Читать книгу Tratado del Contrato de Seguro (Tomo I-Volumen I) - Abel B. Veiga Copo - Страница 18

Antes de aludir como haremos en el apartado siguiente a la dimensión antaño dual de seguros, ecuación daños/personas, hoy abiertamente superada, trataremos ahora de plantear, si es que tiene sentido, una teoría del seguro419. Teoría que no puede desconocer la operativa misma del seguro. La operación asegurativa. Una operación que ha visto como conceptos hercúleos, rígidos e incluso hasta en cierto punto, totémicos, han cambiado, son cuestionados y se interpretan de otra forma bien distinta a antaño.

Qué decir del interés, donde todavía hoy algunos cuestionan su existencia misma para ciertos seguros. Qué pensar del riesgo, del siniestro complejo, de la prescripción, etc.420 Pero en el fondo, la propia dinamicidad negocial, la operativa y mecánica técnico-asegurativa ha evolucionado tanto en un plano jurídico como sobre todo, económico421.

Una teoría que, indudablemente parte y toca equidistantemente dos vórtices, el del asegurado, portador del riesgo –Risikoträger– y el asegurador, empresario que realiza profesional y habitualmente una actividad mercantil-comercial, asumir y reunir riesgos que valora, estudia, antiselecciona y tarifica repercutiendo entre una homogeneidad de personas las consecuencias mismas, sean éstas positivas, lo sean adversas, las resultas de la actividad. Pero antes, hemos de preguntarnos o plantearnos una cuestión simple, ¿es necesario o urge elaborar hoy día una teoría del seguro, del contrato de seguro? Y máxime teniendo en cuenta las relaciones de consumo y la especial tutela que en este punto merece el asegurado422.

Y a renglón seguido, ¿sobre qué y con qué mimbres de edificará la misma presuponiendo la utilidad de ésta? Y si lo es, ¿qué sentido, qué finalidad y qué componentes atesorará la misma? Amén de la función o funcionalidad que sobre la misma prediquemos. Teoría que, además, debe partir de una realidad, la reconfiguración y cambio de paradigma del propio contrato de seguro423. Un cambio que, en algunas modalidades, las tradicionales funciones y roles que el contrato cumplía o estaba llamado a cumplir, han basculado, hasta convertirse en un producto meramente especulativo. Piénsese en ciertos seguros de vida vinculados a fondos o productos financieros del mercado financiero424.

Ciertamente como veremos infra, y en ese desmedido afán que no, demediado, de los teóricos del seguro por atrapar un concepto, una teoría del seguro, en un único recipiente o en una única probeta de ensayo útil, quizás se han estirado sobremanera mimbres, pautas, criterios, pero, sobre todo, basamentos. Como enunciamos en el epígrafe siguiente, planteamos si esta vieja dicotomía conceptual, pero estereotipo en todo caso, es o no útil, eficiente o no para el seguro, habida cuenta que quizás no aporte absolutamente nada a la construcción contractual y desarrollo de la figura y del seguro en general.

No cabe duda que, todo esto trasciende, de un modo u otro, a un mero o vano debate teórico425. Y lo trasciende de tal modo y con tamaña intensidad que, quizás la clave no pasa por ofrecer u ofuscarse en la generación de una concepción cerrada y totémica y totalizadora del contrato de seguro, cuanto poner o situar el foco en la propia y genuina operación jurídico-económica del seguro. Es la operación de seguro la clave que vertebra, al final, la construcción contractual, y con ella, la teoría o concepto mismo de seguro426.

Construir esa teoría no puede hacerse sin apaciguar antes un concepto jurídico o cuando menos de contenido y calado jurídico del contrato de seguro. Pero debe serlo de un modo aséptico, neutro, respecto a lo verdaderamente enucleador, por lo que el bisturí ha de erradicar, destilando, todo instituto o elemento técnico que entra en la operativa, no en el concepto de contrato de seguro427.

Finalmente, no podemos soslayar que solo examinando, contrastando los caracteres que perfilan y configuran el contrato de seguro nos permitirá abordar la teoría del contrato de seguro.