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HIMNO III

Glorificación del Hijo de la «esposa virgen», y plegaria y aclamación de Dios, uno y trino, se suceden en estos versos, que se distinguen «por su densidad, sobriedad y fervor» (ed. LACOMBRADE , pág. 68).

Los Himnos III, IV y V parecen posteriores al IX y anteriores al nombramiento de Sinesio como embajador en la corte de Constantinopla (399).

Métrica: tetrapodia espondaica cataléctica (cf. el Himno al Sol de Mesomedes).

Cantamos un himno al Hijo de la esposa 1 , de la esposa no desposada bajo la ley fatal 2 del concúbito con los hombres.

La inefable voluntad del Padre sembró el germen de [5] Cristo. El venerable alumbramiento de la esposa reveló en forma de hombre a quien vino como portador de la luz [10] fontanal 3 . Tu inefable brote conoce la raíz de las eternidades 4 . Tú mismo eres la luz fontanal, rayo de resplandor unido al Padre, y, tras abrir brecha en la tenebrosa [15] materia, en las almas puras resplandeces. Tú mismo eres el fundador del universo 5 , el hacedor de la esfera de los gloriosos astros, el enraizador del centro de la tierra, y [20] tú mismo el salvador de los hombres. Por ti conduce sus caballos Titán 6 , inextinguible fuente del día; por ti la luna, con su faz de toro 7 , disipa las tinieblas de la [25] noche; por ti también se producen los frutos y por ti se apacientan los rebaños. Desde tu inefable fuente envías un rayo fecundo y alimentas las alas de los universos 8 ; de [30] tu seno germinó la luz, el intelecto y el alma.

Compadécete de esta tu hija, aprisionada por los miembros mortales y por las normas de la materia, impuestas por el destino. Así preserves incólume del daño de las enfermedades 9 [35] el vigor de mis miembros. Concede a mis palabras la persuasión, concede a mis obras la gloria, a fin de que ambas estén acordes con el antiguo renombre [40] de Cirene y Esparta 10 . Que mi alma, sin soportar la huella de las penas, lleve una vida sosegada, fecunda, con sus dos pupilas 11 fijas en tu resplandor, para que, limpio de materia, me apresure yo por senderos sin retorno, fugitivo de los pesares de la tierra, a unirme a la fuente [45] del alma. Una vida tal, inmaculada, facilítamela a mí, a tu citarista, cuando, al dirigirte yo mi canto, glorifique tu raíz, altísima gloria del Padre, y también a ese Soplo 12 , [50] sentado a tu vera, en medio de la raíz y del brote, y cuando, al cantar el poder del Padre, con estos himnos a ti [55] ponga fin al insigne alumbramiento del alma 13 .

Te saludo, oh fuente del Hijo; te saludo, oh imagen 14 del Padre; te saludo, oh cimiento del Hijo; te saludo, oh [60] sello del Padre; te saludo, oh potestad del Hijo; te saludo, oh belleza del Padre, y te saludo, Soplo inmaculado, centro del Hijo y del Padre 15 : así quieras tú 16 enviármelo, [65] de acuerdo con el Padre, para que riegue de vida las alas de mi alma y dé cumplimiento a los dones divinos.

Himnos. Tratados.

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