que en los abismos del glorioso universo son los portadores de las llaves de las ígneas [630] ascensiones, para abrirme las puertas de la luz y para que [635] yo, arrastrándome sobre este suelo de vanidad, no pertenezca más a la tierra. De mis ígneas obras 96 dame aquí también un fruto testimonial, unas palabras veraces y [640] cuantas cosas fomentan en las almas la inmortal esperanza. [645]
Me arrepiento de mi vida terrenal. Id en mal hora pitañas 97 de los impíos mortales y soberanías de las ciudades; [650] id en mal hora todas las dulces ofuscaciones y ese [655] favor de disfavor con los que la tierra lisonjea al alma y la hace su sierva. ¡Oh, qué mísera! ⟨Se embriagó, sí⟩ 98 [660] y de sus propios bienes bebió el olvido, hasta topar con la porción aborrecible. Pues son dos las que tiene la materia, [665] alcahueta mediadora 99 : quien tendió la mano a su mesa y alcanzó lo de sabor a miel, seguro que mucho llorará ante la porción amarga, al venir aparejadas las adversidades. [670] Pues esta imposición de la necesidad 100 terrenal escancia a los mortales una vida que es de doble procedencia 101 : [675] el vino sin aguar y el bien sin mezcla, eso es Dios y las cosas de Dios.
[680] Embriagada por la dulce copa 102 , alcancé la región del mal, me metí en la trampa 103 , conocí la ofuscación de [685] Epimeteo 104 . Odio las leyes mudables: hacia el prado 105 sin cuitas del Padre me apresuro 106 , tiendo las alas fugitivas, fugitivas de los dones de ambigua doblez de la [690] materia.
Mírame, custodio de la vida intelectual, mira esta alma tuya suplicante sobre la tierra, aplicada como está a las [695] ascensiones intelectuales. Tú, Señor, haz resplandecer las luces de la elevación 107 , dándome alas ligeras 108 ; corta [700] las ataduras; afloja la hebilla de estas pasiones de ambigua doblez, con las que la engañosa naturaleza doblega las [705] almas sobre la tierra; a mí, que huyo de la ofuscación del cuerpo, concédeme un rápido salto para lanzarme hacia [710] tus moradas, hacia tu seno, de donde mana la fuente del alma. Cual gota celestial, he sido derramada sobre la tierra: [715] devuélveme a tu fuente 109 , desde donde fui derramada, fugitiva errante 110 ; consiente que me una a la luz [720] primigenia; consiente que, tutelada por ti, con el coro señorial eleve, de modo piadoso, himnos intelectuales; consiente, Padre, que me una a tu luz y no me hunda en [725] la ofuscación terrenal y, mientras en las cadenas de este género de vida material permanezco preso, sea propicia, [730] ¡oh, bienaventurado!, la fortuna que me sustente 111 .