Читать книгу 101 cuentos sanadores - Susan Perrow - Страница 27

ELEGIR LA METÁFORA CENTRAL A PARTIR DE LOS OBJETOS PREFERIDOS DEL NIÑO (SI ES POSIBLE Y CONVENIENTE)

Оглавление

Al escribir un cuento para un niño en particular, las ideas para las metáforas pueden surgir del animal o juguete preferidos del niño o del entorno que lo rodea: ¿siente pasión por los caballos, por los conejos blancos, por los delfines, por los trenes?; ¿vive cerca de un río, en el bosque o en un gran edificio en medio de la ciudad?; ¿qué vivencias en la naturaleza o experiencias diarias de las que vive en casa o en el colegio podrían darte ideas para las metáforas?

Incluso saber el color favorito del niño puede ayudar en estos casos, según mi experiencia en mi primer año como maestra. Necesitaba desesperadamente inventar un cuento que abordara el comportamiento de un niño de cinco años que, a la hora del cuento, siempre intentaba apagar la vela de un soplido y empujaba a los demás para tirarlos de sus sillas; debía encontrar una forma de atraer su atención y ayudarlo a tranquilizarse de tal manera que fuera capaz de escuchar en vez de destruirlo todo. Entonces, una tarde su madre me preguntó si sabía dónde podía comprar tela dorada, porque el cumpleaños de su hijo era la semana siguiente y quería hacerle una capa de su color preferido, una capa dorada. Este dato me sirvió de pista, así que busqué en mi colección de cuentos populares y cuentos de hadas, donde encontré uno en el que había un árbol con una puerta dorada que solo se podía abrir con una llave dorada. Me lo aprendí y lo preparé para contarlo a la semana siguiente como teatrillo de mesa con muñecos de pie; además, hice una pequeña llave dorada como accesorio (de cartulina gruesa de color dorado) y la escondí en una cesta en mi mesa de los cuentos. Cuando llegó el momento del juego libre, me llevé a este niño aparte, le mostré dónde tenía escondida la llave y le pedí si podía ayudarme en el teatrillo; le expliqué que tenía que sostener la cesta durante el cuento y pasarme la llave dorada cuando fuera el momento de abrir la puerta mágica. Por primera vez, desde que había entrado a formar parte del grupo de la clase, se quedó sentado durante el cuento, fascinado, con la cestita en sus rodillas; a partir de ese momento participó y estuvo atento a la hora del cuento. ¡La llave dorada había abierto algo más que la puerta mágica del árbol!

Muchos años después utilicé un enfoque similar cuando tuve en mi clase a un niño al que le encantaba “hacer el payaso” precisamente a la hora del cuento (intentaba captar la atención de los demás, que estaban sentados en silencio). A este niño le encantaban los payasos, así que encontré un cuento en el que un duende hacía muchas piruetas divertidas (daba volteretas, hacía el pino, etc.) y utilicé un muñequito que hiciera estas pequeñas acrobacias en el teatrillo. El niño se enganchó completamente con el muñeco (y el cuento) y parece ser que esto lo ayudó a liberarse de ese comportamiento “de bloqueo” y a asumir una actitud de escucha durante el cuento. Naturalmente, durante los momentos de juegos, le ofrecía muchas oportunidades para que hiciera sus piruetas de payaso.

101 cuentos sanadores

Подняться наверх