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LA TENSIÓN DEL CUENTO: EL DESARROLLO O VIAJE
ОглавлениеIgual que, antes de disparar la flecha, hay que tirar de la cuerda del arco hacia atrás, cuanta más tensión lleve el cuento (viaje o desarrollo), más directa llegará la flecha (resolución/resultado positivo) al corazón del oyente.
El viaje o desarrollo es lo que conforma la estructura del cuento terapéutico; el hecho de plantearlo lleno de acontecimientos es una manera de crear “tensión” en la evolución del cuento; asimismo, puede dirigir el argumento dentro del comportamiento de “desequilibrio”, a través de él e incluso fuera del mismo, hasta lograr una resolución integral. Los cuentos para niños pequeños9, por lo general, solo requieren acontecimientos sencillos y pequeñas cantidades de tensión en el desarrollo, mientras que, normalmente, aquellos destinados a niños algo mayores son más detallados o complejos y en ellos se crea una tensión mayor a medida que se va desarrollando el viaje.
Por otra parte, la utilización de las metáforas de “obstáculo” y de “ayuda” está intrínsecamente conectada con el desarrollo, pues la tensión o conflicto (tirar de la cuerda del arco hacia atrás) se construye normalmente con los primeros obstaculos, mientras que las segundas ayudas contribuyen a lograr la resolución.
Una vez que hayas elegido las metáforas y te dispongas a organizar el viaje de un cuento sanador, te pueden servir de utilidad los siguientes pasos:
1. Decide qué tipo de “movimiento” quieres en tu cuento:
• Un cuento con un movimiento lineal es aquel donde al principio el comportamiento se encuentra en desequilibrio y luego recupera el equilibrio. Por ejemplo, en el cuento “Al loro rosella le gustan las fresas” (página 114), la rosella carece de confianza e independencia; luego, por medio de una secuencia de acontecimientos, gana confianza e independencia.
• Un cuento con un movimiento circular es aquel en el que al inicio el comportamiento está en equilibrio, se desequilibra y, al final, vuelve otra vez al equilibrio. Por ejemplo, en “Pitón canta y la osa danza” (página 253), al comenzar el cuento la serpiente canta con una voz maravillosa; luego se produce un cambio en ella y utiliza las groserías para divertir al público del circo; finalmente, mediante una secuencia transformadora de acontecimientos, se reencuentra con su bella voz.
2. Toma notas sobre el “esqueleto” (un resumen) o las principales secuencias del cuento; después añade la “sustancia”, los detalles. Este enfoque te permitirá jugar con las ideas y, en caso de que sea necesario, cambiar el rumbo y reescribir el argumento de tu cuento. Si empiezas escribiéndolo todo directamente, habrá menos probabilidades de que te permitas deshacerte de las ideas iniciales (incluso si no funcionan), puesto que habrás invertido mucho tiempo en la narración detallada. En otro apartado de este libro, encontrarás una serie de ejercicios que podrás realizar con los “esqueletos de los cuentos” (véase página 66).
Sin embargo, debo reconocer que ha habido ocasiones en las que yo misma he ignorado los dos pasos anteriores.
En algunos casos, se me presenta una imagen clara (o varias) en mi imaginación, asociada de antemano con las metáforas de obstáculo y de ayuda para el desarrollo del cuento; entonces, lo único que tengo que hacer es trabajar para que fluyan las palabras y “dar cuerpo” al argumento. Esto me ocurrió poco después de mantener una conversación con unos amigos noruegos sobre los trágicos incidentes que acaecieron en su país en el año 2011, donde muchos jóvenes perdieron la vida en un tiroteo cuando estaban de campamento en una isla; recordaron el homenaje especial que se celebró posteriormente en memoria de las víctimas (la “Marcha de las rosas”), cuando, en las ciudades noruegas, se congregaron miles de ciudadanos, cada uno con una rosa. En mi mente veía la imagen de una espina larga y afilada que había crecido en el lugar equivocado de un rosal; esta espina había atravesado el corazón de una hermosa rosa y la había matado, pero muchas rosas nuevas ya estaban creciendo en el lugar donde habían caído los pétalos de la rosa agonizante. No sentí ninguna necesidad de ahondar en el argumento; me senté sencillamente a escribir el cuento “La rosa y la espina” (página 104) para el colegio de los niños de mis amigos de Arendal, en Noruega.
¡No existen normas estrictas para escribir cuentos, en ninguno de sus aspectos!