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PRIMER EJEMPLO

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Imagina un cuento escrito para un niño que se expresa con un lenguaje “grosero” y que aborda ese problema de una manera directa, es decir: un niño que siempre insulta a los demás, pero que aprende a dejar de hacerlo si los otros niños no quieren ser sus amigos. Si el maestro lo cuenta en clase, al carecer de las metáforas, que son las que ayudan a los cautivados oyentes a “sumergirse” en la imaginación, alguien lo interrumpirá gritando: “¡Joshua es igual! Está todo el tiempo insultando y diciendo palabrotas”. Incluso sería cuestionable si un ejemplo de ese tipo, desprovisto de imágenes, podría considerarse un cuento.

Ahora vamos a coger la misma historia para crear un cuento con metáforas. Al principio puede ser útil utilizar el “símil”, puesto que nos sirve para hacer nuestra primera incursión en la creación de cuentos. Un niño que dice palabrotas podría ser comparado, por ejemplo, con una serpiente de lengua venenosa; posteriormente, eliminamos la comparación (“como”) y, en su lugar, creamos una metáfora que utilizaremos para adentrarnos en el cuento: “Había una vez una hermosa serpiente que vivía cómodamente dentro una enorme cesta y viajaba con el mejor circo del mundo. […] ¡Se trataba de Pitón, una serpiente que cantaba! (“Pitón canta y la osa danza”, página 253).

Este es el momento en el que se incorporan algunas de las metáforas de “obstáculos” y de “ayuda”: la serpiente se vuelve perezosa durante su actuación y el público (una metáfora de obstáculo) empieza a gritarle groserías, a insultarle. Pitón, que así se llama la serpiente, los imita y descubre que así atrae la atención, aunque de forma negativa. Sin embargo, este comportamiento no se corresponde con el que se espera de un circo familiar, de modo que el director del circo llama a la sabia osa bailarina (una metáfora de ayuda) para que encuentre la solución. La siguiente metáfora que aparece en el desarrollo del cuento (otro obstáculo) es la hierba entretejida para tapar la cesta de la serpiente; se crea, entonces, un espacio oscuro en el interior y Pitón cae en un profundo sueño. Cuando se despierta, tiene dificultades para escabullirse a través de una tapa tan gruesa y volver a salir a la luz del día; por el camino, pierde su vieja piel, su antiguo yo. La resolución es el “propio progreso” de la serpiente hacia la consecución de una nueva piel, una imagen renovada. Pitón ya no tiene sus antiguas escamas; ahora, flamante y reluciente, disfruta siendo una serpiente que canta y baila, junto a la sabia osa, en un novedoso y original espectáculo del circo.

El desarrollo de este cuento muestra, con el uso de las metáforas de obstáculo y de ayuda, la transformación que se produce en la utilización de las palabras: en un principio, de forma negativa y, al final, de forma positiva.

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