Читать книгу 101 cuentos sanadores - Susan Perrow - Страница 31

PRECAUCIÓN EN LA ELECCIÓN DE LAS METÁFORAS

Оглавление

En un taller que tuvo lugar en Beijing (después de que se publicara mi libro en China), un padre confesó ante el grupo que, en su afán de motivar a su hijo de tres años y medio a lavarse los dientes, había escrito un cuento en el que describía unos gusanitos (gérmenes) que, si no se los llevaba el cepillo de dientes, podían salir de noche a comerse los dientes. No es de extrañar que el cuento asustara a su hijo; el padre se dio cuenta de que debería haber utilizado unas metáforas y una resolución más transformadoras (¿podría ser, por ejemplo, que a los gusanos les gustara nadar y necesitaran que los recogieran todas las noches con el cepillo de dientes para darse un baño al bajar por el lavabo?). Tal vez, dado que su hijo era muy pequeño aún, debería haber asumido su papel de padre como modelo a imitar de manera más activa, conjuntamente con otro tipo de estrategia creativa más apropiada para esta situación (¿una canción para la hora de cepillarse los dientes?).

No cabe la menor duda de que el cuento no es apropiado si existe la posibilidad de que el niño se asuste. Los cuentos deberían servir para que nuestros niños se fortalezcan y logren el valor y la comprensión necesarios para enfrentarse al futuro, ¡pero sin asustarse!

La confesión de ese padre originó un revuelo, pues todos comenzaron a opinar al respecto. Una madre se animó a compartir un cuento que había escrito para su hijo, que se hurgaba continuamente los oídos para limpiarse el cerumen (su madre ya lo había llevado al médico para asegurarse de que el oído estaba sano). Su cuento trataba sobre un conejo de cera que vivía en el oído y que necesitaba dormir un rato para poder salir fuera de un salto cuando estuviera preparado. Después de habérselo contado (solo una vez), se dio cuenta de que le había provocado pesadillas a su hijo: ¡Hay un conejo viviendo en mi oído!; por consiguiente, no volvió a contárselo. Debatimos algunas metáforas alternativas y, posteriormente, nos decidimos por un cuento sobre una hoja del tamaño de un hada que en un momento determinado se caía del “árbol del oído” (inspirados por las hojas otoñales que veíamos caer por la ventana de la sala donde celebrábamos el taller). La madre comentó más adelante que ese enfoque había sido bastante efectivo: ¡el niño había dejado de hurgarse el oído!

Otra madre compartió el cuento que había escrito para que su hija se animara a tocar el piano y practicara. En este cuento había un hada de la música que vivía dentro del piano y le gustaba bailar cuando alguien tocaba el piano. Sin embargo, la elección de esta metáfora resultó contraproducente, pues, a cada momento, la niña dejaba de tocar para abrir el piano e intentar ver cómo bailaba el hada. Tras haber reflexionado al respecto, se consideró que hubiera sido más efectiva otra metáfora; por ejemplo, un hada de la música “invisible” (haciendo hincapié en “invisible”) a la que le encantara bailar por la habitación siempre que escuchara música. Naturalmente, es necesario tener en cuenta la edad y la fase de desarrollo de los niños antes de intentar fomentar ese tipo de comportamiento mediante los cuentos creativos (la disciplina que exige tocar el piano sería más apropiada para un niño más grande o para un adolescente; véase el apartado “Una cuestión de principios”, página 54).

101 cuentos sanadores

Подняться наверх