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HIMNO IV

Son numerosas las analogías del Himno IV con el precedente. Se dedican los primeros versos al nacimiento del Hijo como emanación del Padre, para insistir luego en las dos funciones, reveladora y creadora, de aquél (vv. 11-23). El poeta concluye con una plegaria, pero sin la aclamación final del Himno III.

Su fecha de composición debe ser muy cercana a la de éste.

Métrica: trímetro jónico menor (frecuentemente alterado por anaclasis).

A la vez que a la fuente santa, por sí misma engendrada, más allá de las inefables unidades, vamos a coronar 1 al Dios inmortal, al glorioso Hijo de Dios, Hijo único procedente de un Padre que es único, con las sabias flores [5] de estos himnos. A ese Hijo lo hizo surgir de su incognoscible seno el inexpresable alumbramiento de la Voluntad paterna, que reveló los frutos de aquella generación del Padre y, al revelarlos, se reveló el Intelecto, fijo en el medio 2 : [10] ellos, aun derramados 3 , permanecen en la fuente.

Sabiduría del Intelecto del Padre, resplandor de su belleza, a ti, engendrado, el Padre te concedió engendrar. Tú eres la semilla del Padre, iluminadora de lo oculto 4 , pues a ti, principio de todo, el Creador te encomendó el [15] introducir en los cuerpos las formas procedentes de los intelectuales 5 . Tú gobiernas la sabia bóveda del cielo, el rebaño de los astros siempre lo apacientas; tú, Señor, imperas sobre el coro angélico y la legión demoníaca 6 ; tú, también, en torno a la naturaleza perecedera danzas 7 , [20] tu indivisible Espíritu alrededor de la tierra lo divides y a la fuente de nuevo restituyes lo que fue dado, librando a los mortales de la necesidad de la muerte.

Sé propicio para con las coronas 8 de estos himnos a [25] ti concediéndole a tu poeta una vida bonancible; la vagarosa corriente de los estrechos 9 deténla, desecando el funesto oleaje de la materia; rechaza las enfermedades del alma y del cuerpo; el empuje aniquilador de las pasiones aplácalo; protégeme de las calamidades de la riqueza y la pobreza; a mis obras otórgales un glorioso renombre; [30] entre los pueblos ábreme las puertas de una buena fama, coronándome con los primores de un hablar dulce y persuasivo, para que mi intelecto, sin perturbación, recoja el fruto del ocio y no gima yo en medio de las cuitas mortales, sino que desde esos canales 10 tuyos que llevan a las [35] alturas riegue yo mi intelecto con los alumbramientos de tu sabiduría.

Himnos. Tratados.

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