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5.1. El recurso diarístico

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El sentido de recurrir al recurso diarístico (Lourau, 1988) se desprende de algunos supuestos, articulados entre sí, que procuraremos explicar a continuación, a saber:


 que la investigación es una práctica social;

 que el investigador se incluye en su campo empírico en tanto sujeto social, y

 que el investigador es el instrumento central de cualquier investigación con un enfoque cualitativo en un doble sentido: forma parte del campo de observación, interviniendo con su subjetividad (Baz, 1996; Devereux, 1967); su capacidad interpretativa (Bronfman y Castro, 1999) es el motor principal en la construcción de conocimiento...


A nuestro entender, relatar la experiencia de investigación no se agota en la descripción de la serie de elementos que la materializaron (es decir en la crónica: días, horarios y actividades realizadas en la institución, personas con la que se trabajó, información a la que se accedió, etc.). Ahora bien, todo aquello que rebasa tal descripción no podemos sino ubicarlo en el campo de la implicación: espacio de un habitualmente no-dicho, espacio de catarsis, reflexión, de expresión de la angustia, revelador de los actos fallidos de la investigación (Lourau, 1988), desenterramiento del investigador (Morin, 1977), este extratexto se convierte en el material privilegiado para exorcizar y analizar la propia implicación en el campo de la investigación.

En la práctica social que es la investigación, todo nuestro ser está implicado (Lourau, 2000): miramos, construimos el objeto, trabajamos en el campo empírico en tanto sujetos sociales e históricos. La comprensión de la complejidad implicada en este fenómeno es la que, creemos, se constituye en el sentido central de la elaboración de un diario de campo. Beneficios de igual importancia (habilitados por el recurso diarístico) serán la recopilación de información y la construcción de una serie de datos que nos permitirán contextualizar y comprender los escenarios en que los sujetos de la investigación transcurren cotidianamente... [9]

En este sentido, el material intimista producido por las notas de campo no es sólo autorreferencial o autobiográfico: con Lourau (1988) afirmamos que la escritura diarística no sólo revela la intimidad del narrador, sino que también revela la intimidad de las relaciones sociales, “su inquietante extrañeza”.

Este extratexto, lejos de procurar convertirse en instrumento que nos acerca a la objetividad, procura contextualizar y establecer los alcances del proceso de investigación mismo. Se trata de intentar comprender cómo transcurre la investigación, describir la descripción en donde el investigador aparece incluido, interrogando el horizonte social, epistemológico, subjetivo desde donde mira e interviene. En este sentido, Morin plantea:

Nuestro pensamiento debe investir lo impensado que lo rige y controla. Nos servimos de nuestra estructura de pensamiento para pensar. Necesitaremos también servirnos de nuestro pensamiento para repensar nuestra estructura de pensamiento. Nuestro pensamiento debe volver a su fuente en un bucle interrogativo y crítico. De otro modo, la estructura muerta continuará segregando pensamientos petrificantes. (Morin, 1977: 35)

El recurso diarístico, pensado en este sentido, es una exigencia metodológica que nos debemos si pretendemos asumir responsablemente nuestra tarea de procurar un aporte al conocimiento de lo social.[10] De todas maneras, nuestra tarea de pensar la experiencia de intervención/inclusión, no puede quedar reducida a un relato “privado” que busca, a la vez que explicitar el conjunto de percepciones desde donde miramos y pensamos al campo, preservar a aquellos lugares y sujetos sobre los que se depositan tales miradas. Y creemos que darnos a la tarea de pensar estas cuestiones nos llevan al terreno de la ética que nos incumbe como investigadores/intervinientes. Las reflexiones de Lourau (1988) en torno al lugar del extratexto en el discurso científico instituido, puede ayudarnos a pensar algunas de las aristas de este problema...

Realizada esta contextualización, centrémonos ahora en los criterios de clasificación de las herramientas presentadas al inicio de este punto. De acuerdo a estos criterios, basaremos nuestra exposición fundamentando las opciones en torno a tres grandes conjuntos de herramientas:


 Las entrevistas

 El trabajo en grupos

 Las observaciones

Futuros maestros: búsqueda y construcción de una identidad profesional

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