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INTRODUCCIÓN GENERAL

I. EL AUTOR Y SU OBRA

En la frontera de dos mundos, entre Grecia y el Cristianismo, se alza la figura de Sinesio de Cirene. Pocos casos podrán encontrarse en la historia de la literatura en los que obra y vida de un autor se compenetren de forma más esclarecedora. El escritor y el hombre resultan indisociables 1 .

De él diríamos algo parecido a lo que afirmaba Menéndez Pelayo del Marqués de Santillana: «Gran señor en poesía como en todas sus cosas». Aun así no le haríamos justicia como literato, pues estaríamos omitiendo sus tratados y su extenso e interesantísimo epistolario.

1. Las fuentes

Escasa información acerca de nuestro autor nos transmiten los bizantinos Evagrio, Juan Mosco, Focio, la enciclopedia de Suidas y Nicéforo Calisto 2 . Será, por ello, la propia obra de Sinesio la fuente principal de donde tendremos que entresacar sus datos biográficos.

De una forma más o menos precisa leemos algunas indicaciones tanto en los Himnos (por ejemplo, el VII) como en sus escritos en prosa (sobre todo los de circunstancias: Sobre la realeza, A Peonio , etc.). Mención especial merecen las 156 Cartas 3 , a través de las cuales nos acercamos a su vida a partir del año 395, a pesar de las dificultades que presentan de datación y destinatarios.

2. Nacimiento, familia y formación

La antigua colonia de los dorios en Libia, fundación de Bato de Tera 4 , Cirene, «la rica en laserpicio» 5 , fue la patria de Calímaco y también la de Sinesio. Como ocurre con Capadocia, tierra de los grandes padres Basilio, Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Nisa, la Cirenaica se la reparten familias nobles de viejo abolengo. A una de ellas, «la casa de los Hesíquidas» 6 , pertenece nuestro autor, que nació alrededor del 370 de nuestra era.

Dentro de la Pentápolis líbica 7 , Cirene ya está lejos de ser la floreciente ciudad de antaño. Pobre y ruinosa nos la describe el propio Sinesio 8 : tanto el gobernador de la Libya Superior como el arzobispo metropolitano residen en Ptolemaida.

De los miembros de su familia estamos medianamente informados por el H. VII y las Cartas 9 . Su padre, Hesiquio (quien, según la costumbre griega, daría nombre al primogénito de nuestro personaje 10 ) habría tenido cuatro vástagos: Evoptio, Sinesio, Estratonice y otra hija 11 , cuyo esposo sabemos que se llamaba Amelio (de este matrimonio nació una niña).

El epistolario nos revela la estrecha unión y la confianza existentes entre Sinesio y su hermano mayor. Seguramente fue éste quien lo sucedió como obispo de Ptolemaida 12 , dado que el representante de la Pentápolis en el Concilio de Éfeso (en el 431, unos dieciocho años después de la muerte de nuestro autor) se llama Evoptio.

En su educación Sinesio no se distinguió de los niños y jóvenes de su tiempo. En la Carta 45 nos habla de un paidotríbēs , a quien, entre otros preceptores, se le habría encargado formar al muchacho, sin tener que pasar (pues así lo permitía la situación acomodada de su familia) por las escuelas del grammatistḗs y el grammatikós. El objetivo sigue siendo la elocuencia 13 , gracias a la cual se llegaba a la abogacía o a los cargos públicos 14 .

En lo que respecta a sus enseñanzas literarias, Sinesio parece haber bebido en la tradición clásica por medio de los repertorios y antologías propios de la época 15 , si bien conoce de primera mano a Homero y Platón. De entre los autores helenísticos e imperiales (descubrimos las huellas de Teócrito, Mesomedes, Plutarco, Aristides, Filóstrato, etc.), se siente heredero de Dión de Prusa, admirable como sofista y como filósofo 16 , modelo, en la teoría y en la práctica, omnipresente en su obra.

También sería iniciado Sinesio en el aprendizaje de las ciencias, como corresponde a un habitante de Cirene, patria de Teodoro (el geómetra que dialoga en el Teeteto platónico) y Estrabón 17 .

No obstante, los estudios nunca lo apartaron de su pasión por las armas, la caza y los ejercicios ecuestres 18 .

3. Hipatia 19

Antes del 395 20 Sinesio ha residido durante tres o cuatro años en Alejandría, emporio de la cultura. La introducción científica que recibió en su ciudad natal le sería muy útil para asistir a las lecciones de la hija del matemático Teón, Hipatia, cuyas enseñanzas matemáticas, astronómicas y de filosofía neoplatónica 21 gozaban de un enorme prestigio. Ella será su «auténtica iniciadora en los misterios de la filosofía», su «madre, hermana y maestra» 22 durante toda su vida. Su sincera amistad, su devoción a Hipatia se reflejan en las líneas del epistolario. De su mano accedió tanto a la metafísica como a las ciencias aplicadas 23 . Tras la decepción de su viaje a Atenas, del que hablaremos más abajo, Sinesio escribirá 24 :

... la piel es lo que queda como único vestigio de la vida de antaño..., una vez que de allí ha emigrado la filosofía... Ahora, en nuestro tiempo, es Egipto el que acoge y nutre la semilla de Hipatia.

Sobrevivió a su discípulo, para morir de forma brutal en el 415, víctima del fanatismo cristiano, aunque más por razones políticas que de otro tipo.

4. Armas y letras

En el 395 Sinesio está de nuevo en Cirene. Probablemente fueron las incursiones de las tribus del desierto 25 las que aceleraron su regreso. La cuestión ahora es proteger los dominios familiares al sur de la Marmárica. Para ello se pone al frente de una tropa que logra rechazar a los invasores 26 .

Una vez cumplido su deber 27 , Sinesio volverá a ocuparse de la caza, los caballos y los libros. En estos años seguramente se componen el Himno IX y el V y se da comienzo al I, y también hay que situar quizá 28 en estos días de tranquilidad su viaje a Atenas. Allí ni siquiera el Pórtico Pintado hace honor a su apelativo: la fama de la ciudad se cimenta más en la miel del Himeto que en la sabiduría y la elocuencia 29 .

Asimismo cabe adjudicar al ocio de que en estos momentos 30 disfruta Sinesio su Elogio de la calvicie , ingenioso paígnion , en refutación del Elogio de la cabellera de Dión Crisóstomo.

Muy pronto, sin embargo, le estará reservada una misión importante. Sus conciudadanos le considerarán el más indicado para representarlos ante Arcadio (desde el 395 al frente del Imperio Romano de Oriente) y solicitar una reducción de impuestos para aquella provincia esquilmada tanto por los nómadas libios como por la avidez de los funcionarios.

Durante tres años Sinesio se sumergió en las profundidades de la diplomacia cortesana.

5. La embajada

Desde agosto del 399 a la primavera del 402 Sinesio se encuentra, pues, en Constantinopla. Poco antes de su llegada, la capital ha asistido a la ruina de Eutropio, a pesar de la elocuente homilía que en su defensa pronunciara San Juan Crisóstomo. Además de sus cartas de presentación, de los dones de costumbre y del imprescindible oro, el embajador ha preparado un escrito de homenaje y un regalo muy particular al conde Peonio, su protector 31 .

A Sinesio lo recibe Aureliano, nombrado prefecto tras la caída en desgracia de su hermano Cesario que cuenta con el apoyo del godo Gainas y las tropas bárbaras. Más tarde, en la primavera del 400, nuestro autor vivirá la condena de exilio dictada por el emperador contra Aureliano, fruto de las intrigas de Cesario, y, en sus Relatos egipcios o sobre la Providencia , verá en el enfrentamiento de estos dos personajes la lucha entre Osiris y Tifón, entre el Bien y el Mal 32 .

Su discurso ante el emperador, Sobre la realeza , logró su propósito. Incluía la crítica de una administración y de unos cargos civiles entregados a los godos (a los que él llama «escitas» en las dos últimas obras citadas) y de un ejército formado por mercenarios germanos, entre otras intenciones políticas muy acordes con el pensamiento de Aureliano, entonces en el poder. Sinesio consiguió la exención de cargas curiales y la reducción de impuestos para su país 33 .

6. El matrimonio

En el verano del 402 ya está Sinesio en Cirene 34 y al año siguiente marchará de nuevo a Alejandría, quizá respondiendo a la llamada de su hermano Evoptio 35 . Lo cierto es que allí contrae con una cristiana de la nobleza alejandrina solemne matrimonio, bendecido por el arzobispo de Alejandría: «Dios, la ley y la sagrada mano de Teófilo me dieron a mi mujer» 36 .

En el 404 nace su primer hijo, Hesiquio. En estos felices años publica sus Cinegéticas , escritas años atrás, y, ante el éxito 37 , se dedica al Dión o sobre su norma de vida , biografía apologética de su maestro, el de Prusa, a la vez que una defensa de sus propios ideales.

A fines de ese año, sin embargo, Sinesio ha de empuñar de nuevo las armas contra macetas y ausurianos 38 . La paz no reinará hasta las postrimerías del 405. Por la Carta 55 nos enteramos de un fasto acontecimiento: le nacen al feliz matrimonio dos hijos gemelos. Pero otro «hijo» 39 vio la luz unos meses antes: su tratado Sobre los sueños , que el autor enviará a Hipatia solicitando su sabia opinión 40 . Con su análisis cabal, con sus teorías platónicas y cristianas y con una exposición que conjuga lo serio y lo risible, a la manera de Platón 41 , el escritor deviene filósofo.

Hasta el 410 Sinesio disfrutará de una existencia tranquila entregada a «la oración, la lectura y la caza» 42 , según propia confesión, a pesar de que en sus Cartas 52 y 95 el panorama parece ser distinto: luchas internas y problemas con las tribus nómadas 43 . Por todo ello fijará su residencia en Ptolemaida, donde, en el 410, un suceso imprevisto afectará notablemente su vida.

7. El episcopado y los últimos años

En la primavera de ese año muere el metropolitano de Ptolemaida. El clero y el pueblo, conscientes de la valía de Sinesio para las diversísimas responsabilidades que se le exigen a un obispo de esta época, lo aclaman como sucesor 44 .

Por rotundas que en un principio fueran sus negativas, la Carta 11 (de inicios del 411) nos lo muestra ya consagrado: «un platónico con mitra» 45 que en absoluto abjuró de sus ideas filosóficas acerca de la preexistencia del alma, la eternidad del universo y la inmortalidad (pero no la resurrección de la carne) 46 ; un gran señor feudal convertido en el más alto dignatario eclesiástico de la Cirenaica, en cuyas convicciones siempre estuvieron fundidos platonismo y cristianismo 47 .

Su buena disposición llegaba hasta el punto de comprometerse a renunciar a la caza o a sus estudios pero no a separarse de su mujer, aunque es posible que se viera obligado a hacerlo, porque no vuelve a mencionarla en su correspondencia 48 . Sinesio, al aceptar su ministerio, responderá tanto a la llamada de Dios como a la confianza que en él han depositado sus compatriotas y reconocerá «que el sacerdocio no es un alejamiento de la filosofía sino una ascensión hacia ella» 49 .

No cabe dudar de que su bautismo fue posterior a la elección 50 , pero esto no impidió que su comportamiento como obispo fuera ejemplar en todas sus obligaciones, también, por supuesto, en la lucha contra las herejías, como la de Eunomio, discípulo de Arriano 51 .

En el 411, ya desde su encumbrada posición, pronuncia su Discurso I (Catástasis minor) en honor del dux o comandante militar Anisio que abandona su cargo. Poco después tendrá que afrontar la muerte de su primogénito, Hesiquio, «el más querido de sus hijos» 52 , y, en medio de su angustia, otra invasión, de los ausurianos 53 , como para poner a prueba al nuevo dux , Inocencio.

Ante lo desesperado de la situación, Sinesio remitirá su al prefecto del pretorio en persona, Antemio su Catástasis maior , en la que describe la devastación y el asedio de Ptolemaida. Cercado por los enemigos, la desgracia lo persigue: «de mis tres hijos ya sólo uno me queda», escribirá a Evoptio 54 . Pero no se deja llevar por el abatimiento, sus obligaciones requieren una diligente actuación, incluso la visita pastoral a las iglesias de Hídrax y Palebisca 55 .

Todavía el año 411 le reserva una prueba: los abusos contra todo lo divino y humano del praeses Andronico, sucesor de Genadio, además de lo ilegal de su nombramiento 56 , conseguido a fuerza de intrigas, merecerán la desaprobación del obispo y su intento de proteger a las víctimas de sus injusticias 57 . En sus Cartas 41 y 42 «contra Andronico» leemos, respectivamente, una requisitoria formal y la primera excomunión de la historia de la Iglesia. El gobernador será destituido. Sinesio, por su parte, sabrá perdonarlo 58 .

El pastor no ha olvidado, en absoluto, a su grey. Los dos fragmentos de Homilías que conservamos 59 están relacionados con la Pascua de Resurrección (el catorce de abril) del 412. En estos años postreros compone también los Himnos VI, VII y VIII 60 .

Pero el final de su vida tampoco estará exento de trágicos sucesos: el exilio de su hermano Evoptio, para evitar el nombramiento de decurión 61 y la ruina económica aneja, por lo general, al cargo; la muerte del patriarca Teófilo 62 ; y la pérdida de su tercer hijo, ya en el invierno del 412-413, de la que se consuela, curiosamente, con Epicteto 63 y no con los pasajes bíblicos.

En sus tres últimas Cartas , la 10, la 16 y la 81, dirigidas a Hipatia, su maestra de siempre, le confiesa su hastío, su cansancio. En ellas escuchamos el canto de cisne del poeta, del filósofo, del obispo 64 .

II. SINESIO Y LA POSTERIDAD

«La inteligencia y la fuerza» de las obras de Sinesio y «el encanto 65 de sus cartas» se pregonan en los cuatro versos dodecasílabos que, junto con una miniatura del obispo en su escritorio, encabezan el manuscrito Athous Vatopedinus 685 (V) (ss. XII -XIII ).

Sinesio fue para Bizancio no sólo un modelo en la forma, sobre todo por su estilo ático, sino también en el contenido, como maestro de espiritualidad. Si exceptuamos la edad obscura de la crisis iconoclasta (desde principios del s. VIII hasta mediados del X ), nuestro autor se convirtió en figura relevante tanto por su papel de dignatario religioso (así en Evagrio o, más tarde, en Juan Mosco) 66 como por su valía literaria e intelectual, que, al decir de Focio 67 , era un título de gloria para Cirene.

En el siglo X Suidas 68 testimonia la admiración que causaba su epistolario y, a partir de esta fecha, Sinesio llegará a ser una autoridad del aticismo, comparable a los clásicos por excelencia o a otros escritores más cercanos, como Luciano o Dión de Prusa. De este modo, su influencia es manifiesta (a veces incluso se recurre a citar pasajes concretos de sus obras), entre los siglos XI y XIV , en Teofilacto, Juan Tzetzes, Tomás Magistro, Teodoro Metoquites o Macario Crisocéfalo 69 .

Pero es Miguel Pselo (viva encarnación del renacimiento literario del s. XI ) la figura bizantina en la que notamos la huella más profunda de Sinesio 70 . De acuerdo con las directrices del Dión , el secretario de Constantino IX, Monómaco, propugna la cooperación de la retórica y la filosofía en la paideía y reconoce en las enseñanzas platónicas una verdadera propedéutica para la doctrina cristiana 71 .

Otras obras merecieron también el interés de los estudiosos. Nicéforo Grégoras comentará el tratado Sobre los sueños en el siglo XIV y, ya en el XV , Jorge Escolario pone en prosa el texto de los Himnos 72 .

De su influencia posterior contamos con menos indicios, aunque las continuas ediciones parciales o totales de su obra parecen atestiguarla. Lo que, desde luego, sí es cierto es que, como hombre de acción y de letras, en él podemos ver un ilustre precursor de gloriosos nombres de la literatura española, desde el Marqués de Santillana a Garcilaso.

III. CÓDICES , EDICIONES Y TRADUCCIONES . NUESTRA VERSIÓN

1. Códices

a) Himnos. — Todos los manuscritos que contienen los Himnos de Sinesio proceden de un mismo arquetipo, aunque, por algún accidente material sufrido por uno de los primeros apógrafos en el siglo IX o X , se constituyeron dos familias, α у β, con diferencias notables entre sí 73 .

En los códices de la familia β, la más fidedigna para Terzaghi, se incluyen los Himnos III y VIII, excluidos de α, pero no el X, apócrifo, que sí figura en los manuscritos del otro grupo. De acuerdo con β, Terzaghi restableció ya en sus ediciones de 1916 y 1939 el orden en el que la tradición bizantina más antigua disponía los Himnos , frente al hasta entonces aceptado de F. PORTUS (ed. 1568) 74 .

Los manuscritos principales de la familia β son:

— Siglo XIII :

λ = Vatic. gr. 64, año 1269-70, sólo con H. I 1-380.

V = Ath. Vatop. 685 75 .

— Siglos XIII -XIV :

E = Vatic. Urb. gr. 129.

G = Vatic. gr. 94.

Z = Scorial. X.I.13 (gr. 352).

— Siglo XIV :

D = Paris. gr. 1039 , olim Reg. 2914.

F = Vatic. Barb. gr. 81 , olim 286 76 .

b) Tratados. — Los manuscritos 77 principales son:

— Siglos X -XI :

s = Cod. Paris. Coislinianus 249.

— Siglo XI :

A = Cod. Laurent. LV 6.

— Siglo XII :

C = Cod. Laurent. LXXX 19.

— Siglos XII -XIII :

b = Cod. Monacen. gr. 476.

β = Cod. Vatic. gr. 91.

— Siglo XIII :

V = Ath. Vatop. 685.

c) Cartas. — El catálogo exhaustivo de Garzya 78 reúne 261 códices (con dos familias, x e y , quizá de un solo arquetipo, α). Los principales son:

— Siglo XI :

A = Laurent. LV 6.

Ang = Angel. 13.

Patm = Patm. 706.

— Siglo XIII :

Al = Ath. Lavr. 123.

Av = Ath. Vatop. 685.

C = Cantabr. Add. 2603 B.

Ur = Vatic. Urb. gr. 128.

— Siglos XIII -XIV :

Pb = Paris. gr. 2998.

U = Vatic. Urb. gr. 129.

— Siglo XIV :

Ma = Matr. gr. 69.

P = Paris. gr. 1038.

— Siglo XV :

L = Laurent. LV 8.

2. Ediciones 79

1499 M. MUSURO , Venecia (apud Aldum): editio princeps de las Cartas en el corpus de los epistológrafos griegos.

1553 A. TURNEBE , París: editio princeps de los Tratados.

1567 G. CANTER , Basilea: editio princeps de los Himnos.

1568 F. PORTUS , París: Himnos.

1590 J. BRUNELLI , Roma: Himnos.

1605 F. MOREL , París: Cartas (con traducción latina).

1612 D. PÉTAU , París: obras completas (con traducción latina). Reediciones: 1631, 1633, 1640.

1792 G. KONSTANTAS , Viena: Cartas 80 .

1825 J. FR . BOISSONADE , París: Himnos ( en Poetarum Graecorum Sylloge XV: Lyrici).

1825 J. KRABINGER , Munich: Sobre la realeza (con trad. alemana).

1834 J. KRABINGER , Stuttgart: Elogio de la calvicie (con trad. alemana).

1835 J. KRABINGER , Sulzbach: Relatos egipcios (con trad. alemana).

1850 J. KRABINGER , Landshut: Tratados.

1859 J. P. MIGNE (PG LXVI), París: obras completas (con traducción latina; este editor repite el texto y la versión de PÉTAU , 1633, excepto en el caso del Elogio de la calvicie , tomado de KRABINGER , 1834).

1871 W. CHRIST -M. PARANIKAS , Leipzig: Himnos.

1873 R. HERCHER , París: Cartas (en Epistolographi Graeci ).

1875 J. FLACH , Tubinga: Himnos.

1916 N. TERZAGHI , Nápoles: Himnos.

1925 J. F. BOISSONADE , París: Himnos (en Poetar. Graec. Sylloge XV).

1939 N. TERZAGHI , Roma: Himnos.

1939 M. M. HAWKINS , tesis, Munich: Himno I.

1944 N. TERZAGHI , Roma: Tratados.

1959 K. TREU , Berlín: Dión (con trad. alemana; incluye edición y versión alemana de la Carta 154).

1964 G. STRAMONDO , Miscell. Stud. Letter. Crist. Ant. 14 (1964), 5-79: Sobre el regalo (con trad. italiana; como libro independiente, en Centro di Studi sull’antico Cristianesimo, Catania, 1964).

1968 A. DELL ’ERA , Roma: Himnos (con trad. italiana).

1970 A. GARZYA , Nápoles: Dión (con trad. italiana).

1973 A. GARZYA , Nápoles: Sobre la realeza (con trad. italiana).

1978 CH . LACOMBRADE , París: Himnos (con trad. francesa).

1979 A. GARZYA , Roma: Cartas.

1989 A. GARZYA , Turín: obras completas (con trad. italiana; esta edición reproduce sustancialmente el texto de LACOMBRADE para los Himnos , de TERZAGHI para los Opúsculos y del propio A. GARZYA para las Cartas ).

3. Traducciones

Además de las ediciones bilingües indicadas en el apartado anterior, existen las siguientes traducciones en lengua moderna de la obra de Sinesio 81 .

M. ANGELELLI , Delle opere di Sinesio , Bolonia, 1827.

A. CASINI , Epistolario , Milán, 1969 (con disposición de las cartas en orden cronológico).

— , Tutte le opere di Sinesio di Cirene , Milán, 1970.

L. CAVALLERI , Sinesio di Cirene. Catastasi , Milán, 1979.

J. COURTIN DE CISSÉ , Les Hymnes de Synèse Cyrénéan, évesque de Ptolémaïde , París, 1581.

G. M. DREVES , «Der Sänger der Kyrenaika» , Stimmen aus Maria-Laach 52 (1897), 545-562 (textos selectos de los Himnos ).

H. DRUON , Oeuvres de Synésius, traduites entièrement pour la première fois en français et précédées d’une étude biographique et littéraire , París, 1878.

A. FITZGERALD , The Letters of Synesius of Cyrene , Londres, 1926.

— , The Essays and Hymns of Synesius of Cyrene, including the Address to the Emperor Arcadius and the Political Speeches , 2 vols., Londres, 1930.

G. H. KENDAL , In praise of baldness , Vancouver, 1985.

A. KEMPFI , «De Synesio Cyrenaeo eiusque optimi regis speculo» , Meander 17 (1962), 307-317, 441-454, 487-502 (trad. polaca del Perì basileías , con introducción sobre Sinesio y la versión latina del opúsculo por Stanislas Ilowski, Venecia, 1563).

B. KOLBE , Der Bischof Synesius von Kyrene als Phisiker und Astronom beurtheilt, nebst der ersten deutschen übersetzung der Rede des Synesius de dono , Berlín, 1850.

— , Des Bischofs Synesius von Kyrene zwei hinterlassene Homilien , Berlín, 1850.

CH . LACOMBRADE , Le Discours sur la royauté de Synésios de Cyrène , París, 1951.

W. LANG , Das Traumbuch des Synesius von Kyrene, übersetzung und Analyse der philosophischen Grundlagen (Heidelb. Abhandl. Philos. Geschich. 10) , Tubinga, 1926.

F. LAPATZ , Lettres de Synésius, traduites pour la première fois et suivies d’Études sur les derniers moments de l’hellénisme , París, 1870.

M. V. LEVČENKO , «Sinezij Kirenskij O tsarstve. Perevod i prednslovie» , Viz. Vrem. 6 (1953), 327-337.

M. MEUNIER , Synésius, Hymnes , París, 1947.

T. MICHELS , Mysterien Christi. Frühchristliche Hymnen aus dem Griechischen übertragen , Münster, 1952 (trad. de dos himnos).

I. MYER , Synesius, On Dreams , Filadelfia, 1888.

B. NICOLOSI , Il De providentia di Sinesio di Cirene , Padua, 1959.

A. STEVENSON , The Ten Hymns of Synesius, Bishop of Cyrene, in English Verse , Printed for private circulation, 1865.

En nuestra lengua sólo contamos con la aportación de MENÉNDEZ PELAYO y su Oda teológica (Himno I de Sinesio de Cirene, obispo de Ptolemaida) 82 .

4. Nuestra versión

Nos hemos basado en el texto de LACOMBRADE (1978) para los Himnos y en el de TERZAGHI (1944) para los Opúsculos. Al citar las Cartas de Sinesio o traducir algunos pasajes, hemos seguido la edición de GARZYA (1979) 83 . En nuestra versión, que pretende ser, ante todo, fiel, hemos tenido en cuenta, principalmente, las de Lacombrade y Garzya 84 .

Himnos. Tratados.

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